Cual Es El Motor De La Vida
Enviado por ken5 • 21 de Febrero de 2015 • 8.434 Palabras (34 Páginas) • 1.717 Visitas
¿Cuál es el motor de la vida?
El comportamiento y la actitud de un individuo depende en gran medida de los preceptos morales y valores espirituales que haya recibido desde niño, los factores culturales y la religión ejercen una poderosa influencia. Por esta diversificación de elementos influyentes la gente difiere de su percepción sobre diversos asuntos como ante la pregunta de cuál es el motor de la vida.
Aparte del corazón como estructura responsable del existir de nuestro cuerpo físico, ¿cuál es la fuerza que impele a seguir viviendo día a día? ¿Hay en el ser humano algo más superior al instinto que es patrimonio de los animales como motor de la vida? Muchos dirán, principalmente los impregnados grandemente de concepciones religiosas que, primero mi fe en Dios, que guía mis pasos, me escucha y alivia mis pesares del día a día, segundo, mi familia, centro de mi vida, a ellos me doy y cuento para salir adelante. Otros como los románticos dirán que es el amor el que mueve la vida, el amor es para el hombre lo que el agua para las plantas, es la energía, es el motor de la existencia, ese amor concebido como el querer, el apreciar un amanecer o las cosas que a uno lo rodean, el sentimiento a ella o a él o el querer uno mismo. No pocos estarían de acuerdo en señalar que lo que mueve a la vida son los sueños, las ilusiones o metas que se trazan, eso es lo que da valor para seguir adelante. Una concepción extraída de las llanuras abisales del alma de Auxi Gonzales (poetiza), dice que el motor de la vida es, el amor para los románticos, y para los mordaces, el sexo; pero ambos son inocentes en este mundo mecanicista donde el dinero es el motor de la vida.
Sin duda todos los anteriores son elementos que desembocan en última instancia en lo que realmente mueve la vida de los seres humanos, y es la búsqueda de la felicidad
Toda acción o decisión (Dios, amor, hijos, familia, dinero, etc.) está abocada a alcanzar la felicidad.
Los actos propios de cada día están orientados precisamente en conseguir la felicidad. Todo ser humano anhela consciente o inconscientemente
Conseguir felicidad o dar felicidad y ese es finalmente el motor y el fin de la vida.
Se recomienda cambiar el aceite de su auto periódicamente. Mientras cambiemos el aceite con mayor frecuencia, más durará el motor. Si nunca cambiamos el aceite, el motor suele “morir” antes de tiempo por la mugre que obstaculiza su buen funcionamiento.
Podemos relacionar la vida con el motor. Los hábitos y las rutinas son el aceite en nuestro propio Motor de la Vida. Cuando cambiamos nuestros hábitos y rutinas, extendemos la vida de nuestros motores, produciendo resultados sorprendentes. Mientras que cualquier camino nos lleva por el sendero de la vida, son nuestros hábitos y nuestras rutinas lo que le dan poder al camino. Al acercarse el fin de año, pensamos en lo que queremos cambiar para el próximo. Genera un periodo de análisis. Reflexionamos sobre lo que fue y lo que puede ser. Algo que todos podemos hacer es darnos cuenta de cuánto tiempo ha pasado desde nuestro último cambio de aceite. “Si seguimos
haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados.” En términos de computación lo llamamos, “Basura dentro, basura fuera.”
Si estamos logrando lo que deseamos, no hay necesidad de grandes cambios. Sin embargo, inclusive cuando vamos bien encaminados, ¡hace falta ver el retrovisor de vez en cuando para asegurar que no encontraremos alguna sorpresa desagradable!
Comenzamos el año con buenas intenciones. Nuestras resoluciones para el próximo año pueden incluir:
Perder peso
Dejar de fumar
Ganar más dinero
Ser más productivo
Realizar más ejercicio
Mejorar nuestra comunicación
Mientras que todos son buenos objetivos, con frecuencia el día a día retoma el control de nuestras vidas después de la euforia de las fiestas y dejamos a un lado nuestras buenas intenciones para atender asuntos más “importantes.”
Para realizar cambios significativos tenemos que cambiar el aceite y revisar que tenemos suficiente lubricación y así asegurar que nuestro “Motor de la Vida” está funcionando como debe ser. Podemos analizar lo que estamos haciendo cada día. Una queja común es, “¡No tengo suficiente tiempo!” Mientras que el tiempo es un recurso limitado para todos, sí tenemos tiempo para realizar las tareas a los que le demos prioridad. Lo que falta no es “el tiempo” sino una falta de enfoque. También hace falta tener una buena razón por el cual cambiar. La mayoría de nosotros cuidamos mejor nuestros carros que a nosotros mismos. ¿Por qué hacemos esto? La respuesta es muy sencilla, nuestros autos representan una inversión importante y queremos cuidar esa inversión.
¿Cuánto vale nuestro cuerpo?
Independientemente del valor que le demos a nuestro cuerpo, para mantenerlo en óptimas condiciones, tenemos que cambiar nuestro aceite de vez en cuando y darle su merecida importancia. Lamentablemente, lo que suele impulsar estos tipos de cambios son circunstancias de vida que nos obligan a adoptar nuevos hábitos y costumbres.
Hábitos pueden darnos poder o nos pueden destruir. ¿Qué tal si de una vez escogemos hábitos poderosos en vez de destructivos?
¿Imagina lo que podemos lograr si nuestras acciones y pensamientos son congruentes con nuestros sueños y deseos?
¡No hay límites! Los únicos límites son aquellos que ponemos nosotros mismos. Nuestra salud, nuestro ingreso y nuestro bienestar están en nuestras manos.
¿Cómo podemos cambiar nuestros hábitos para dirigir nuestra dirección y determinar nuestro destino?
La vida no es como debería ser; es como es. No existe varita mágica que pueda cambiar los hábitos de toda una vida de un día para otro. Lo que sí podemos hacer es realizar pequeños cambios asegurar que nuestro Motor de la Vida está funcionando como debe ser.
Podemos preguntarnos lo siguiente:
¿Qué efecto tendrá lo que voy a hacer sobre el “aceite de mi motor”?
¿La comida que comeré permitirá que mi “motor” funcione mejor o peor?
¿Este cigarro que me quiero fumar va a influir positivamente o negativamente
en mi “motor”?
¿Qué tal si hago algo más que cumplir solo con los requerimientos mínimos de
mi trabajo?
¿Cuál es el uso más valioso que le puedo dar a mi tiempo en este instante?
¿En vez de tomar el ascensor, qué tal si tomo las escaleras esta vez?
¿Qué puedo hacer para escuchar más y hablar menos?
Cambios dramáticos en nuestras vidas no son una fórmula secreta que mágicamente resuelve todos nuestros desafíos. Son las cosas pequeñas hechas constantemente lo que hace la diferencia
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