El Viejo Y El Mar
Enviado por sharonIrazabal • 13 de Julio de 2015 • 1.246 Palabras (5 Páginas) • 209 Visitas
Ernest Hemingway
El viejo y mar es una novela que nos presenta la filosofía de "El viejo" (Santiago) como pescador y su relación con el mar o "la mar", como lo llama él, "porque así es como le dicen en español cuando la quieren". Santiago, un viejo pescador cubano, después de ochenta y cuatro días de no capturar un pez, decide hacerse al mar. Siendo él extremadamente pobre, recibe la ayuda de Manolín, "el muchacho" quien es su amigo y quien fuera antes su aprendiz. Años atrás, el viejo enseñó al muchacho a pescar, pero la mala suerte hizo que el padre de Manolín lo obligara a dejar a Santiago para salir con un bote que tuviera buena suerte. El muchacho, quien aún le tiene cariño al viejo, le consigue sardinas para usar como carnada, y cena, para recuperar fuerzas para salir a pescar. Antes del amanecer, sale Santiago al mar. Mientras rema, piensa el protagonista en sus días de mala suerte, pero se consuela pensando que cada día es un nuevo día. Que es bueno tener suerte, pero que se necesita estar preparado. "Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto".
Después del amanecer, cuando el sol está a dos horas de altura, ve el viejo un grupo de aves marinas de largas alas negras girando en el cielo sobre él. Las aves le indican la presencia de unos grandes dorados. Santiago persigue a las aves y a los peces, pero van demasiado rápido y se le escapan. El viejo sigue remando, sabe que su "pescado grande" tiene que estar en alguna parte.
A lo largo del día, confusos pensamientos atraviesan su mente, desde el béisbol y su venerado Di Maggio, cuyo padre fue también pescador, hasta la posibilidad de que la gente lo considere loco por hablar consigo mismo. Es en medio de esos pensamientos, que siente un vivo tirón en uno de los sedales. En este punto de la historia comienza el verdadero duelo entre Santiago, el viejo, y su mar, representado por un pez, enorme e increíblemente duro.
Santiago permite al pez que lo arrastre con él, es un pescador paciente y experto y sabe que el pez va a cansarse, a necesitar alimento y él va a poder acercarse lo suficiente para clavarle su arpón en el corazón. Después de cuatro horas, el viejo se pregunta cómo será este pez al que todavía no ha visto. Después de la puesta del sol y para distraerse del dolor causado por la postura forzada para sostener el sedal, vuelven sus pensamientos al béisbol, desearía tener una radio, como la gente rica, para escuchar los partidos y enterarse de los resultados. Después de una noche entera sosteniendo el sedal para evitar que el pez se escape, Santiago siente los efectos del cansancio y el dolor de la vejez. Extraña al muchacho. "Nadie debiera estar solo en su vejez. Pero es inevitable", piensa Santiago. Se alimenta de pescado crudo para recobrar la energía suficiente para la pelea que se avecina. Siente pena por este pez, tan grande y maravilloso, pero sabe que tiene que matarlo. Recuerda, con tristeza, la ocasión en la que él y el muchacho pescaron una de dos agujas que iban en pareja. El macho de esta especie siempre deja comer a la hembra primero. La hembra luchó desesperadamente por su vida. Y el macho nunca la abandonó. Tanto Santiago como Manolín sintieron tristeza, le pidieron perdón a la hembra y le abrieron el vientre con rapidez para que no sufriera.
Empieza a ponerse el sol por segunda vez. El viejo, para darse fuerzas, recuerda un momento de su vida cuando, siendo más joven, había pulseado con "el gran negro Cienfuegos"
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