Anemia Ferropenica . Antecedentes
Enviado por fernando66601 • 30 de Marzo de 2017 • Informe • 4.108 Palabras (17 Páginas) • 1.311 Visitas
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TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
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Subsede: Santa Cruz |
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INDICE
Capítulo I: Introducción 2
Capítulo II: Antecedentes 3
Capítulo III: Objetivos de la Investigación 6
3.1. Objetivo General. - 6
3.2. Objetivos específicos. – 6
Capítulo IV: Marco Teórico 7
4.1. Definición 7
4.2. Síntomas 8
4.3. Causas 8
4.4. Factores de riesgo 9
4.6. Pruebas y diagnóstico 11
4.7. Tratamientos 12
4.8. Prevención 13
4.9. Cuándo consultar a un médico 15
Capítulo V: Planteamiento del problema 16
Capítulo VI: Metodología 17
Capítulo VII: Conclusiones 18
Capítulo VIII: Recomendaciones 18
BIBLIOGRAFÍA 18
ANEXOS 19
Capítulo I: Introducción
La anemia es una enfermedad de la sangre que se define como la disminución de la concentración de hemoglobina en el organismo, siendo generalmente los valores normales por encima a los 12 gramos por decilitro en la mujer, y a 13,5 en el hombre.
Las células requieren del aporte de oxígeno para su correcto funcionamiento. Los encargados de llevar oxígeno a los tejidos son los hematíes, también llamados eritrocitos o glóbulos rojos. En su interior se halla una proteína compleja, la hemoglobina, que es la que transporta el oxígeno y el dióxido de carbono que se intercambian en los alveolos pulmonares. Parte de esta proteína es el grupo hemo, formado por un núcleo de hierro, que tiene la capacidad de unirse de forma reversible al oxígeno.
Si por la causa que sea existe un déficit de la disponibilidad de hierro en el organismo, disminuye la producción de hematíes, situación que recibe el nombre de anemia por falta de hierro o ferropénica.
La falta de hierro es la causa más frecuente de anemia. Los valores normales de hierro en el organismo son de unos 50-55 mg por kg de peso en el hombre y de unos 35-40 mg por kg de peso en la mujer. La ingesta de hierro diaria suele ser de entre 10 y 30 mg, de los cuales solamente 1 mg se absorbe a nivel del duodeno y el yeyuno proximal y medio. Una vez absorbido, pasa a la sangre unida en su mayor parte a una proteína transportadora, la transferrina, aunque una porción menor se une a otra proteína llamada ferritina, que permite valorar los depósitos de hierro del organismo. El hierro llega a los precursores de los hematíes en la médula ósea y pasa a formar parte del grupo hemo, que luego se unirá a unas proteínas para formar la hemoglobina. El hierro que no se use quedará depositado en los macrófagos en forma de ferritina y hemosiderina.
Capítulo II: Antecedentes
El alimento es el vehículo de una serie de elementos que son fundamentales para la vida, entre estos tenemos aquellos que son conocidos como macro nutrientes como los hidratos de carbono, grasas y proteínas; los micro nutrientes que abarcan todas las vitaminas y minerales y por último los denominados otros como la fibra dietaría y los flavonoides.
El hierro conjuntamente con otros minerales como el zinc, cromo, cobre, magnesio etc. son considerados como micronuthentes, elementos traza u oligoelementos. Dentro del mundo de los minerales estos oligoelementos ocupan el 0.7% o sea su presencia es mínima, pero esto contrasta con el rol importantísimo para la salud. Dentro de todos éstos, el hierro es el que más importancia y relevancia ha tomado.
Ya en la época de los antiguos árabes, chinos, egipcios, griegos y romanos, aunque ignorantes de la importancia nutricional del hierro, le atribuían propiedades terapéuticas, por ejemplo, los griegos administraban hierro a sus soldados heridos para mejorar la debilidad muscular, que probablemente se derivaba de anemia hemorrágica.
En el siglo XVII se creía que la anemia por deficiencia de hierro, conocida como la "enfermedad verde" o clorosis, se la asociaba con el hecho de estar enamorado por cuanto eran especialmente las mujeres jóvenes las que presentaban esta enfermedad. Se la denominó como la enfermedad de las vírgenes (morbos virgineus).
Un tratamiento empírico usado mucho en esa época consistía en beber vino al que se le agregaban pequeñas limaduras de hierro. Sydenham,en 1681, lo recomendó para la clorosis.
Es recién a partir de comienzos del siglo XVIII, cuando Menghini, utilizando el método científico, demuestra la presencia del hierro en la sangre cuando elevó partículas de sangre seca, pulverizada con un imán. El uso en forma terapéutica de comprimidos de hierro se inició en 1832 y esto se hizo en función de un informe que daba cuenta sobre la eficacia del tratamiento realizado en mujeres jóvenes que "carecían de la sustancia colorante de la sangre". Durante muchos años la forma predilecta fueron las célebres pildoras de Blaud (1832) que contenían 320 mg de sulfato ferroso y otro tanto de Carbonato Potásico
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