Confianza ¿Puedo confiar en ti?
Enviado por oso32 • 21 de Septiembre de 2015 • Documentos de Investigación • 3.535 Palabras (15 Páginas) • 103 Visitas
Confianza
¿Puedo confiar en ti?
- Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. […] como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡Domestícame!
La confianza es creer que una persona o conjunto de personas tendrán la capacidad de pensar y actuar en determinadas circunstancias y que desearán hacerlo de manera conveniente.
Estarás de acuerdo que la confianza es básica para cualquier relación humana ya sea familiar, de amistad, de noviazgo, de matrimonio. Se inicia con un conocimiento de la persona, hay transparencia en la relación, existe comunicación, se avanza en el reconocimiento, se enriquece el vínculo y se logra la confianza. Ésta es muy difícil conseguirla y muy fácil perderla, por eso hay que cultivarla y cuidarla.
Tal vez te haya sucedido que confiaste tus pensamientos y deseos a alguna persona y al enterarte de que los ha comentado con otros te has sentido defraudado e incluso traicionado. Pareciera algo sin mayor trascendencia, no obstante, cuando la confianza en el otro se ha perdido, la persona tiende a retraerse en esa relación. Y hay que trabajar mucho en repararla.
“Los discursos inspiran menos confianza que las acciones” (Aristóteles). Para que seas una persona confiable es necesario que desarrolles varios aspectos: Se congruente entre lo que dices y haces; se respetuoso y maduro para mantener tu palabra; realiza trabajos limpios, con orden y puntualidad; muestra capacidad en lo que manifestaste que podías realizar; reflexiona antes de tomar decisiones y consulta con quienes compartirán contigo la responsabilidad; habla con la verdad, se transparente y abierto; no hables mal de nadie ni permitas que hablen mal de los demás; escucha atentamente las opiniones de otras personas; cumple un servicio con puntualidad y con las características que hayas ofrecido; no reveles confidencias; que tu actuación sea siempre igual en circunstancias similares.
Comprensión
¿Qué tan bien sabes escuchar?
En una primera instancia, la comprensión es interpretar el estado de ánimo, las acciones, la conducta, el comportamiento, los sentimientos, los defectos y debilidades de una persona y si los elementos que influyeron sobre ellos son razonables y están justificados, tratando de discernir qué los ocasionó.
En segundo lugar, estaría el deseo de ayudar al que está sufriendo poniendo esfuerzo y empatía y prestando el hombro para consolar y el oído para escuchar con atención. Esta actitud creará un ambiente propicio para que las personas se sientan cómodas al hablar y, de ahí, se sentirán mejor al explayar su intranquilidad o pesadumbre.
La persona comprensiva mostrará una preocupación genuina, la plática no deberá convertirse en un interrogatorio, en cambio se respetará la intimidad del que está confiando su situación.
Y, algo muy importante, para poder comprender y ayudar hay que salir de sí mismo, es decir, olvidarse de sí, dar de sí, darse con generosidad e incluso, si la falta fue cometida contra ti, perdonar, dar otra oportunidad.
Para mostrarte empático en una situación como la que se ha descrito podrías hacer algo de lo siguiente: evita decir “no te preocupes” o “¿para qué piensas eso?” porque tales frases intimidan a la persona y lo que sucederá es que dejará de hablar; escucha atentamente lo que te está diciendo, de vez en cuando repite alguna frase que la persona haya mencionado para que se dé cuenta de que estás prestando la atención debida y que la estás entendiendo; no prejuzgues, aun cuando no apruebes la acción o pensamiento que te están confiando, permanece neutral para que puedas comprender por qué hace o ha hecho lo que te está comentando y ayudarla desde su problema, no desde tus ideas; no interrumpas, escucha lo que te está diciendo, no te quedes repasando lo que dijo en la frase anterior porque perderás las siguientes frases; dale tiempo para hablar y date tiempo para escuchar.
Gratitud
¿Cómo te sientes cuando una persona hace algo por ti?
Cuando una persona ha recibido un beneficio de otra, experimenta un sentimiento de aprecio por ella, por lo que puede decirse que la gratitud consiste en reconocer y retribuir a la persona que ha hecho o hará un favor, ha prestado ayuda o un servicio.
Cuando solicitas ayuda ya sea en algo sencillo o difícil lo haces con las palabras “por favor”. Un favor recibido no es posible “pagarlo”, siempre queda la deuda, aun cuando se hiciera otro favor similar. Mostrar gratitud es aceptar con nobleza que se ha recibido un don generoso que despierta afecto en tu corazón y cuando das las “gracias” no es sólo una palabra superficial sino que transforma tu vida; si recuerdas la generosidad que han tenido contigo, de alguna forma te sientes querido y apreciado, se enriquece tu relación con el bienhechor.
“Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos” (Daniel Defoe). Para agradecer es necesario valorar lo que tienes, por ejemplo:
Tengo comida para llevarme a la boca, tengo un techo que me cubre, vestido que me abriga, dinero producto del trabajo de alguien, escucho el despertador y una canción porque puedo oír, puedo leer porque puedo ver, tengo vida porque mis padres fueron co-creadores con Dios, tengo salud, hay alguien que me ama, hay alguien a quien puedo amar; he aprendido porque alguna persona me ha enseñado, tengo amigos que me aprecian, tengo bienes materiales porque alguien se esforzó para proporcionármelos.
Cuando agradeces eres mejor persona; no olvides retribuir con una sonrisa a quienes están a tu alrededor, por cualquier acto aunque sea sencillo. “Ingrato es el que sólo en secreto es agradecido. Ingrato es quien niega el beneficio recibido; ingrato, quien no lo restituye; pero de todos, el más ingrato es quien lo olvida” (Séneca).
Paciencia
¿Alguna vez te has quejado porque las cosas no suceden rápido?
“Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza […]” (Santa Teresa de Jesús).
La paciencia es padecer, soportar, tolerar, comprender, superar las dificultades, adversidades, contratiempos, obstáculos, molestias, privaciones, ya sean físicos o espirituales, sin murmurar, lamentarse, alterarse, quejarse, abatirse, rebelarse sino con serenidad y moderación en las manifestaciones externas por lo sufrido. Nada fácil…
“En cualquier contienda entre el poder y la paciencia, hay que apostar por la paciencia” (William B. Prescott). Para ser una persona paciente deberás ser optimista, alegre, tener entereza con los demás que contestan mal cuando sufren por alguna enfermedad o desgracia; si llega alguien de improviso, si alguna cosa en casa u oficina se descompone; si el tráfico llega a ser desquiciante; calma con los niños que no aprenden “a la primera” o que preguntan muchas veces lo mismo; con las personas mayores que repiten sus historias y anécdotas que te sabes de memoria o que no pueden moverse o comer con facilidad; tranquilidad en la fila del banco o del supermercado; esperar el autobús o taxi que no llegan; evita consultar cada minuto el teléfono o las redes sociales para ver si te escribieron o no. Podría ser que en la familia haya una persona difícil de carácter o inoportuna. “No hay amor fino sin la paciencia” (Santa Teresa de Jesús) el premio serán relaciones armónicas con tu pareja, con tu familia; con tus amistades porque las hará duraderas; con los compañeros de trabajo así como con tu jefe y subordinados.
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