El Origen De La Vida De Oparin

Resumen:

La teoría del origen de la vida de Aleksandr I. Oparin nos habla en cómo surgió la vida a partir de simples moléculas que se encontraban en los lagos y mares primitivos hace millones de años, surgiendo moléculas orgánicas a partir de hidrocarburos y otros elementos los cuales con el paso de los millones de años formaron estructuras llamados coloides junto con cuerpos protenoides primitivos, todo esto debió originar la formación de coacervados.

Pero; ¿se podría considerar a los coacervados como seres vivos?

La respuesta seria un gran no, debido a que son estructuras de gran peso molecular, esta solo se encontraban inertes en las aguas ancestrales que con el paso de los millones de años se fueron desarrollando, comenzaron a presentar mas complejidad, tamaño ya que consumían la materia orgánica de las aguas primitivas, pero al ir faltando estas sustancias orgánicas no hubo más remedio que sucumbir o evolucionar; de esta forma fue como algunos desarrollaron la capacidad de general compuestos orgánicos a partir de la luz solar (fotosíntesis). Otros seguían con el modo antiguo tomando la materia orgánica de estos organismos fotosintetizadores.

De esta forma es como A. Oparin nos presenta su teoría del origen de la vida.

Contenido:

Uno de los mayores enigmas de hombre es el saber cómo hemos llegado hasta aquí, de dónde venimos cual es nuestro origen.

Oparin postulo en 1924 que las moléculas orgánicas habían podido evolucionar reuniéndose para formar sistemas que fueron haciéndose cada vez más complejos, quedando sometidos a las leyes de la evolución. Según esta teoría, los océanos contenían en sus orígenes gran cantidad de compuestos orgánicos disueltos. En un proceso que requirió mucho tiempo, esas moléculas se fueron agrupando en otras mayores y estas a su vez en formas más complejas.

Alguno de esos complejos se convirtió en un protobionte tras adquirir una serie de propiedades, por las cuales podía aislarse e introducir en su interior ciertas moléculas que le rodeaban y liberar otras. Las funciones metabólicas, la reproducción y el crecimiento habrían aparecido después de que el protobionte adquiriera la capacidad de absorber e incorporar las moléculas a su estructura, para finalmente conseguir separar porciones de sí mismo con iguales características.

Pero todo esto surguio de las antiguas hipótesis que se creían en tiempos anteriores a Oparin; los idealistas siempre han considerado y continúan considerando la vida como revelación de un principio espiritual supremo, inmaterial, al que denominan Alma, espíritu universal, fuerza vital, razón divina, etc. Racionalmente considerada desde este punto de vista, la materia en sí es algo exánime, inerte; es decir, inanimado. Por tanto, no sirve más que de materia para la formación de los seres vivos, pero éstos no pueden nacer ni existir más que cuando el alma introduce vida en ese material y le da a la estructura, forma y armonía.(A.Oparin, el origen de la vida, 1930).

El concepto idealista demuestra el por qué existen tantas religiones, a pesar de todas sus diferencias todas concuerdan en afirmar que provenimos y somos creación de un ser supremo (Dios), que nos proporciono un alma viva al cuerpo inanimado y que esa partícula eterna del ser divino es precisamente lo vivo, lo que mueve y mantiene a los seres vivos.

El transcurso de la historia facilitó que en los siglos siguientes se desenvolviera y llegase a preponderar una especulación teórica enemiga del materialismo: la concepción idealista de Platón, filósofo de la antigua Grecia.

La teoría de la generación espontánea. Según ella, todos los seres vivos nacen espontáneamente de la materia orgánica en descomposición, o bien de la materia mineral cuando se encuentra en determinadas condiciones. Aristóteles admitía que, en general, los seres vivos se originan de otros seres vivos semejantes, pero que igualmente pueden generarse de la materia inerte. Toda la Edad Media acusa una gran influencia aristotélica, y por tanto, la creencia en la generación espontánea incluso se enriquece. También en el Renacimiento se sigue admitiendo la teoría, hasta en personajes de la talla de Descartes o Newton. El primero en enfrentarse al dogma es el italiano Francesco Redi, quien, cosa infrecuente en la época, recurre al método científico para comprobar la teoría. Con sus experimentos, demuestra la imposibilidad de crear vida a partir de la carne en putrefacción: los gusanos que aparecían sobre la carne de los frascos destapados provenían simplemente de los huevos que las moscas habían depositado sobre la misma.

Estas eran las principales teorías que se creían ciertas en sus tiempos, con la llegada de la teoría de Oparin todo lo antes pensado perdió relevancias aunque a estos tiempos hay personas que aun creen en estas antiguas teorías del origen de la vida.

La teoría de Oparin no deja de ser una hipótesis; pese a ello, ha podido, en parte, ser confirmada por el químico norteamericano Stanley Miller. En los años cincuenta, Miller trabajaba en la Universidad de Chicago bajo la dirección de H.C. Urey. Simuló en un balón de vidrio la atmósfera primitiva con la mezcla de gases propuesta por Oparin y la sometió a descargas eléctricas que simularían a las radiaciones solares que en esa época incidían sobre la superficie de nuestro planeta. Cuando al cabo de una semana analizó los productos resultantes de la reacción, comprobó que se habían sintetizado compuestos orgánicos y, en particular, aminoácidos, a partir de los cuales se formarían las proteínas, componentes fundamentales de la

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