CRECIMIENTO INSOSTENIBLE

CRECIMIENTO INSOSTENIBLE

Durante las últimas décadas, el punto de mira de los países desarrollados y en desarrollo se ha puesto en buscar vías rápidas de crecimiento. Ésta es una idea totalmente arraigada tanto en la sociedad como en los dirigentes políticos, inclusive, hasta el punto de hacer utópico otro planteamiento que no pase por el crecimiento económico. El hombre es el depredador más peligroso que puebla la Tierra: consume un 20% más de la energía que el planeta es capaz de producir. Es como si un león quisiera vivir comiendo moscas. La energía que consume cazando es superior a la que le aporta el insecto. Irremediablemente acabará muriendo.

El hombre actúa de la misma manera biológicamente irresponsable. Por ejemplo, enviamos grandes barcos a caladeros lejanos en busca de pesca. Gastamos 50 veces más calorías en su captura que la que nos aporta su ingesta. Es el precio que se paga por mantener un desarrollo regido por la economía y no por un balance energético sensato. El desequilibrio llegará a su fin cuando las despensas en forma de petróleo, gas y carbón se agoten o cuando los ecosistemas de los que dependemos se colapsen.

La Tierra es una máquina térmica que utiliza el sol como fuente y el espacio exterior como sumidero. La energía procedente del sol permitiría calentar medio vaso de agua a la hora por cada metro cuadrado. Es la energía de la que disponemos y la que marca el límite a nuestro crecimiento.

Hasta hace poco, era suficiente. Los fotosintetizadores fueron ahorrando depósitos en forma de carbón, petróleo y gas. Pero la revolución industrial hizo que el cazamoscas dilapidara estas reservas en un tiempo récord.

Además, el modelo económico vigente provoca otros desajustes, como la pérdida de la diversidad, que pueden acelerar el proceso. Si un ecosistema de la máxima productividad y la mínima diversidad como puede ser un campo de maíz se deja evolucionar por sí mismo, primero se llenará de malezas, después de arbustos y, por último, de un tupido bosque siguiendo un proceso llamado sucesión.

A medida que evoluciona, el sistema se va volviendo más diverso (cada vez hay más especies), pero es menos productivo (la productividad del primitivo campo de maíz es muy superior a la del bosque). Al intentar elevadas productividades vamos en contra de la tendencia evolutiva.

Desarrollo, progreso, tecnología, productividad, CRISIS… Palabras que sintetizan un largo viaje que comenzó con el nacimiento de nuestra especie 150.000 años atrás en África. Durante los primeros 135.000 años fuimos cazadores-recolectores. Interactuábamos poco con el entorno y lo cambiábamos poco. En términos económicos, nuestro nivel de renta se mantuvo constante.

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