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Cambios culturales e hibridación de la cultura.


Enviado por   •  11 de Junio de 2018  •  Ensayo  •  2.471 Palabras (10 Páginas)  •  249 Visitas

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Cambios culturales e hibridación de la cultura.

Carnaval de negros y blancos.

Partiendo de una de las hipótesis del libro Culturas hibridas donde: “la incertidumbre acerca del sentido y el valor de la modernidad deriva no solo de lo que separa a naciones, etnias y clases, sino de los cruces socioculturales en que lo tradicional y lo moderno se mezclan”. (Canclini, 1989, P.14-15). Reflexionando acerca de las características propias que se presenta en una América Latina tan difícil de ser englobada en generalizaciones e interpretada siguiendo al pie de la letra los modelos teóricos. “En América Latina, donde las tradiciones aún no se han ido y la modernidad no acaba de llegar” (Canclini, 1989), En un continente lleno de diversidad que a pesar de la colonización simbólica, cultural, política y económica de los imperios euronorteamericanos, es un continente conectado por los viejos y deshilachados tejidos de tradiciones que no han podido matar el tiempo ni llevarse el viento, tradiciones que se siguen manifestando bajo múltiples contextos como en las fiestas patrimoniales moldeadas por el pasar de los días, la difusa memoria humana, el olvido y las industrias culturales predominantes. Fiestas contenedoras de viejos y nuevos símbolos, costumbres y mitos.

Canclini propone que “el estudio de la heterogeneidad cultural puede ayudar a comprender los procesos políticos en que se combinan tradiciones y culturas políticas distintas, donde el poder se teje de manera oblicua en una red de relaciones y no en una sola dirección vertical descendente”, retoma elementos teóricos con que distintas disciplinas han abordado, por separado el objeto de estudio, recomienda un análisis transdiciplinario evitando la fragmentación y propone como perspectiva necesaria para dar cuenta de la heterogeneidad estudios empíricos referidos a casos concretos.

A continuación, teniendo en cuenta las propuestas de Canclini, abordare el análisis de los procesos de cambio más significativos de los carnavales de blancos y negros, una de las fiestas más importantes de fin y comienzo de año en el suroccidente colombiano, concretamente en el municipio de Ipiales, el cual nos permite ver todo un desfile de tradiciones, símbolos y mitos pocos cuestionados por los espectadores y aceptados por la mayoría como configuración de su identidad. Hare una descripción histórica del carnaval y junto con esta, varios cuestionamientos críticos acerca de lo que se nos vende como patrimonio.

El carnaval de Negros y Blancos ha sido reconocido a nivel nacional e internacional como una de las principales festividades de fin y comienzo de año de la ciudad de Pasto, capital del departamento de Nariño. El carnaval ha cautivado la atención de miles de turistas quienes fijan en sus calendarios los primeros días de enero para asistir a esta celebración. Es necesario resaltar que dicha fiesta ha sido promocionada a nivel mundial por distintos medios a partir de su reconocimiento como Patrimonio de la Nación en 2001 y posteriormente con la declaratoria de Patrimonio Inmaterial.

El Carnaval de negros y blancos tiene su origen en la fusión de múltiples culturas y expresiones, correspondientes a los Andes, la Amazonia y la cultura del Pacífico. El carnaval de negros y blancos nació en el siglo XVI en el año 1546 Este hecho lo caracteriza y diferencia entre otras expresiones similares, por la fecha en que se realiza, la cual tiene un origen netamente indígena, puesto que coincide con la celebración de la Luna (Quilla), que guarda reminiscencia con los rituales efectuados por los Pastos y los Quisquillas, culturas agrarias que, en época de cosecha, honraban con danzas a la luna, y en otros rituales hacían rogativas al sol, para amparar sus cultivos.

El 30 de septiembre de 2009 fue declarado "Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad" por el comité de la UNESCO.

