CANCER-EPIDEMIO.

INTRODUCCIÓN

El siglo XXI constituye uno de los períodos más asombrosos en la historia de la humanidad. Pues, la tasa de población mundial se está estabilizando, la expectativa de vida se ha duplicado (la población de mayores de 65 años supera el 15%) y el envejecimiento de la población ha impactado de manera notoria en los campos de la salud pública a nivel mundial. Por otro lado, la humanidad está generando 3 veces más de dióxido de carbono del que la tierra y el océano puedan asimilar, y el calentamiento global ha ido aumentando progresivamente.

Pues bien, todos los cambios demográficos, económicos, sociales y ambientales mencionados repercuten en la vida diaria de las personas, y así, también la incidencia de enfermedades como el cáncer.

El cáncer actualmente constituye una de las enfermedades más comunes y provoca una de las mayores tasas de mortalidad, debido, generalmente, a la detección tardía de este, descuido, tratamiento inadecuado, mal cálculo de dosis, entre otros muchos factores.

En este sentido, es importante la detección temprana de la enfermedad, pues, cuando el tumor maligno se detecta a tiempo, este puede ser tratado de diferentes formas dependiendo de su gravedad.

Dentro de estos tratamientos, clásicamente, se encuentran los que emplean quimioterapia, teleterapia o braquiterapia.

Adicionalmente, es importante tener en cuenta que, el cáncer, cuanto más agresivo y maligno es, produce metástasis.

Es importante la prevención de la enfermedad, mediante unas conductas saludables de alimentación, actividad física regular, y evitar conductas nocivas para la salud.

Además, la población en general debe realizarse exámenes médicos de manera rutinaria y cada cierto periodo de tiempo para poder detectar a tiempo cualquier alteración patológica en el organismo, y así, evitar la aparición o (en caso de ya encontrarse instalada esta enfermedad) la detección temprana de cáncer para un mejor pronóstico de mejora completa y recuperación.

CÁNCER EN EL PERÚ

El término “cáncer” se emplea de manera genérica, pues engloba a un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar cualquier parte del organismo, y se clasifican en función del tejido y de la célula de origen.

El cáncer comienza en una sola célula, es decir, tiene origen monoclonal y existe muchas formas diferentes de cáncer, siendo los principales, los siguientes subtipos: los sarcomas, que proceden de tejido conectivo (huesos, cartílagos, nervios, vasos sanguíneos, tejido adiposo), los carcinomas: proceden de tejido epiteliales (piel o epitelios que tapizan cavidades y órganos corporales, y tejidos glandulares) y las leucemias y linfomas, que incluyen los cánceres de los tejidos formadores de células sanguíneas.

Para que el organismo funcione de manera adecuada, es importante que todas las células funcionen correctamente y se encuentren en homeostasis, es decir, en equilibrio. Y dicho equilibrio es importante cuando se habla de generación de células nuevas y apoptosis de células viejas o dañadas. Cuando las células cumplen un determinado período de vida media, estas sufren una muerte programada y son reemplazadas por células nuevas.

En el cáncer, este proceso ordenado de homeostasis se descontrola. Entonces, es importante saber sobre los prooncogenes y los genes supresores. Los primeros, estimulan normalmente la división celular, de manera equilibrada, pues de estos depende el desarrollo embrionario, la cicatrización de heridas y la reposición de células viejas.

Estos mismo prooncongenes pueden sufrir alteraciones en la estructura mediante mutaciones o deleciones del gen y empiezan a desarrollarse de manera descontrolada (se denominan oncogenes), generando una mayor producción de estos frente a una menor apoptosis, y se tornan malignos debido a varias mutaciones en varios genes, de tipo dominante, que escapan a los mecanismos de control e infectan diversas partes del organismo, formando tumores, y la progresión de las células cancerosas gracias a la angiogénesis y distribución rápida de estas. Además, los genes supresores de tumores, que son aquellos que controlan la proliferación y reparación celular, también se encuentran mutados y pierden parte de su función.

