Darwin y su teoría de la selección natural
Enviado por ricardozamora • 3 de Diciembre de 2012 • Documentos de Investigación • 29.194 Palabras (117 Páginas) • 517 Visitas
Prólogo
Introducción
Capítulo I : La variación en estado doméstico
Capitulo II: La variación en la naturaleza
Capítulo III: La lucha por la existencia
Capítulo IV: La selección natural o la supervivencia de los más aptos
Capítulo V: Leyes de la variación
Capítulo VI: Dificultades de la teoría
Capítulo VII: Objeciones a la teoría de la selección natural
Capítulo VIII: Instinto
Capítulo IX: Hibridismo
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Prólogo.
Charles Darwin, el científico naturalista que más contribuyó a la historia de la biología, nació en Shrewsbury el 9 de febrero de 1809. Quinto hijo de Robert Darwin, un próspero médico rural, y de Susannah Potter, creció en el seno de una sofisticada familia inglesa.
Luego de finalizar sus estudios en la escuela de Shrewsbury, ingresó en la Universidad de Edimburgo para cursar medicina. En 1827 abandonó la carrera y comenzó estudios de teología en la Facultad de Estudios Cristianos, en la Universidad de Cambridge, con el fin de convertirse en clérigo rural, como lo deseaba su padre. Allí inició una íntima amistad con John Stevens Henslow, cura y botánico, que lo llevó consigo en largas expediciones para recolectar plantas y lo recomendó al capitán Fitz Roy como tripulante del buque inglés Beagle.
Ya a fines del siglo XVIII, como en busca de un portavoz, la teoría de la evolución rondaba lentamente la atmósfera de los naturalistas. Pero lo que le otorgó a Darwin el crédito de descubrir la selección natural fue la publicación, el 24 de noviembre de 1859, de El Origen de las Especies. Esta edición se agotó el día de aparición y, con las subsiguientes, fueron seis publicaciones en total las que se editaron en vida de Darwin.
El origen de las especies fue el resultado de un exhaustivo y profundo trabajo de observación e investigación que Darwin comenzó desde muy joven, cuando se dedicó a estudiar historia natural y reanudó sus colecciones de minerales e insectos, que había comenzado en la escuela. Sin embargo, lo que realmente consagró los años de estudio y reflexión fue su labor como naturalista en la expedición alrededor del mundo, a bordo del Beagle. Tal como lo afirma en la autobiografía: "El viaje en el Beagle ha sido el acontecimiento más importante de mi vida y el que determinó toda mi carrera".
El origen de las especies fue el primer relato convincente y claro acerca de la teoría de la evolución y de la selección natural. La obra de Darwin estaba narrada en un lenguaje directo y coloquial, accesible a cualquier lector. En ella fue capaz de explicar en forma simple que las especies cambiaban como resultado de una necesidad nueva; que la lucha por la supervivencia eliminaba las variaciones desfavorables y sobrevivían las más aptas; que el número de individuos de cada especie permanecía más o menos constante; y explicó, por medio de descripciones minuciosas, cómo variaban en todos los aspectos las distintas especies según el entorno.
Una de las principales influencias en su teoría de la selección natural ha sido el clérigo y economista británico, Thomas Malthus, con su Ensayo sobre el principio de la población (1798). También se le atribuye gran importancia en la obra de Darwin al naturalista Alfred Russel Wallace (1823-1915), quien en su última expedición a las islas de Malasia formuló su hipótesis acerca de la selección natural. En 1858, a pesar de que no se conocían, Wallace le comunicó sus ideas a Darwin, quien ya poseía una teoría similar. Unos meses antes de la publicación de El origen de las especies, ambos científicos habían realizado una publicación conjunta de extractos de los manuscritos.
Darwin narró en su Diario de viaje algunas vivencias que lo llevaron al comienzo de una crisis religiosa; llegó a escribir: "...De hecho casi no puedo comprender cómo haya nadie que pueda desear que la doctrina cristiana sea cierta". No encontraba compatible la esclavitud, sustento de la economía de la burguesía, a la que pertenecía, con la doctrina cristiana. Varios años después escribió con cierto tono irónico: "Considerando la ferocidad con que he sido tratado por los ortodoxos, parece cómico que alguna vez pensara ser clérigo".
Luego de cinco años de expedición (1831-1836) redactó, sobre la base de los apuntes tomados a bordo, el Diario de viaje.
En 1842, después de realizar una travesía por el norte de Gales con el fin de observar los glaciares, la mala salud de Darwin se acentuó. Siempre había sido hipocondríaco, pero los males comenzaban a hacerse reales. Renunció al cargo de Secretario de la Sociedad Geológica y buscó, junto a su prima, Emma Wedgwood - con la que se había casado en enero de 1839 - un lugar retirado, en los alrededores de Londres. Halló una casa en Down House, en las afueras de Seven Oaks, que fue su último hogar. Entonces mantuvo una vida apartada de los compromisos sociales y dedicó unas horas por día a ampliar aspectos de su teoría. Murió el 19 de abril de 1882 de lo que luego se conoció como Mal de Chagas.
Aunque algunos médicos, contrariando a los familiares, sostuvieron que, en realidad, la causa de su muerte fue la constante angustia.
Es autor de: Arrecifes coralinos (1842), Mis diversas publicaciones (1844), Diario de viaje (1845), El origen de las especies (1859), Fertilización de las orquídeas (1862), El origen del hombre (1871), La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872), Vida de Erasmus Darwin (1879) y, por último, Power of Movement in Plants (1880).
Darwin vaticinó la inmortalidad de su obra y fue, sin duda, quien echó más luz sobre las tres áreas principales que cultivó: la geología, la botánica y "el misterio de los misterios", como se llamaba por esos años a los problemas de la evolución y de la selección natural.
Margarita Rodríguez Acero
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Introducción
Viajábamos a bordo del Beagle, buque de guerra inglés, en calidad de naturalistas, cuando nos impresionaron mucho ciertos hechos observados en la distribución de los seres orgánicos que habitan América del Sur, y en las relaciones geológicas existentes entre los actuales habitantes de aquel continente y sus antecesores. Estos hechos parecían arrojar luz sobre el origen de las especies. De vuelta a nuestra patria en 1837, se nos ocurrió que quizás algo podría sacarse en limpio de esta cuestión, acumulando con paciencia, para reflexionar sobre ellos, toda clase de hechos que pudieran tener alguna relación o conexión con el problema. Después de un trabajo de cinco años,
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