Casrtas A Un Joven Ing
Enviado por aleepinaa • 29 de Abril de 2015 • 2.796 Palabras (12 Páginas) • 206 Visitas
Carta I
Sobre la verdadera vocación.
Tu decisión de estudiar ingeniería, me lleva a algunas reflexiones que plasmo en esta carta, siguiendo aquella vieja y maravillosa costumbre de la comunicación epistolar, tan disminuida por los adelantos tecnológicos, pero aún no superada ni en sus características de cosa muy personal y de objeto afectivo y privado, y que tanto nos uniera cuando tú, muy menor, fuiste a estudiar fuera del país.
La primera de mis reflexiones toca un aspecto delicado e importante, que es el de tu vocación para la profesión que has elegido; podríamos iniciar un diálogo que nos permitiera ahondar tanto en los grandes asuntos de la profesión como, en los detalles que le dan sentido y contenido a la vida profesional.
Quiero expresarte que estaré satisfecho, encantado, si seleccionas la actividad profesional que te ofrezca la posibilidad de realizarte a plenitud; la que sea, la que te permita colmar tus expectativas, la que te dé la oportunidad de gozar en su realización, de buscar con el ánimo del descubridor caminos nuevos y retos de altura; la que te abra el horizonte de todos los anhelos y garantice a tu dedicación la proscripción del tedio; la que te entregue, en suma, al desarrollo y al goce pleno de tus facultades. Esa meta que debe tener toda persona que aspira a un título.
Lamentablemente, no siempre ocurre que se analicen con cuidado como es decidir a qué te vas a dedicar profesionalmente el resto de tus días.
Hace no mucho, las familias mexicanas aspiraban a contar entre sus miembros a un militar, a un médico y a un sacerdote, ya que las mujeres estaban claramente limitadas a atender el hogar, cuando no a consagrarse a Dios. Hoy, aunque se han modificado tales patrones, continuamos “orientando” o tratando de orientar a nuestros hijos.
Todos conocemos al padre que exige a su hijo, quien pretende ser torero, futbolista, violinista o pintor, que antes de dedicarse a “eso”, le traiga su título de arquitecto o de doctor. Y conocemos también al licenciado, al ingeniero, al médico o al odontólogo que estudiaron sin vocación, lanzados a esas profesiones sólo porque en su familia, durante generaciones, alguien las ha estudiado o porque lo hicieron su padre o su madre, a quienes admiran o creen que admiran en lo profesional.
También conocemos a quienes se dedican a cosa diferente a la que estudiaron y lamentan con amargura su mala elección.
Yo sé, querida Vero, que tú has demostrado en todo instante firmeza en tus decisiones y carácter. Escucha, pide opiniones, pero que al final sean sólo tus intereses, tus gustos, tus aspiraciones, tus habilidades, tu sensibilidad, tu vocación, los que definan tu decisión.
Siempre he pensado que para poder darse con generosidad, es necesario ser un tanto egoísta. No se puede hacer felices a los demás si no se es feliz, como tampoco se puede ser feliz sin darse generosamente a los demás. Y la actividad profesional es muy probablemente, si se ha elegido bien y por lo tanto se desempeña con gusto, con pasión y con emoción.
A ese respecto, Durand-Lasalle escribía en 1873, en El generalato. O de la educación, de la instrucción, de los conocimientos y de las virtudes necesarias: Aquellos hombres sensatos habían conservado con razón, en el primer plano, ese conocimiento esencial e indispensable para conocer al resto de los hombres.
Naturalmente que tú análisis, oteador de futuros, presenta el reto de múltiples incertidumbres —única certidumbre, por cierto, que hoy tenemos—. Muchas preguntas se agolpan en la mente de la juventud cuando debe imaginar horizontes de amplio espectro y de largo plazo y al mismo tiempo escudriñar los rincones más profundos del propio ser. A cada pregunta surgirán muchas más, y a mayor profundidad en el análisis, brotarán nuevas dudas, nuevas inquietudes, pero también nuevas expectativas.
Curiosamente, te garantizo, cada nueva pregunta que te hagas te hará más segura. El aprendizaje se logra con base en muchas preguntas y de una que otra respuesta, de búsqueda más que de descubrimientos.
Antes de dar por concluida esta carta, debo aclararte que mi insistencia en tu reflexión no la inspira ni la duda en tu decisión original, ni la sombra de una idea personal sobre un camino distinto para ti.
Surge de una cierta deformación profesional de ingeniero “que pide una última revisión del cálculo de la estructura antes de firmar la responsiva, para garantizar que el edificio se mantendrá en pie independientemente de la magnitud de los sismos que lo sacudan, o que el sistema no fallará.”
Por otra parte recuerda las sabias palabras del Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre. Por la libertad, así como por la honra, se puede o se debe aventurar la vida.”
Pero por esa libertad, y con esa libertad, tienes que tomar en cuenta que enfrentarás, la resaca de una vieja costumbre machista, que sugiere que hay carreras adecuadas para las mujeres, entre las que no está la ingeniería.
La ingeniería “no era una profesión para las mujeres”. Corría incluso la especie, por ejemplo, de que una mujer no podía bajar al tiro de una mina, porque era de “mal fario”,
Hoy los prejuicios van desapareciendo, e incluso en algunas especialidades el sexo femenino se impone ya en número, Esto no quiere decir, querida hija, que ya se haya superado todo en forma definitiva y que vayas a encontrar el camino libre de obstáculos machistas. Aún te toparás con algunos profesores y con algunas profesoras que exigen a las mujeres más pruebas que a los hombres para ver “si de veras las pueden”.
Concluyo por ahora este asunto, que reabriremos si lo consideras conveniente, en espera de tus comentarios; iniciemos ese diálogo al que me referí al principio sobre el maravilloso tema de tu futuro profesional, para el que te ofrezco el ya cargado acervo de mis experiencias. Estoy cierto te será útil en tus reflexiones, como lo fueron para mí los consejos que recibí cuando pasé, hace ya muchos años, por trance semejante.
Carta II
Sobre la ética profesional.
Se puede imaginar la respuesta de Vero a la primera carta que le envía su padre: ella confirma que su verdadera vocación es el ser ingeniero. Así es como Javier hace mención muy recalcada acerca de algo importante: en el momento de elegir alguna ingeniería, de hecho, cualquier profesión, debemos considerar las más
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