EVOLUCIÓN DE LOS MERCADOS DE TRABAJO
Enviado por CHIQUITOY14 • 13 de Mayo de 2015 • 1.037 Palabras (5 Páginas) • 143 Visitas
Primeramente trataremos los condicionantes por parte de la oferta donde analizaremos en primer lugar la familia. Las familias socializan a la siguiente generación como ‘niños’ o ‘niñas’, es decir, como (exclusivamente) futuros trabajadores asalariados o como (principalmente) futuras trabajadoras domésticas no pagadas, lo que condiciona la inversión familiar en su educación, el tipo de formación que reciben, etc. El corolario de la desigualdad es la escuela, el sistema educativo organizado por el Estado en el siglo XIX. Fuertemente segregada, inspirada en ideas milenarias sobre mujeres y hombres como seres diferentes por naturaleza y mandato divino, la escuela sirve para crear individuos distintos, que aprendan los distintos cometidos a los que han sido destinados. Cuando en la segunda mitad del siglo XIX empiece a haber chicas que quieren estudiar, esta intención será tratada como grave anomalía psicológica, social y política. Y sobre todo, contra lo que predice la teoría del capital humano, su cualificación profesional, cuando la obtienen después de superar incontables obstáculos, no les abre, a diferencia de los varones, las puertas de la profesión para la que están preparadas.
La desigual especialización en tareas de mujeres y hombres en la familia y el mercado no es fruto de elecciones o decisiones personales, sino de tradiciones y costumbres que forman parte del aprendizaje infantil –formal e informal-, prácticas centrales para la economía familiar, agrícola o manufacturera. De manera que no es que las mujeres opten por dedicarse al trabajo doméstico, sino que, sobre todo en ciertos periodos históricos y para ciertos grupos sociales, no se les ha permitido hacer otra cosa. La idea neoclásica de las decisiones individuales y las opciones (choice) como explicación del comportamiento de las personas en las relaciones de trabajo es deliberadamente ingenua: en el mercado de trabajo, igual que fuera de él, existe la imposición, la coerción, la violencia física, moral y económica. La decisiva influencia de la desigualdad familiar en el acceso al mercado de trabajo cristaliza en la forma en la que se construye al ‘trabajador varón’ como la norma, y a la ‘trabajadora mujer’ como la anomalía. La idea de que el hombre, definido cabeza de familia por las leyes y la sociedad, debe ser quien mantenga con su salario a su mujer e hijos, que a cambio no podrán competir con ellos por el acceso al trabajo asalariado, tiene múltiples consecuencias: en primer lugar, para ejercer su función de sostenedor o proveedor familiar, al hombre debe garantizársele un salario suficiente, un salario familiar. Por tanto, el salario de los casados, y en especial de los padres de familia, se fijará por encima del salario de los trabajadores solteros y sin hijos, un componente completamente ajeno a la remuneración del valor marginal del trabajo, que en teoría fija los salarios. En cambio, las mujeres pueden ser remuneradas con lo indispensable para mantenerse, por tanto un salario de subsistencia, complementario del salario principal con el que se supone que cuenta. Que el salario de las mujeres sea ínfimo no ha sido hasta recientemente un problema para los economistas ni para las organizaciones obreras. E incluso se interpreta como positivo, porque evita
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