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El enfoque antropológico en la investigación social


Enviado por   •  31 de Octubre de 2014  •  Tutorial  •  2.715 Palabras (11 Páginas)  •  347 Visitas

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EL ENFOQUE ANTROPOLÓGICO EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL

Elena Libia Achilli (**)

INTRODUCCIÓN

En los últimos años la investigación social ha comenzado a cuestionarse dado la insatisfacción provocada por sus resultados. Las mismas, aún desde el enfoques teóricos distintos, son planteadas desde una perspectiva positivista que en lo general trata a los fenómenos sociales con criterios válidos para las ciencias naturales .

Esta situación despertó una serie de problematizaciones que estimuló una búsqueda hacia nuevas opciones teóricas metodológicas para la investigación social. No obstante, esas mismas inquietudes, en algunos casos, circunscribió una polémica que plantea una polarización –que consideramos falsa- entre investigaciones “cuantitativas” versus investigaciones “cualitativas”.

En el caso de América Latina, el intento de reformulación teórica tiene que ver, de alguna manera, con el particular contexto histórico vivido en varios países donde se desarrollo la preocupación por entender y explicar la incidencia de la implantación de los modelos autoritarios sobre distintos aspectos de la vida cotidiana y la necesidad de construir posibles alternativas de “cambios” democráticos.

En este sentido surge un interés por investigaciones que dieran cuenta de determinadas especificidades que: no son comprendidas con algunas generalizaciones de tipo “macro”, y que pueden sí, ser aprehendidas por estudios intensivos que capten además las condiciones objetivas, la significación y el sentido que tales condiciones, cruzadas en complejas situaciones sociales, adquieren para los sujetos involucrados.

De ahí que, confluyan o no, distintos enfoques teóricos y recursos técnicos metodológicos, que se aportan desde las distintas ciencias sociales. Entre tales opciones teóricas pueden diferenciarse una heterogénea gama de inspiración, algunas de las cuales, como decíamos, pueden confluir, otras son rechazadas, otras recreadas. Las mismas van desde Gramsci, los teóricos de Francfurt, la fenomenología social de Berger y Luckman, que a su vez tiene una ecléctica base teórica en Schutz, Marx, Durkheim, Weber, Husserl, el interaccionismo simbólico de George Mead, los reproductivistas Bourdieu y Passeron, Agnes Heller, pasando por Lacan y Foucault.

Es en esta perspectiva como se introducen también trabajos en los que se ubica a la etnografía como una alternativa, los que fundamentándola desde lo teórico de manera diferencial, por lo general, la reducen a una mera técnica o cuanto más a un método.

Por lo tanto el objetivo básico de esta ponencia es el de explicitar a la etnografía como el específico trabajo antropológico, tendiente a la construcción de conocimientos sobre los fenómenos de la vida social. Es decir, que la entendemos como un enfoque particular – el antropológico- dirigido a desentrañar y construir tramas y redes sociales, que si bien son trabajadas a escala de lo particular, están surcadas desde lo general de manera específica. Enfoque, que como veremos trasciende lo meramente técnico.

Esta revalorización de un enfoque antropológico para la investigación social, se vincula en nuestro caso, con consideraciones teóricas- metodológicas que intentan dar cuenta sobre los aspectos de la vida cotidiana, que por tan familiares y obvios no se los registra ni se reflexiona sobre los mismos. De modo que, es como recuperar un lenguaje que de lo contrario se pierde, el que nos pude brindar pistas para la construcción de nuevos conocimientos, como así también, para la elaboración de propuestas de acción en concreto

DESDE LA ETNOGRAFIA A LA ANTROPOLOGÍA.

Si bien muchas investigaciones que intentan trabajar distintos aspectos sociales desde una perspectiva intensiva, en polémica con la “investigación tradicional” , caracterizan su enfoque como etnográfico, preferimos hablar de “enfoque antropológico” ya que, tal como lo entendemos, significa re-valorar, con consideraciones teóricas y metodológicas, el trabajo original del antropólogo –hacer etnografía- para el análisis y estudio de problemáticas correspondientes a su propia sociedad.

En este sentido, podríamos decir, se le otorga a la antropología, en relación a otras ciencias sociales cercanas a ella una cierta especificidad, que estaría dada por el especial tratamiento del proceso de construcción de conocimientos, que implica además, hacerlo a escala de lo particular.

Es decir, la antropología hoy, comparte su campo de acción con otras ciencias, en especial la sociología; al trascender la delimitación original de su objeto de estudio: los “etnoi”, los “otros” diferentes social y étnicamente, modificados dadas las circunstancias históricas de la expansión imperialista .

En esta difícil delimitación entre los estudios antropológicos actuales y los de otras disciplinas, es donde planteamos la utilidad de los aportes que la antropología puede brindar si recupera un enfoque, un modo –casi artesanal- de acceso al conocimiento de distintos fenómenos sociales, que va mucho más allá de una reducida técnica y se vincula con supuestos metodológicos y teóricos.

De modo que, al reivindicar el trabajo concreto del antropólogo –hacer etnografía- resulta importante explicitar lo que se entiende por ello, ya que la confusión reinante no se presenta fuera de la misma antropología, sino también dentro de su propio contexto.

Se da una tendencia general a ubicar a la etnografía como una técnica –centrada en la observación participante- o como lo plantea Lévi – Strauss como una primera etapa de la investigación correspondiente al trabajo de campo cuyo producto es una “descripción” entendida por el autor, a la manera empirista, cuestión que se discutirá más adelante.

El carácter empírico y a-teórico que se le asigna a la etnografía, desde puntos de vista epistemológicos diferentes, puede resultar para posiciones positivistas y estructuralistas, limitante a una determinada etapa de la investigación, la que hace a la recolección de datos; mientras que para enfoques fenomenológicos, resulta un saludable modo de respetar y reconstruir –sin intermediación teórica- la visión interna de una cultura.

Como dice Elsie Rockwell: “El debate sucede generalmente entre una concepción que exigiría al investigador la mayor objetividad posible en su tarea de “describir” la realidad, y otra, que exigiría la mayor fidelidad, y otra, que exigiría la mayor fidelidad posible a la “subjetividad” de los miembros de una cultura” .

En ambos casos pareciera que los supuestos teóricos del investigador no intervienen. En uno, entendiendo la descripción como relato de una realidad que puede ser captada

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