Las mutaciones de los genes responsables de la carcinogénesis (proceso mediante el cual las células normales se tornan cancerosas) pueden ser heredadas o adquiridas de novo (mutaciones somáticas) generalmente, como producto de la exposición a sustancias tóxicas del ambiente (carcinógenos) o a agentes biológicos (virus oncogénicos). En este sentido, no solo afectan a la célula las mutaciones inducidas por los carcinógenos, sino que, durante cada división celular, se producen errores espontáneos durante cada duplicación, los cuales se van acumulando constituyendo un factor intrínseco de riesgo. Es importante señalar también el rol de los radicales libres, ya que son productos normales del metabolismo celular, pero en exceso, puede generar efectos genotóxicos en las células, y generar procesos cancerosos.

FACTORES DE RIESGO

Determinados factores son capaces de originar cáncer en un porcentaje de los individuos expuestos a estos. Se estudia de manera exhaustiva, la interacción multifactorial de diversos factores para la producción de tumores malignos.

El cáncer es una alteración genética. Dicha alteración puede tener origen hereditario, producida en alguna célula por un virus o debido a una lesión generada de forma externa.

1. Herencia: Alrededor de 5 a 10% de los cánceres tienen un origen hereditario. Este riesgo es muy variable y no necesariamente significa una certeza de aparición de la enfermedad, pues lo que se hereda genéticamente es la predisposición alta a desarrollar el cáncer. Además, en algunos trastornos hereditarios, los cromosomas poseen una fragilidad intrínseca; estos procesos conllevan un riesgo elevado de cáncer.

1. Factores ambientales: Algunos factores del medio ambiente contribuyen a la aparición de células cancerosas en el individuo. Estos son: contaminación del aire, agua y suelo por productos químicos carcinógenos, contaminación de alimentos con sustancias tóxicas, exposición prolongada al asbesto, benceno, cadmio, níquel y cloruro de vinilo.

1. Sustancias químicas: Por ejemplo, el alquitrán de trulla y sus derivados se consideran altamente cancerígenos. El benzopireno provoca cáncer de la piel en personas que trabajan con la combustión del carbón. Además, el arsénico se asocia con cáncer de pulmón, sobretodo en trabajadores de minas. Los pesticidas también son cancerígenos.

1. Exposición a radiaciones: Las radiaciones ionizantes constituyen uno de los factores de riesgo para desarrollar cáncer más conocidos, debido a que la radiación produce cambios en el ADN. Los rayos ultravioletas del sol y los rayos X aumentan la propensión de adquirir cáncer de piel y leucemia.

1. Infecciones o virus: Algunas infecciones pueden llegar a provocar cáncer, especialmente aquellas relacionadas con los cánceres que aparecen en pacientes de SIDA. Por ejemplo, la bacteria Helicobacter pilori se asocia con el cáncer de estómago. Además, los virus también juegan un rol importante en la aparición de procesos cancerosos, como por ejemplo, el virus de Epstein-Barr y su relación con el linfoma de Burkitt, el virus de la hepatitis con el hepatocarcinoma, y el virus del herpes genital con el carcinoma de cérvix. Los retrovirus, adicionalmente, provocan generalmente leucemias.

1. Factores relacionados con hábitos y estilos de vida: Algunos hábitos condicionan una alta probabilidad de desarrollar cáncer, tales como:

• Consumo de tabaco y alcohol
• Dietas altas en grasas o comida procesada
• Inactividad física
• Comportamiento sexual y reproductivo de riesgo
• La obesidad: se ha asociado a la aparición de diversos tumores como los de esófago, colorrectal, mama, endometrio y riñón.

1. Traumas: Es perjudicial la irritación mecánica producida sobre una porción de la piel y la fricción ejercida sobre lunares.

PREVENCIÓN

Por lo menos, un tercio de todos los casos de cáncer son prevenibles, pues la prevención constituye la estrategia a largo plazo más eficaz para su control.

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