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Cambio De Época Y Cultura Emergente.

mssyesi189 de Octubre de 2011

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Comportamiento del Hombre.

Cambio de Época y Cultura Emergente.

El nuevo siglo y el cambio de época global tiene profundas implicaciones para la educación, nos obliga a reconocer que ya no es posible educar seres humanos con un paradigma científico industrial del siglo XVII para una sociedad sustentable en el siglo XXI.

El mundo de la ciencia es un elemento necesario pero no suficiente para construir una nueva cultura y una nueva conciencia de naturaleza holista. Ya no podemos seguir reduciendo la educación a un entrenamiento de la racionalidad instrumental para que actúe dentro de la rutina laboral de procesos mecánicos tal como la sociedad científico-industrial lo necesitó en su tiempo.

Hoy, los sistemas educativos, desde educación básica hasta postgrado, deberán transformarse radicalmente para convertirse en un puente que conduzca a los seres humanos a una formación integral, a una conciencia de interdependencia, cooperación y paz global.

El tránsito de la modernidad a la trans-modernidad exige un nuevo paradigma educativo que ya no esté basado en la fragmentación de la realidad, el cientificismo que solo ve objetos y no sujetos y el énfasis exclusivo en las externalidades o la dimensión superficial del cosmos, sino en una visión integral de la educación, con profundidad, es decir, trascendente y basada en la espiritualidad que es la esencia de lo que somos los seres humanos.

Este cambio de paradigma educativo no será fácil y seguramente tendrá que enfrentar la férrea oposición de pensadores conservadores que desde un paradigma puramente mecanicista y materialista se oponen a la emergencia de una pedagogía de amor universal.

La visión holista que se ha generalizado en México los últimos años no rechaza totalmente la modernidad y la postmodernidad, trascender es integrar lo mejor de lo que se trasciende, en este sentido, la visión holista recupera lo mejor de ambos movimientos pero no se queda en los límites de la razón moderna y el lenguaje postmoderno, la visión holista integra regularidad con irregularidad, universalidad con particularidad, antiguo con nuevo, local con global, etc., pero subraya que más allá de la razón y el lenguaje, del método científico moderno y el deconstructivista postmoderno hay una realidad que los trasciende, donde el ser humano puede encontrar un orden genuino y es el espacio de una transformación humana real: la espiritualidad.

En el contexto de la educación holista, la espiritualidad tiene un significado diferente al atribuido tradicionalmente a la religión, que no se liga a iglesias, creencias religiosas, autoritarismos o fundamentalismos.

Uno de los obstáculos para el cambio de paradigma en educación y que ha impedido una educación integral es sin duda el cientificismo, la creencia en un poder absoluto en la ciencia mecanicista que ha llevado a la concepción del mundo en términos solo de fragmentación y procesos sistémicos, objetivos y regulares.

El cambio de paradigma, desde la visión científico industrial a la visión holista, pasa por un profundo cambio de paradigma en el conocimiento y la integración de la ciencia con otras formas de conocimiento.

La ciencia mecanicista que emergió en el siglo XVII nació como una metodología para explorar el universo que habitamos, a través de procedimientos como el análisis de las partes y la fragmentación del fenómeno se intentaba arrancarle los secretos a la naturaleza, se procedía como si la naturaleza estuviera fragmentada intentando conocerla mejor, el gran error ocurrió cuando esta metodología de fragmentar la realidad para observarla se convirtió en una ontología, y se pasó de analizar la naturaleza "como si estuviera" fragmentada a concebir la naturaleza de manera fragmentada.

El paso de la ciencia de una metodología a una ontología provocó que esta se convirtiera en cientificismo, en el criterio fundamental para valorar, clasificar y juzgar la validez de las experiencias humanas y la naturaleza del universo, el resultado fue una visión mecánica, sistémica y materialista del ser humano y el cosmos en general.

Prácticamente toda la educación actual convencional, desde preescolar hasta postgrado, está diseñada sobre los principios filosóficos mecanicistas del siglo XVII, esta visión del mundo que predomina todavía en nuestra cultura nació principalmente del pensamiento de tres grandes promotores que fueron: Francis Bacon, René Descartes e Isaac Newton.

Su objetivo consistió en establecer el poder y el dominio de la raza humana sobre el universo, postularon una visión científica caracterizada por lo que hoy se reconoce como las cuatro ficciones del cientificismo: objetivismo, reduccionismo, positivismo, determinismo.