En la época de la Colonia, el 5 de enero solía escucharse una algarabía de tambores en las calles de San Juan de Pasto. Era el día en que los esclavos negros obtenían el permiso de sus amos para celebrar, por única vez en el año, su libertad. Entonces se lanzaban a los caminos y recordaban a sus ancestros a través de la música, la danza y la comida, y para expresar su anhelo de igualdad tiznaban, con carbón, a los blancos que se encontraban a su paso. Esa celebración, que despertaba a la ciudad entera, fue nombrada como la ‘fiesta de los negritos’, y era tanto el alboroto que en muchas oportunidades los blancos se dejaban contagiar, y dejando a un lado su estatus participaban.

Hacia finales del siglo XIX, nuevos sectores sociales, como el campesinado y los artesanos, se integraron al carnaval. El 6 de enero se convirtió en el ‘día de los blanquitos’, día en que los artesanos de las carrozas participan de la celebración, desde 1920, con toda su creatividad y su trabajo manual plasmados en grandes esculturas de papel. De esta manera se trenzan la identidad indígena, la hispánica y la afroamericana.

El Carnaval de Negros y Blancos de Pasto se convirtió, a partir de entonces, en una fiesta de comunión en la que se expresan la libertad, el juego, el arte, la creatividad, la alegría y el amor fraterno del pueblo nariñense. Refleja la necesidad de recrear el ritual histórico de resistir al tedio, sublimar el trabajo artístico y soñar con otro tiempo y espacio, que les permite reconocerse con orgullo en un pueblo de artesanos y trabajadores del campo.

Según el maestro Leonardo Zarama, investigador del Carnaval de Negros y Blancos, “el carnaval de Pasto, con la inagotable imaginación de sus artesanos, cultiva unos valores en los que se manifiestan los aspectos de la vida local, consolida la esencia de la identidad regional, oxigena la cultura, nutre procesos creativos, propicia comportamientos lúdicos, perfecciona aptitudes, desarrolla actitudes, particulariza un saber-hacer manual, ofrece placer y goce, motiva la participación, convoca al otro yo inhibido, despierta el subconsciente colectivo y fortalece el espíritu humano, con base en el ejercicio de la libertad, la transgresión de normas, el derrumbamiento de tabúes y la admisión de excesos”. (Historia del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto. Escovar Alberto, 2017)

Este carnaval no solo se celebra en la ciudad de pasto, también es festejado en aproximadamente 54 de los 64 municipios que conforman el departamento, en los que al igual que como en el carnaval de Pasto participan grupos de danzas, murgas, artesanos de carrozas, entre otros, así mismo se celebra en los primeros días de enero y se conoce del mismo modo como Carnaval de Negros y Blancos.

La celebración del 5 de enero en Ipiales surge aproximadamente en 1940 cuando un grupo de personas adineradas salieron en sus caballos en son de fiesta por las principales calles del municipio. En algún momento, estas cabalgatas fueron bien recibidas por los ipialeños pero se produjo cierta tensión cuando estos personajes se embriagaron, arrojaron dinero a los transeúntes y estos en el afán de recoger las monedas fueron atropellados y humillados. A consecuencia de lo anterior en 1966, un conjunto de personas toma posición y en un acto violento rechaza estas cabalgatas golpeando a uno de los caballos. En esa misma época, Segundo Manuel Solís un personaje distinguido en el ámbito artístico del vecino carnaval de Pasto, trae la idea de crear la Familia Ipial, en semejanza a la Familia Castañeda del Carnaval de la capital nariñense, es de esa manera que la dinámica del 5 de enero cambia drásticamente pues la celebración de ese día pasa de las cabalgatas de las familias más prestigiosas y adineradas de la ciudad, hacia un conjunto de artistas integrado principalmente por obreros, pintores, músicos, zapateros, entre otros, que por medio del teatro callejero representaban los hechos más transcendentales que habían ocurrido en Ipiales durante el año y que también dieron vida al Cacique Ipial, un personaje vestido de indígena quien abría el desfile y que lo cerraba con un discurso criticando los problemas sociales que había tenido que afrontar Ipiales en el año que culminaba. Cabe resaltar que después de algunos años de participación, el cacique Ipial ya no desfila solo sino que es acompañado por su familia, un grupo de actores que deseaban representar las costumbres de los indígenas pastos.

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