ESTRÉS SALINO EN FRIJOL
Enviado por Jesus Andres Rodriguez Peroza • 11 de Septiembre de 2019 • Documentos de Investigación • 1.483 Palabras (6 Páginas) • 302 Visitas
EFECTO DEL ESTRÉS SALINO POR NACL EN EL CRECIMIENTO Y DESARROLLO DE LAS PLANTAS DE FRIJOL (phaseolus vulgaris L.) VARIEDAD ICA CERINZA[a].
Integrantes:
Jesús Andrés Rodríguez Peroza
Jorge Iván fajardo Suarez
Jhon Fredy Ramírez Soler.
Riky Fernando Manchego Preciado
Ortolai Rodríguez Martínez.
Objetivos
General
Evaluar el efecto del NaCl sobre los parámetros de crecimiento y desarrollo de las plantas de frijol (Phaseolus vulgaris L.) variedad ICA cerinza.
Específicos
- Evaluar el comportamiento de clorofila y conductancia estomática, de las plantas de frijol, bajo estrés salino.
- Analizar el efecto del estrés salino en el area foliar de Phaseolus vulgaris.
- Evaluar el comportamiento del peso fresco y seco de la parte aérea y radicular de las plantas de frijol, bajo condiciones de estrés salino.
Introducción
Más de 800 millones de hectáreas alrededor del mundo están afectadas por sales y de las áreas cultivadas más del 4 % tienen esta problemática, por lo cual, la salinización de los suelos es uno de los retos más importantes a los cuales se enfrenta la agricultura a nivel internacional (Gómez Padilla et al., 2013).
El frijol (Phaseolus vulgaris) se destaca por su importancia socioeconómica y por la superficie destinada para la siembra y la producción en grano. Existen otros factores que hacen que el frijol tenga un lugar preferencial, uno de los cuales es su composición nutricional; de hecho, es una fuente rica de proteínas y minerales, como el zinc y el hierro. La semilla contiene entre 20% y 25% de proteína, sobresaliendo por su abundancia la faseolina, que posee un alto contenido de aminoácidos esenciales, tales como la lisina y el triptófano, y que hay en el frijol en mayor cantidad que en los cereales (Uv.mx[b], 2016).
Los suelos susceptibles a la salinización en Colombia cubren una extensión de 86.592 km2 de los cuales 78.277 km2 están en zonas secas, es decir el 90,39%. Las zonas susceptibles a la salinización abarcan gran parte de la región Caribe, los valles interandinos (ríos Magdalena y Cauca) y los altiplanos donde se desarrolla actualmente y se tiene proyectado ampliar la producción agrícola intensiva del país, por lo cual se alerta para atender oportunamente esta problemática con tecnologías apropiadas para su recuperación (Escobar et al., 2012).
Este problema tiene efectos negativos sobre el suelo, como la disminución de la actividad biológica, la reducción en la disponibilidad de nutrientes, genera cambios en la estructura, provoca la degradación y la desertificación de las tierras, lo que es limitante para el desarrollo de los cultivos (Escobar et al., 2012).
La salinidad puede dañar directamente a los cultivos desde las primeras etapas del desarrollo hasta la culminación de su ciclo biológico, afectando sus rendimientos e incluso provocando la muerte en las especies más susceptibles. Algunos de los efectos más comunes y perjudiciales provocados por la salinidad tienen relación con el incremento de la toxicidad específica, normalmente asociada a la absorción excesiva de Na+ y de Cl-; un desequilibrio nutricional debido a la interferencia de los iones salinos con los nutrientes esenciales, el efecto osmótico y la combinación de los efectos antes mencionados (Gómez Padilla et al., 2013).
El estrés salino es uno de los factores ambientales adversos que influye sobre aspectos de la fisiología de las plantas, lo que a su vez limita la productividad de los cultivos de interés económico (Rodríguez Pérez Loyla[c], 2006) La salinidad reduce la capacidad de las plantas para absorber agua, ocasionando una reducción en el crecimiento (Munns, 2002[d]). Altas concentraciones de sales en la solución externa de las células vegetales ocasiona varios efectos, que pueden resumirse fundamentalmente en tres tipos: sequía osmótica, toxicidad debida a la excesiva absorción de cloro y sodio y un desbalance nutricional (Trinchant et al., 2004; Karimi et al., 2005).
La salinidad es uno de los principales factores abióticos que limitan la productividad agrícola, debido a que la inmensa mayoría de las plantas son sensibles a esta condición. (Garcia y Jauregui, 2008) el efecto más común sobre las plantas es la reducción del desarrollo osmótico [e]del medio de crecimiento y, en consecuencia, de su potencial hídrico; la toxicidad iónica normalmente es asociada con la absorción excesiva de Na+ y de Cl- y un desequilibrio nutricional debido a la interferencia de los iones salinos con la absorción de los nutrientes esenciales que requiere la planta (Martínez et al., 2011)
Los mecanismos fisiológicos y moleculares de tolerancia a los componentes osmóticos y iónicos de estrés por salinidad se dan a nivel celular, los diferentes órganos y de toda la planta. El crecimiento de las plantas responde a la salinidad en dos fases: una fase rápida, osmótica que inhibe el crecimiento de las hojas jóvenes, y una fase más lenta, iónica que acelera la senescencia de las hojas maduras. Las adaptaciones de las plantas a la salinidad son de tres tipos: la tolerancia al estrés osmótico, exclusión de Na (+) y Cl (-), y la tolerancia de los tejidos a Na acumulado (+) o Cl. Algunos de los efectos más comunes y perjudiciales provocados por la salinidad tienen relación con el incremento de la toxicidad específica, normalmente asociada a la absorción excesiva de Na+ y de Cl-; un desequilibrio nutricional debido a la interferencia de los iones salinos con los nutrientes esenciales, el efecto osmótico y la combinación de los efectos antes mencionados (Munns y Tester, 2008).
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