El hecho social, Emile Durkheim
Enviado por lopezmanuela • 15 de Febrero de 2017 • Resumen • 2.870 Palabras (12 Páginas) • 1.923 Visitas
Durkheim
¿Qué es un hecho social?
*un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior.
*el que es general en la extensión de una sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.
*modos de actuar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coacción en virtud del cual se imponen sobre él.
*un hecho social se reconoce gracias al poder de coacción exterior que ejerce o que es susceptible de ejercer sobre los individuos, y la presencia de dicho poder es reconocida bien por la existencia de alguna sanción determinada o bien por la resistencia que lleva oponerse a toda empresa individual que tienda a violentarlo. Presenta una difusión en el interior de un grupo, pero existe independientemente de las formas individuales que adopta al difundirse. Sólo por imposición puede generalizarse una manera de actuar que es exterior a las consciencias individuales.
*el hecho social es un modo de hacer, pero también hay modos de ser, y los segundos se imponen de igual manera que los primeros. Estas maneras de ser son sólo maneras de hacer consolidadas.
*pensamientos que se encuentran en todas las consciencias y movimientos que repiten todos los individuos no hace que sean hechos sociales.
*corriente social: nos llegan a cada uno de nosotros desde fuera y son susceptibles de arrastrarnos a pesar nuestro, pero no presentan una organización definida y cristalizada. En una asamblea, los grandes movimientos de emociones no tienen como lugar de origen ninguna consciencia particular. Tanto es así que una vez que la asamblea se hubo disgregado, esas influencias sociales dejan de actuar sobre nosotros, y al encontrarnos solos con nosotros mismos, los sentimientos por los que hemos pasado nos hacen el efecto de algo extraño en donde ya no nos reconocemos, y nos damos cuenta que mucho más que experimentarlos, los hubimos de padecer.
*al abandonarme a ellos, es posible que no sienta su presión, pero esa presión se agudiza cuando trato de luchar contra ellos. Si un individuo intenta oponerse a una manifestación colectiva, los sentimientos que rechaza se volverán contra él.
*educación como hecho social: esfuerzo continuo por imponer al niño formas de ver, de sentir y de actuar a las cuales no llegaría espontáneamente. Después de un tiempo dejan de sentir esta coacción porque poco a poco engendran hábitos, tendencias que la sustituyen porque derivan de ella. La educación tiene como objetivo constituir al ser social. La presión que siente el niño es la del medio social, que tiende a moderarlo a su imagen y del cual los padres y maestros no son más que intérpretes e intermediarios.
*algunos modos de actuar o de pensar adquieren, mediante su repetición, una especie de consistencia que os precipita y los aísla de los acontecimientos particulares que los reflejan. Adquieren un cuerpo, una forma sensible que les es propia y constituyen una realidad sui generis.
*hecho social y sus repercusiones individuales: la costumbre colectiva no existe solamente en estado de inmanencia en los actos que determina, sino que se expresa en una fórmula que se repite de boca en boca, que se transmite por medio de la educación y que se fija incluso por escrito. Ninguno de ellos se encuentra por completo en las aplicaciones individuales de ellos que hacen los individuos, ya que pueden existir incluso sin ser aplicados. El hecho social es distinto de sus aplicaciones individuales. Para observar el hecho social en su pureza hay que hacer esta disociación, y la estadística nos proporciona la manera de hacerlo: las cifras comprenden todos los casos particulares indistintamente, las circunstancias individuales que pueden participar de algún modo en la producción del fenómeno se neutralizan entre sí y no contribuyen a determinarlo. Lo que expresan es el alma colectiva. Las manifestaciones privadas de estos fenómenos tienen algo de social, puesto que reproducen parte de un modelo colectivo, pero cada una de ellas depende también de las circunstancias particulares en que se encuentra. No son fenómenos sociológicos propiamente dichos.
*fenómeno colectivo: un fenómeno es general porque es colectivo, pero no es colectivo por ser general. Está en las partes porque está en el todo, pero no está en el todo por estar en las partes. Es resultante de la vida común, un producto de los actos y las reacciones que se efectúan entre las consciencias individuales, y si resuena en cada una de ellas es en virtud de esa energía especial que debe precisamente a su origen colectivo.
