Campo Maduro
Enviado por guadaluope • 7 de Mayo de 2015 • 284 Palabras (2 Páginas) • 276 Visitas
El fracaso es, de acuerdo al saber formal de los diccionarios: “la frustración de una pretensión, o el resultado de la adversidad”, también es, “la caída o ruina estrepitosa de algo, un suceso lastimoso, inopinado y funesto”; se aplica, finalmente, a la persona “desconceptuada a causa de sus fracasos”, la que, figurativamente “es un fracasado”.
El fracaso escolar se puede leer en el entrecruzamiento de la sociología, la pedagogía y la psicología a partir de dos polos de interés: el político y el económico. Cada perspectiva depende, por tanto, de la posición o paradigma adoptados, así como de las pruebas aportadas y su interpretación. Desde estas lecturas e intereses, es posible distinguir: el fracaso del estudiante, el fracaso del maestro, el fracaso escolar de la familia, el fracaso de la política y la economía de la educación, tanto como el fracaso personal. Una vez citadas estas fuentes bibliográficas, de sentido común, espero que la dama Academia no se nos ofusque, en su formalismo vigilante, por lo que sigue. El significado dramático de este adjetivo (fracaso), puede ser aplicado para calificar, por ejemplo, al estudiante, o a la escuela. En el primer caso, lo dramático del fracaso estudiantil mueve el resorte de la culpa moral: del alumno, del docente, de la familia o del investigador; en breve, el registro de lo ético. En el segundo caso, al diagnosticarse la baja eficacia del sistema educativo (integrado por políticos, funcionarios, alumnos, profesores, inspectores, directores; pero también por investigadores que abordan el tema); se movilizan argumentos, en el registro que denominamos como el determinante técnico: el fracaso de lo escolar. Lo que prevalece en el primer tipo de juicios, es lo ético; en el segundo, lo técnico.
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