Conocimiento Sensible
Enviado por mechida • 4 de Julio de 2013 • 3.864 Palabras (16 Páginas) • 741 Visitas
Introducción
Este tema involucra a distintas disciplinas: a la gnoseología y a la antropología (por el lado de la filosofía), a la psicología y a las neurociencias.
El conocimiento sensible se encuentra sumamente mediatizado por facultades orgánicas. Esta dependencia de lo orgánico, que es mayor y más notoria que en el conocimiento intelectual, nos manifiesta las limitaciones de este tipo de conocimiento. Esto podría resumirse en el siguiente principio: mientras mayor sea la intervención de algo material (todos los órganos materiales involucrados en el conocimiento en este caso) más limitado es el conocimiento. Pese a esto el conocimiento sensorial es un verdadero conocimiento.
A la filosofía no le interesa estudiar cómo se produce el conocimiento sensible sino cuál es su objeto, cuál es el valor de este conocimiento considerando las dificultades materiales que parecen objetarlo.
Los sentidos Externos y sus objetos
Los sentidos podrían ser divididos siguiendo varios criterios. Uno de ellos se refiere a su función. Siguiendo este criterio podríamos dividir a los sentidos en dos: aquellos que se ordenan al crecimiento y a la conservación de un ser (el tacto y el gusto: el primero, por ejemplo, nos informa de las sensaciones de placer que acompañan a la vida afectiva y sexual; el segundo, por ejemplo, de las sensaciones ligadas a la alimentación). Un segundo grupo estaría constituido por los sentidos más orientados al conocimiento como un fin de su actividad (el olfato, la vista y el oído).
Encontramos tres clases de objetos del conocimiento sensorial:
a. propio b. común c. concomitante
a) El objeto o forma que está ordenando a cada uno de los sentidos en particular:
Vista: color
Oido: sonidos
Olfato: olores
Gusto: sabores
Tacto: temperatura, consistencia, rugosidad, etcétera.
b) Aquellas formas u objetos que pueden ser captados por varios sentidos a la vez: la figura la cantidad, el movimiento, etcétera. Por ejemplo: el andar de un perro puede ser captado por el oído (los ruidos que produce su respiración y el movimiento de sus patas); por la vista (el movimiento de todo su cuerpo); por el olfato (podemos comenzar a sentir su olor, o sentirlo de forma más pronunciada).
c) Todo aquello que acompaña a la forma u objeto sentido pero que no es directamente lo captado por el sentido, esto es, la substancia que sirve de sujeto a las cosas que captamos. Por ejemplo: con la vista captamos el color de una pared, pero también captamos, y esto con todos los sentidos, a una substancia portadora de un color, como en ejemplo citado, y de otras propiedades captadas por el resto de los sentidos.
La doble dimensión del conocimiento sensible
Cuando hablamos del conocimiento sensible tenemos que distinguir dos dimensiones: los órganos sensoriales y las potencias sensoriales. Por eso, por ejemplo, es importante no confundir la vista con el ojo. Este último sería la dimensión o el elemento material del conocimiento sensible, el órgano material indispensable para que se produzca el conocimiento sensible. La otra dimensión es la formal: la potencia que surge, que brota, que emana del alma, y que integrada al órgano permite que se verifique el conocimiento sensorial. En esto el gran Aristóteles ha sido un pionero: el alma es lo que anima al cuerpo, lo que le da vida, el motor de cada uno de nuestros órganos. Los órganos sensoriales de un cuerpo inerte pueden conservarse intactos, si se siguen diversos procesos para conservar ese cuerpo, pero pese a eso carecerá de la potencia, dada por el alma, para que se produzca un conocimiento. La dimensión material del conocimiento sensible, esto es, los órganos sensoriales, son los encargados de los procesos físico-químicos que se producen en el conocimiento sensible, y esto gracias a que están animados, gobernados y causados por la dimensión formal del conocimiento sensible, es decir, la potencia o facultad del alma.
Por eso hay que insistir: ninguna de esas transformaciones físico-químicas es el “ver”, “oír” u “oler”. Lo captado por nuestros sentidos imprime su especie y su forma (tal como lo denominamos en la primera parte de la unidad) en nosotros, y no solamente a la manera de un influjo físico. Lo captado por los sentidos imprime en nosotros su especie intencional.
La intencionalidad en el conocimiento sensible
Siguiendo con el punto anterior: Santo Tomás nos enseña que hay tres tipos de facultades en las creaturas racionales: la sensitiva, la intelectual encarnada y la intelectual pura. Esta última corresponde a los Ángeles, por ser seres puramente espirituales, inmateriales. Las dos primeras son las facultades del hombre: la facultad sensitiva inhiere en la materialidad. Solicita una estructura orgánica como causa material de su existencia y funcionamiento. Nuestras facultades sensibles siempre funcionan sobre la base de un órgano. Algo similar sucede que nuestro entendimiento: está separado a medias de nuestra materialidad. No es una facultad orgánica (pero sí se apoya en lo orgánico). Repitiendo a Aristóteles: es la forma de un cuerpo, lo que le da vida, y lo que le hace ser un determinado tipo de ser, pero no depende de él para existir (por eso el alma trasciende la muerte del cuerpo). Ahora bien, el intelecto humano en cuanto humano es entonces finito y encarnado: por ello se somete a las relaciones, a su trato con la sensibilidad: para conocer la esencia de las cosas necesita, le pide a los sentidos las imágenes que estos producen para poder aplicar su luz. Volviendo al viejo Aristóteles: no hay nada en nuestro intelecto que no haya pasado primero por nuestros sentidos.
Cuando hablamos de la intencionalidad del conocimiento sensible, o de la acción intencional que ejercen las cosas conocidas sobre nuestros sentidos nos referimos a que en el conocimiento sensible se verifica la inmaterialidad del conocimiento, pero siempre apoyada en la captación orgánica. Sabemos entonces, por lo que ya dijimos, que cuando hablamos de conocimiento sensible nos referimos a facultades que tienen una estructura orgánica, que se realizan en la materialidad y que dependen de ella. Entonces para que se ejerza su acto de conocimiento es necesario que el órgano reciba un estímulo físico por parte del objeto de conocimiento, y que ese estimulo físico guarde proporción con nuestro órgano (por ejemplo, un sonido cuya intensidad pueda ser captado por nuestro oído, y no como sucede con muchos sonidos agudos que son captados, por medios naturales, exclusivamente por animales como los perros). Recapitulando: algo tiene que pasar, por ejemplo, en nuestro ojo. Pero
...