Reglas relativas a la observación de los hechos sociales
*primera regla: la más fundamental, considerar los hechos sociales como cosas. Los fenómenos sociales son cosas, y deben ser tratados como cosas. Es cosa todo lo que está dado, todo lo que se ofrece o se impone a la observación. Tratar a los fenómenos como cosas es tratarlos en calidad de data que constituye el punto de partida de la ciencia. Las nociones de la vida social no son dadas inmediatamente, sino que únicamente se las puede alcanzar a través de la realidad fenoménica que las expresa. Es preciso estudiarlos desde fuera como cosas exteriores, porque así se nos presentan. Una cosa se reconoce principalmente por el signo de que no puede ser modificada por un simple acto de voluntad, y no porque sea refractaria a toda modificación, sino que para producir un cambio en ella no basta quererlo, hay que hacer un esfuerzo más o menos laborioso debido a la resistencia que nos opone. Los hechos sociales tienen esta propiedad, no son producto de nuestra voluntad sino que los determinan desde afuera, con frecuencia no podemos eludirlos, y no dependen de nosotros. Al considerar los fenómenos sociales como cosas, no haremos más que conformarnos a su naturaleza.
El hombre no puede vivir en medio de cosas sin hacerse de ellas ideas según las cuales reglamenta su conducta. Prenociones: sólo nacen para satisfacer necesidades vitales y se encuentran orientadas hacia la práctica. Las necesidades que están llamadas a aliviar son siempre urgentes y por lo tanto urgen para encontrar la solución: no reclaman explicaciones, sino soluciones. Las reflexiones se ven incitadas a alejarse del objeto mismo de la ciencia para lanzarse de un solo brinco hacia el porvenir, en vez de intentar comprender los hechos adquiridos y realizados, se dedica inmediatamente a realizar otros nuevos, más conformes a los fines perseguidos por los hombres. Desfiguran el verdadero aspecto de las cosas, y sin embargo, las tomamos por las cosas mismas. Esas nociones vulgares aparecen en la base de todas las ciencias. Estas prenociones no sólo están en nosotros, sino que, como somos producto de experiencias reiteradas, admiten la repetición y reciben el hábito resultante en una especie de autoridad. Aun así no podemos considerarlas como reales. La materia principal de la sociología de Comte es el progreso de la humanidad en el tiempo, pero tomó por desarrollo histórico la noción que él tenía. Spencer convierte a las sociedades en objetos de la ciencia, pero la definición inicial que da de ellas enuncia como cosa lo que es sólo una visión de su espíritu, es decir, lo que queda definido no es la sociedad en sí sino la idea que tiene Spencer de ella. Procediendo así no sólo permanecemos en la ideología sino que damos como objeto de la sociología un concepto que no tiene nada propiamente sociológico. Estas nociones vulgares no sólo se encuentran en la base de la ciencia, sino que volvemos a hallarlas a cada instante en la trama de razonamientos. Se emplean de forma corriente y con aplomo como si correspondieran a cosas bien conocidas y definidas, cuando sólo despiertan en nosotros nociones confusas. Esto sucede sobre todo con la moral, donde todas las preguntas que plantea generalmente se refieren, no a cosas, sino a ideas. De las ideas esenciales que estudia al principio, el moralista pasa a ideas secundarias, y su reflexión sigue aplicándose a ideas. Lo mismo sucede con la economía política, está hecha no de realidades que pueden señalarse con el dedo, sino de simples posibilidades, de puras concepciones del espíritu: de los hechos que el economista concibe en relación al fin considerado, y tal como él los concibe. Tanto las leyes de la moral como las de la economía política no merecen generalmente esa denominación, pues no son más que máximas de acción, preceptos prácticos, que no se parecen en nada a as leyes de la naturaleza, puesto que éstas expresa relaciones según las cuales los hechos se encadenan realmente, mientras que aquellas muestran la manera en que es conveniente que se encadenen.
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