Carta Magna De Valores De La Juventud
Enviado por 234567890 • 6 de Enero de 2013 • 5.422 Palabras (22 Páginas) • 1.121 Visitas
CARTA MAGNA DE VALORES PARA UNA NUEVA CIVILIZACIÓN
INTRODUCCIÓN A LA CARTA MAGNA
P. Jesús Fernández Hernández
Presidente de los misioneros y misioneras identes
El Parlamento Universal de la Juventud (PUJ) tiene su origen en una Carta Fundadora, redactada el 8 de septiembre de 1991 por Fernando Rielo, Fundador de los Misioneros y Misioneras Identes y de la Juventud Idente. Este apóstol infatigable aspiraba a que el PUJ fuera, con el tiempo, un gran foro mundial juvenil donde la mayoría de los países estuvieran representados, en especial los menos desarrollados. Todas las razas, todas las religiones, todos los valores humanos, caben en el PUJ y son acogidos por él. Su finalidad es que los jóvenes, sin distinción alguna, investiguen y analicen los temas que les preocupan y que sus conclusiones y propuestas sean escuchadas a nivel mundial por las instancias políticas, sociales y religiosas.
“Para alcanzar este fin —afirma Fernando Rielo en su Carta Fundacional— el Parlamento Universal de la Juventud tiene como misión específica incrementar el compromiso personal de cada joven, teniendo en cuenta su origen y su destino, unido al compromiso de los demás jóvenes de todos los credos, razas y países con la defensa de los más nobles ideales: la paz, la vida, la unidad, el amor… Propone, en este sentido, el modelo de unidad que se encierra en el mensaje parlamentario del mismo Cristo a la humanidad: constituirse los hombres en unidad mística como Él y el Padre se constituyen en unidad absoluta”.
Jóvenes de diferentes países y culturas, desde que se creara este Parlamento Universal, han estado trabajando en equipo compartiendo lo mejor de sí mismos con sus reflexiones y vivencias hasta que su esfuerzo ha quedado materializado en la Carta Magna de Valores para una Nueva Civilización, documento que, presentado el pasado 13 de agosto en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, va suscitando el entusiasmo de diversos sectores eclesiales, académicos, culturales y políticos. Sus diez puntos básicos abordan los más importantes problemas que acucian al ser humano, teniendo como principal motivo el afán de “construir una nueva civilización que dé respuesta a las más altas aspiraciones del hombre, y que defienda su alta dignidad, poniendo como modelo de unidad y de amor la persona de Cristo”. La razón por la que la Carta Magna pone a Cristo como modelo es el reconocimiento de su gran personalidad histórica, que acoge en sí todos los valores humanos sin exclusión. Él ha traído el nuevo humanismo del amor y nos ha descubierto la intimidad comunitaria de un único Dios que se presenta como Padre de la Humanidad.
Han pasado muchos siglos desde que el hombre aparece en la tierra, y no ha acertado a expresar con plenitud lo más emocionante, fecundo y valioso de la vida personal: tener conciencia de que somos hijos de un Padre Celeste que nos ha traído a este mundo por amor. Este Padre está escrito con letras de vida eterna en el corazón del hombre, de la Historia, de todas las lenguas y culturas. Nuestra existencia viene de este hogar celeste: “hemos nacido —repetía Fernando Rielo— para el Cielo”.
¡Jóvenes del Parlamento Universal de la Juventud! Vosotros estáis llamados, por la misma ley de la vida, a escribir una nueva página de la Historia, una Carta Magna, que vuestros descendientes leerán en el futuro, siguiendo el legado que vosotros les hayáis transmitido. Para vosotros no debe haber propiamente naciones o razas, sino la unidad de los seres humanos en la confluencia de la vida y de la muerte. Vosotros tenéis un pasado breve, pero una vida larga por delante. Por ello, dedicad esta vida a lo más valioso, que es la paz definida por el amor. El amor a Dios y a los hombres fue lo que movió el corazón de Fernando Rielo para saber en todo momento qué es lo que debe ser el Parlamento Universal de la Juventud.
Jóvenes amigos, no tengáis nunca un sentido estrecho de las fronteras; disolvedlas por medio del amor y de la amistad; porque vosotros tenéis en vuestras manos el mensaje de la auténtica modernidad, del verdadero progreso. Que podáis construir después de un período más o menos largo, a veces difícil y laborioso, un nuevo Parlamento Universal, donde la voz de la juventud se haga oír porque habéis sabido escuchar la sagrada ley del destino humano.
Junto a la valentía, el coraje y el sentido medido del riesgo, deseáis vivir el compromiso con la verdad de la vida, y esto sólo puede hacerse desde el don de la humildad, que es amor a la verdad. La humildad o simplicidad no proceden de vuestras capacidades, sino que son dones, infundidos en vuestro corazón, que os hacen a imagen y semejanza de vuestro Padre Celeste. ¡Cuán sublime es la humildad! La poseyeron los héroes, los grandes hombres y mujeres, que nos ha dado la Historia, y la poseen los niños.
Que nuestro grito o gemido sea siempre: “Cristo, tengo sed de Ti, que eres la Verdad”. Creemos en el hombre, en la Vida. La creencia desprovista del amor incurre en fanatismo; sin embargo, un amor que cree no acaba nunca. El amor no necesita ni explicación ni justificación. Vayamos a la fuente: “El que crea en Mí venga a Mí y beba, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva” (Jn 7,38). La mayor parte de las personas que creen ignoran que en su interior reside este manantial.
Un esfuerzo hecho en común y con amor, como lo habéis hecho vosotros, es sólido y perdurable. Luchemos contra el individualismo, puro egoísmo que nos paraliza y nos hace incapaces de ayudar al otro. Sed maestros de las pequeñas cosas, y el tiempo os dirá, con su feliz maestría, cuál será el final de esta Carta Magna.
Jóvenes, amad creyendo con esperanza y esperad amando con fe. La fe, de este modo, será como antorcha olímpica que pasará de generación en generación para expectación de los siglos.
PREÁMBULO
Nosotros, jóvenes de 20 países que constituimos el Parlamento Universal de la Juventud, tras dos años de intenso trabajo en torno al tema marco “Hacia una Carta Magna de valores para una nueva civilización”, exponemos nuestras conclusiones a través de este documento para dar a conocer nuestra voz y el compromiso personal que asumimos con aquellos valores que han sido considerados por nosotros como fundamentales para edificar una nueva civilización que dé respuesta a nuestras más altas aspiraciones y refleje en todas sus estructuras la gran dignidad del ser humano, así como su potencial de creación y restauración de la realidad.
Este documento recoge por tanto las conclusiones del trabajo que hemos librado, expresa algunos principios teóricos que compartimos en torno a los temas tratados y enuncia una serie de compromisos asumidos por nosotros a fin de poner en práctica las
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