El costo soioeconómico por la contaminación por radiación no ionizante

El costo socioeconómico de la contaminación por radiación no ionizante.

Por: Biol. Fernando Antonio Alvarez Ortiz

Existe un tipo de contaminación que no suele ser tomada en cuenta, y esto se debe en gran medida porque no se puede ver ni oler, y en la mayoría de los casos no se puede sentir. Esta contaminación, sin embargo, está presente a nuestro alrededor, y nos atraviesa constantemente. Yury Grigoriev presidente de la Comisión Nacional Rusa en Protección de la Radiación No Ionizante enuncia: “El hombre ha conquistado la peste negra, pero ha creado nuevos problemas como la contaminación de campos electromagnéticos” ().

Hasta hace poco más de un siglo la única fuente de campos electromagnéticos a la que nos exponíamos era de origen natural (Colegio Oficial de Físicos, 2000). Actualmente llevamos un estilo de vida que “depende” de teléfonos celulares, equipos inalámbricos, internet Wi-Fi, equipo electrónico personal, además del cableado doméstico e industrial, y al mismo tiempo demandamos cada vez más energía eléctrica, la cual depende de infraestructura como: torres de comunicación, torres y líneas de  alta tensión. Cuando encendemos la radio o la televisión, o vemos nuestro teléfono móvil y tenemos señal o red disponible, significa que estamos expuestos a uno o más campos electromagnéticos. Es un hecho que la tecnología es útil y ayuda a resolver algunos problemas, además de que la comunicación por internet y teléfono celular es prácticamente indispensable para la sociedad moderna, pero ¿puede éste estilo de vida afectar a la salud? ¿Hay efectos negativos en la salud?

Antes que nada debemos tener claro a qué nos referimos con radiación no ionizante o RNI. La radiación, en general, es todo tipo de energía que se mueve en forma de partículas u ondas electromagnéticas, con la particularidad de que pueden propagarse en el vacío, a diferencia del sonido que necesita de un medio para propagarse. La radiación ionizante es aquella que tiene suficiente energía para arrancar los electrones de las moléculas (ionización), mientras que la radiación no ionizante se caracteriza por no tener suficiente energía para quitar electrones, pero tiene suficiente energía para causar la excitación de las moléculas (WHO, 2016). La RNI comprende la luz ultravioleta de menor energía, espectro visible, infrarrojo, radiofrecuencias (microondas), y las frecuencias extremadamente bajas de campo eléctrico y magnético (NSC, 2001). Al igual que otros fenómenos ondulatorios, la radiación electromagnética puede caracterizarse por su frecuencia y longitud de onda. La longitud de onda, representada por la letra griega lambda (λ), es la distancia que existe entre los puntos correspondientes a un ciclo completo de la onda electromagnética. La frecuencia, por otro lado, es el “número de ondas electromagnéticas” que pasan por un punto determinado en un segundo. La unidad de la frecuencia es el Hertz (Hz) y es igual a un ciclo por segundo. La longitud de onda (λ) y la frecuencia (f) de una señal electromagnética están relacionadas a través de λ x f = c. Como el valor de c, la velocidad de la luz en el vacío, es fijo, la longitud de onda de las señales electromagnéticas de alta frecuencia es muy corta, mientras que las señales de baja frecuencia son de longitud de onda muy larga ().

Desde finales del siglo pasado se le reconoce a la radiación electromagnética no ionizante de origen antrópico como contaminante, tanto por su abundancia como por los efectos que puede producir en la salud (Parrado, 2008). Se usa el término de contaminación electromagnética, electropolución o electro-smog para referirse a las señales irradiadas, que pueden dañar tanto a equipo electrónico como a organismos vivos, o pueden afectar procesos naturales importantes en un ecosistema (Cobzaru, 2015). A pesar de que la Organización Mundial de la Salud tardó en reconocer los riesgos en la salud que causa la exposición a las radiofrecuencias, actualmente, las radiaciones no ionizantes (RNI) tanto térmica como no térmica, están en la categoría de carcinogénico de grupo 2B por la OMS (IARC, 2002a, 2002b), lo que quiere decir que hay suficiente evidencia experimental con animales pero no suficiente evidencia de efectos en humanos.  

Entre los principales efectos reportados en el ser humano se encuentran la elevación de la temperatura del tejido mediante la excitación molecular que se da cuando la RNI pasa a través de un cuerpo  o de una extremidad (ICNIRP, 2007; NSC, 2001). Otros efectos conocidos están relacionados con la interacción de moléculas intermediarias (pares radicales libres) en reacciones enzimáticas de un organismo  determinado, es decir, alterando procesos metabólicos celulares específicos, dichas alteraciones están relacionadas a los procesos carcinogénicos      (IARC, 2002a, 2002b; Messiha et al., 2015).  Además, se ha relacionado la RNI producida por la exposición a luz visible durante la noche con problemas en la producción natural de melatonina, lo que conlleva a una mayor incidencia en el cáncer de mama (Spivey, 2010), y depresión del sistema inmune (Durrant et al., 2015).  Otros estudios asocian efectos de la RNI con incidencias de dolores de cabeza, problemas de insomnio y trastornos hormonales (NRL, 2008).

Por otra parte, la salud humana no es la única expuesta sino también todos los organismos que se encuentren cerca de las fuentes emisoras.  Se han reportado una gran diversidad de efectos, en los insectos, trastornos hormonales y enzimáticos, alteraciones de comportamiento, mayor tasa de deformidad y mortalidad, además de exclusión de estos organismos cerca de algunas fuentes emisoras de RNI (Balmori, 2006); Así mismo se han encontrado deterioro del sistema inmune, problemas de reproducción y cambios en el comportamiento de mamíferos; y teratogénesis en anfibios  (Balmori, 2009). En las aves, las torres de comunicación producen halos de exclusión y cambios en el comportamiento reproductivo (). Estos efectos pueden conllevar a un deterioro ambiental y a una reducción de la cantidad y la calidad de los servicios ecosistémicos.

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