Defensas del organismo.
Enviado por santiferreyra23 • 30 de Marzo de 2016 • Trabajo • 3.077 Palabras (13 Páginas) • 345 Visitas
UNIDAD 3 – DEFENSAS DE NUESTRO ORGANISMO
1.
- Hay 3 formas principales de protección contra las enfermedades: barreras externas no específicas (piel, mucosas, saliva, lágrimas, etc.), defensas internas no específicas (fagocitos: macrófagos y neutrófilos, aumento de temp., etc.) y defensas internas específicas, también conocidas como de respuesta inmunológica (celular: linfocitos t, humoral: linfocitos b).
- Las defensas inespecíficas actúan a modo de barrera e impiden la entrada o la diseminación dentro del cuerpo de agentes extraños, ya sean microorganismos, como bacterias, virus, protozoos, hongos, o las sustancias que ellas producen y que pueden ser tóxicas. Se denominan “inespecíficas”, ya que actúan de igual forma frente a cualquier agente extraño, sin importar sus características o procedencia. Las defensas inespecíficas, o barrera defensivas primarias, incluyen la piel, las mucosas que recubren el interior de algunos órganos y sus secreciones, el sudor, el cilios, los ácidos grasos, etc.
- Cuando un microorganismo penetra la barrera externa, encuentra una segunda barrera de defensa. Cuando se produce una herida, las células que están en el área vecina liberan histamina y otras sustancias químicas que incrementan el flujo de sangre en el área, así como la permeabilidad de los capilares vecinos. Los glóbulos blancos circulantes atraídos por estas sustancias químicas atraviesan las paredes de los capilares y se aglomeran en el sitio de la herida. Estas células engloban, por fagocitosis, a los invasores extraños y, a menudo, quedan destruidas por autodigestion. Posteriormente, comienzan a formarse coágulos de sangre que separan el área dañada. La temperatura local a menudo se eleva, lo cual crea un ambiente desfavorable para la multiplicación de los microorganismos, a la vez que acelera el movimiento de los glóbulos blancos. Como consecuencia de esta serie de hechos, conocida como respuesta inflamatoria, el área dañada se hincha y se torna caliente, rojiza y dolorosa.
- Las células hijas se diferencian en dos tipos: células B de memoria y células plasmáticas. Las primeras no liberan anticuerpos, pero sí desempeñan un papel importante en la inmunidad futura a la enfermedad particular que estimuló su producción. Las células plasmáticas crecen y se llenan de retículo endoplásmico, en el que se sintetizan enormes cantidades de anticuerpos específicos. Estos anticuerpos son liberados al torrente sanguíneo (de ahí su nombre inmunidad humoral). La inmunidad humoral sólo puede defender contra organismos patógenos que están en la sangre o en el líquido intersticial. Así, las bacterias, las toxinas bacterianas y algunos hongos y protistas son vulnerables a la respuesta inmunitaria humoral. Los anticuerpos sólo pueden atacar a los virus cuando éstos acaban de ingresar al cuerpo, o bien, una vez que los virus han terminado de reproducirse en una célula huésped, la han reventado y han salido a los líquidos del cuerpo.
La inmunidad humoral destruye las sustancias químicas extrañas o microbios de diferentes maneras, en función de la clase del anticuerpo.
Tres tipos de células T contribuyen a la inmunidad mediada por células: células T auxiliares, células T citotóxicas y células T de memoria. Recordemos que las células T auxiliares responden a los antígenos en las superficies de los macrófagos, proliferan y producen citocinas que estimulan la división y diferenciación celular. Algunas de estas células T se convierten en células T citotóxicas. Los receptores en las membranas de las células T citotóxicas se unen a los antígenos en la superficie de las células cancerosas o infectadas. Luego las células T citotóxicas liberan proteínas (similares a aquellas producidas por las células asesinas naturales) que forman grandes poros.
En las membranas de las células blanco y enzimas que entran por estos hoyos y provocan que las células anormales se revienten. Después de que la infección termina, algunas células T se convierten en células T de memoria, las cuales, al igual que las células B de memoria, ayudan a proteger al cuerpo contra futuras infecciones.
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- Una vez que los linfocitos B fueron activados, se diferencian en linfocitos B de memoria y plasmocitos o células plasmáticas. Los plasmocitos liberan sus receptores, que pasan a circular por la sangre y la linfa. A estos receptores libres se los denomina Anticuerpos.
Es decir que los anticuerpos son un tipo particular de proteínas secretadas por los linfocitos B, que circulan por el cuerpo “en busca” de antígenos específicos. Cuando los anticuerpos se unen al antígeno, promueven la eliminación del agente extraño por la acción de macrófagos que los fagocitan. Una vez que fue eliminado los linfocitos T mandan señales para que los linfocitos dejen de multiplicarse y la respuesta inmunológica se frena.
Cada molécula de un anticuerpo tiene dos sitios de unión para el antígeno. Los dos antígenos que se unen a un anticuerpo son iguales. La unión especifica entre un anticuerpo y el antígeno no depende de la estructuras de ambas moléculas.
Debido a que cada anticuerpo tiene dos sitios de unión para los antígenos puede unir dos antígenos ubicados sobre diferentes glóbulos rojos. Entonces, se forman redes de glóbulos rojos unidas a través de los anticuerpos, esto se denomina aglutinación.
- Las superficies de nuestras propias células corporales contienen grandes proteínas y polisacáridos igual que los microbios. Algunas de esas proteínas, llamadas en conjunto el complejo mayor de histocompatibilidad (MHC), son únicas en cada individuo. Debido a que las proteínas MHC son diferentes en todas las personas, actúan como antígenos en los cuerpos de otras personas.
¿Por qué su propio sistema inmune no responde a estos antígenos “propios” y destruye sus propias células? La clave parece estar en la presencia continua de los antígenos del cuerpo mientras las células inmunes maduran. Conforme el embrión se desarrolla, algunas células inmunes en diferenciación producen anticuerpos o receptores de células T que pueden unir las propias proteínas y polisacáridos de los cuerpos, no solo las proteínas MHC si no también grandes cantidades de otras moléculas.
Sin embargo si estas células inmunes inmaduras se ponen en contacto con moléculas que se unen a sus anticuerpos o receptores de células T, las células inmunes son destruidas. De esta forma las células inmunes potencialmente peligrosas que respondan a las propias células corporales como lo harían con células extrañas, son eliminadas durante el desarrollo del sistema inmune. Así, el sistema inmune distingue lo “propio” de lo “no propio” al retener solo aquellas células inmunes que no responden a las propias moléculas del cuerpo.
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