Capitulo 4 del discurso del metodo
Enviado por Fernando Farias • 16 de Mayo de 2017 • Informe • 352 Palabras (2 Páginas) • 1.062 Visitas
Cuarta Parte
En el cuarto capítulo y el más central, encontramos lo más interesante de la obra. Implanta la “duda metódica, observando que el conocimiento acogido a través de los sentidos suele ser equivocado, se ocupa a dudar de todo para ver si puede llegar a un conocimiento que pueda considerarse verdadero. Pero se da cuenta que mientras está dudando, piensa, y si está pensando, llega a la conclusión de que existe. Con esta hipótesis, origina un primer principio para su nueva filosofía. “Pienso, luego existo”, es el primer principio donde Descartes establece su método, pues este argumento es tan fuerte y verídico que no puede ser refutado, ni desechado. Por lo tanto, la duda sería el primer principio de la filosofía moderna.
Descartes se da cuenta que, somos capaces de dudar de todo, pero no podemos dudar de que dudamos y como dudar es pensar, no podemos dudar de que pensamos. Pensar es nuestra primera certeza, dicha certeza nos hace llegar a la certeza de que existimos. En el momento de considerar en llegar a una certidumbre, dudamos, intentamos vencer un estado imperfecto y obtener otro perfecto que aún no disfrutamos. Pero el modelo de perfección, sin el cual el hombre no pudiese tener la idea de su imperfección, en lo que concierne a un sujeto que es capaz de dudar, pues que se equivoca. Este modelo no puede provenir del pensamiento, que es algo imperfecto, sino de un ser perfecto, que es Dios. Ser el cual es perfecto que ha introducido en nuestro pensamiento el modelo de percepción.
De la existencia de Dios y del existir de nosotros se libra que el mundo exterior, distinto de nosotros, también existe. Si el mundo no fuese una realidad, Dios nos estaría mintiendo, haciéndonos creer como algo real un mundo que es irreal; pero Dios, siendo como es perfecto, no puede mentir, pues la mentira y la falsedad son imperfecciones, y no pueden ser características de un ser perfecto. En conclusión, para Descartes el mundo exterior es real y podemos creer en la declaración de los sentidos.
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