EL PROBLEMA DE LA LONGITUD
Enviado por Ghislayne Vaca • 25 de Febrero de 2016 • Apuntes • 2.855 Palabras (12 Páginas) • 280 Visitas
EL PROBLEMA DE LA LONGITUD
El no conocer la longitud del mar casi siempre desemboca en naufragio, sobre todo en las largas travesías. A las grandes potencias marítimas les urgía poder conocer la longitud geográfica con suficiente precisión, estaban en juego tremendas cantidades de dinero y vidas humanas y quien primero pudiera calcularla tenía asegurado el dominio de los mares.
Luis J Santos Perez. El problema de la longitud geográfica.
Durante el siglo XVI y XVII existían muchas incógnitas para el ser humano acerca del universo y su funcionamiento. Incógnitas que llevaron a personas a profundizar su estudio y observar continuamente el cosmos para tratar de entenderlo.
Con el descubrimiento de tesoros en nuevas tierras, las expediciones marítimas eran cada vez más comunes y de sumo interés para países europeos. Pero estas expediciones no terminaban siempre de la forma esperada. La vida marítima era desafiante e impredecible y con la poca tecnología que existía en esa época, era un asunto de suerte llegar al destino y retornar al país natal sin sufrir pérdidas humanas considerables tanto por las enfermedades como por el evidente problema de desorientación una vez en alta mar. No se había encontrada en la época una resolución para dicho problema que tenía que ver con la medida de paralelos de longitud terrestre y se perdían muchas vidas por no saber la repuesta a esta incógnita. Las mentes más brillantes de la época se lanzaron en una carrera intelectual y técnica de encontrar la solución al problema de longitud, encontrando en el trayecto soluciones a otros problemas cósmicos, creándose leyes e invenciones de aparatos y mapas que fundaron lo que hoy conocemos sobre astronomía. Estos intelectuales no esperaban que el problema lo hubiese resuelto un relojero autodidacta sin conocimientos reconocidos de astronomía o física.
En el presente documento trataremos de llevarlos por una línea de tiempo en el que se explicaran estos descubrimientos paralelos a la resolución de la longitud, así como profundizaremos en el trabajo del ilustre John Harrison y sus relojes de mar que brindaron solución a uno de los problemas más grandes del siglo XVII.
El mundo como lo conocemos en la actualidad está divido en paralelos de latitud y meridianos de longitud que indican la posición de una persona en un determinado punto geográfico.
Los paralelos o latitud son líneas imaginarias horizontales que van de este a oeste y disminuyen de tamaño cuando van hacia los polos. La línea Ecuador se conoce como paralelo 0° que divide a nuestro planeta en dos mitades iguales.
Los meridianos o longitud son líneas imaginarias verticales que van desde el Polo Norte al Polo Sur. El meridiano de referencia actual o meridiano 0° de Greenwich forma un círculo que divide a la tierra en hemisferio oriental y hemisferio occidental.
En teoría parece fácil de entender y calcular una vez sabiendo los límites terrestres, pero por lo menos desde el siglo 3 A.C. el estimar la posición de estas líneas desafío a las mentes más sabias del mundo y no fue hasta el siglo XVII que alguien pudo darle una verídica y practica solución al problema.
Se pensaba que la solución radicaba el cosmos y la observación detenida de las estrellas.
Ptolomeo fue un astrónomo, geógrafo y matemático, creador del Almagesto en donde explico los movimientos de los planetas sobre una base de combinaciones de círculos que podrían ser utilizados para predecir los movimientos de los objetos celestes. El Almagesto fue el primer instrumento utilizado por los navegantes quienes se han valido siempre de la posición de las estrellas para obtener su ubicación en cualquier punto de la tierra, de acuerdo con esta posición los navegantes empleaban una serie de fórmulas matemáticas que les permitía calcular los ángulos de latitud y longitud, pero siempre con un ligero error matemático.
Aunque el Almagesto y la observación de cuerpos celestes eran aprobados como guias para salir a hacer un expedición marítima, muchas veces acababan en catástrofes por la evidente desorientación.
Era de sumo interés político para gobiernos encontrar la forma de navegar los mares sin perder vidas o los tesoros encontrados. Se necesitaba conocer la posición exacta en el punto que se encontraban y a cuanto distancia estaban de punto de llegada y partida, para esto el capitán debía conocer la hora del puerto de partida y la hora en la que se encontraba el barco.
Pero resultaba imposible conocer la hora en dos lugares diferentes, porque los relojes de la época, como los de péndulo tenían el problema de atrasarse o adelantarse según las condiciones ambientales.
En la medida que más y más buques se echaban al mar para conquistar o descubrir
nuevos territorios, emprender la guerra, o para transportar oro y artículos entre las
tierras extranjeras, las riquezas de naciones empezaron a flotar en los océanos. Y
todavía ninguna nave poseía medios fiables para establecer su posición. En
consecuencia, innumerables marineros murieron cuando sus destinos surgían
repentinamente del mar y eran tomados por sorpresa.
Esta demanda por una solución al problema de la longitud se extendió por más de 4 siglos y por todo el continente de Europa.
Se intentó también el método de la distancia lunar que consistía en trazar el movimiento de la luna en relación a las estrellas mes a mes y se publicarían tablas con posiciones en determinados puntos terrestres para ubicar a los marineros, pero el problema radicaba en que no se conocían a cabalidad la leyes que gobernaban el movimiento de la luna por lo que un astrónomo no podía predecir la posición de la luna un día determinado, con exactitud.
En 1610, Galileo propuso que la solución estaba en los eclipses de las lunas de Júpiter que ocurrían unas 1000 veces al año, eran predecibles y fácilmente se podía hacer un reloj con ellos. Pero la idea fue rechazada por la complejidad del método, ya que los navegantes no siempre podrían ver a Júpiter, especialmente de día.
Con el fin de determinar la longitud se fundaron observatorios en Paris, Londres y Berlin. Y en esta búsqueda se descubrieron cosas como el peso de la tierra, la distancia a las estrellas y la velocidad de la luz.
En 1622 Thomas Blundeville propuso usar un horómetro o reloj de bolsillo, pero esta idea tenia ciertas limitaciones.
En 1637 Galileo concibió planes para la construcción del primer reloj de péndulo, pero nunca consiguió construir uno. Sin embargo, la tarea de completar el primer reloj de péndulo
recayó sobre el heredero intelectual de Galileo, Christiaan Huygens, conocido como el primer gran relojero.
Por 1660, Huygens había completado no uno, sino dos cronómetros marinos
basados en sus principios. Los probó cuidadosamente durante los años siguientes,
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