Estas cuatro ficciones que están en la base de la educación mecanicista han sido refutadas por los nuevos paradigmas.

La revolución actual del conocimiento transita desde la fragmentación a la integridad, desde lo superficial a lo profundo, de lo sistémico a lo significativo, así la educación holista percibe el universo no como un conjunto de objetos, sino como una comunidad de sujetos.

Las cuatro ficciones han aprisionado a la educación dentro de un marco puramente cientificista, desvalorizando otras formas de conocimiento, otras metodologías y otras experiencias humanas, han empobrecido los procesos de aprendizaje, manteniéndolos en los límites de un modelo educativo de transmisión de información técnica, que lleva a la formación, entre otras cosas, de una conciencia fragmentada y depredadora del ambiente en los estudiantes.

La ciencia mecanicista, basada en las cuatro ficciones es, por naturaleza, depredadora del medio ambiente, su concepción de la naturaleza es de algo fundamentalmente muerto, sin vida, esta concepción representa el punto de partida en un incremento sin precedentes en la destrucción de los ecosistemas planetarios.

El cientificismo se ha convertido en el principal enemigo de los seres vivos que habitan el planeta.

El modelo de la educación mecanicista se realiza en un contexto puramente cientificista y siguiendo una lógica reduccionista, otros campos del conocimiento como el arte, la espiritualidad, las tradiciones y las humanidades aparecen marginadas, como conocimientos irrelevantes por su subjetividad, el estudio de la interioridad del cosmos no se reconoce como parte significativa de la educación.

En el paradigma mecanicista la educación se reduce a un entrenamiento para el trabajo industrial, los sistemas educativos son vistos solo como medios, como meros insumos para las metas económicas de la nación, la educación se reduce a un proceso mecánico estandarizado que puede ser controlado como cualquier otro producto industrial, la administración de la educación adquiere más importancia que la educación misma, se pretende mejorar la educación a través de programas de acreditación, evaluación, financiamiento, etc., todo lo cual sigue en la lógica sistémica objetiva muy lejos de la mejora educativa genuina, la verdadera formación integral para la vida está completamente ausente.

Estamos entrando en una nueva época donde una visión integral de la vida, del sentido de la educación y el futuro interdependiente de todas las culturas debe ayudar a reorientar el rumbo del desarrollo.

Durante los últimos trescientos años, la humanidad occidental se orientó al control del mundo externo, construcción de ciudades, máquinas más veloces y eficaces, aviones, carreteras y productos diversos que se suponía nos darían bienestar, fue un paso evolutivo externo quizá necesario en cierto sentido.

Pero ahora, dentro de la nueva visión, todo apunta a que el próximo paso evolutivo será hacia la evolución de la conciencia, será un paso evolutivo de la interioridad humana, el despliegue de nuestra genuina inteligencia.

Este cambio en el sentido del desarrollo es fundamental ya que los dilemas que enfrentamos actualmente se refieren a graves conflictos en la relación de los seres humanos: autoritarismos, corrupción, pérdida de sentido, violencia, racismo, etc.

Nos encontramos ante un cambio de época planetaria que incluye cambios radicales en las dimensiones política, económica y social de nuestra civilización.

Es un cambio de paradigma global sobre el que se organizó toda la vida humana en los últimos siglos.

En este nuevo paso evolutivo la visión mecanicista del siglo XVII y su consecuente cientificismo se convierten en un obstáculo para el despliegue de una conciencia holista y una sociedad integral, de allí que el cambio de época actual y la consecuente emergencia de una nueva cultura con conciencia cosmo-céntrica centrada en la búsqueda del bienestar no solo de la propia cultura sino de todas las culturas sea muy importante.

Esto no es de ninguna manera un ideal romántico regresivo, es una necesidad concreta sentida e intuida por todos los seres humanos sensibles, desear un mejor mundo y trabajar por él es lo más coherente y prudente que podemos hacer.

Con la entrada del siglo XXI, el cambio de época y la emergencia de una nueva cultura integral sustentable estamos encontrando un nuevo contexto propicio para el desarrollo de la educación holista.

En primer lugar estamos viviendo una revolución en el conocimiento humano, la percatación de que el conocimiento objetivo, científico y académico es absolutamente insuficiente para comprendernos a nosotros mismos como seres humanos, que la pasión, los sentimientos, los ideales, los valores, la subjetividad y la espiritualidad son centrales en nuestra vida, en

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