El lenguaje de las neuronas
Enviado por ahanono95 • 6 de Febrero de 2014 • Tutorial • 2.240 Palabras (9 Páginas) • 229 Visitas
ENSAYOS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA Y HUMANÍSTICA
El lenguaje de las neuronas
Somos muchos los que dentro de la investigación científica nos dedicamos a estudiar el
funcionamiento del cerebro, según un chiste que circula entre los neurocientíficos (así nos
llaman) seremos los últimos en quedarnos sin trabajo. Otra historia es si el dinero necesario
se acabará antes. Dentro de este grupo, unos cuantos dedicamos parte de nuestros esfuerzos a
intentar comprender el código que utilizan las neuronas para comunicarse unas con otras.
Tarea ardua, créanme, que lleva de cuando en vez a la frustración. Existen métodos de lo más
variopinto para intentar eliminar esta sensación de fracaso, como bien saben todos los que
alguna vez la sintieron, la mayoría de ellos perjudiciales para la salud y el bolsillo. Hay uno,
sin embargo, que funciona bastante bien sin esos efectos secundarios, que es el de contar las
penas a otros. El simple hecho de compartir con otros los problemas hace que nos sintamos
mejor sin que por ello nuestro locutor sufra nuestras ansiedades. Así que allá voy, sin
intención de traspasarles mis angustias, a contarles mis problemas aprovechando además para
contarles algunas cosas sobre cómo funciona esa máquina maravillosa que es el cerebro que,
al fin y al cabo, es lo mismo que decir cómo funcionamos cada uno de nosotros.
Nuestro cerebro está formado por 100.000.000.000 (cien mil millones) de neuronas,
conectadas unas con otras de tal forma que cada neurona establece unos 10.000 contactos con
otras que pueden estar próximas o muy lejanas. Los números son tan grandes que es difícil
incluso darse cuenta de su magnitud y muy fácil pensar en la complejidad de llegar a
comprender esta máquina. Que no cunda el desánimo tan pronto que jugamos con algunas
ventajas. Estas células en las que reside todo lo que somos están en continua comunicación
unas con otras utilizando para comunicarse esos contactos a los que me refería antes que
denominamos «sinapsis» («besos protoplásmicos» los llamó hace 100 años Don Santiago
Ramón y Cajal) y toda la información que reciben la procesan en tiempo real, codificándola y
transmitiéndola a otras células. Pues bien, el primer dato optimista en nuestro empeño de
comprender el funcionamiento del cerebro es que todas las neuronas utilizan el mismo
mecanismo para codificar la información, con lo que si conseguimos descifrar el código en
una de ellas tendremos una parte importante del problema resuelto. Este mecanismo es la
electricidad.
Cada una de las neuronas que tenemos en nuestro cerebro tiene carga eléctrica. Es una pila
con una diferencia de carga entre polos de 70 mV en reposo. Piense que una pila clásica tiene
una carga de 1.5V (1500 mV). Pero en un cerebro vivo el reposo no existe y esa carga está
variando continuamente. Precisamente, los contactos que cada neurona recibe de otras son los
responsables de que esa carga varíe constantemente. Dependiendo de la naturaleza de las
conexiones la carga puede aumentar o disminuir, así como hacerlo a distintos niveles, pero
cuando la descarga alcanza un determinado nivel (umbral) se desencadenan una serie de
acontecimientos rapidísimos, que se denominan potencial de acción, y que no son más que la
descarga de la pila, seguida de una nueva recarga, en tan solo 0.001 segundo (1 milisegundo).
¿Cuánto tarda en descargarse y volver a cargarse la batería de su móvil? Sí, nos encontramos
ante un sistema mucho más eficiente. Cada uno de esos potenciales de acción va a ser lo que
la neurona transmita a todas las demás con las que contacta, esa transmisión variará a su vez
la carga de la «pila» receptora. Cada una de las neuronas que tiene en su cerebro puede
descargarse y cargarse hasta 500 veces en un segundo, o pasarse todo el segundo sin generar
ninguna de estos súbitos chispazos. El número de descargas y el valo entre cada una de ellas
constituyen el lenguaje de las neuronas. Según cuantos potenciales de acción genere una
neurona y lo juntos o separados que estén en el tiempo así variará el mensaje que se transmite
a otras neuronas. Algo muy parecido a un código Morse neuronal.
¿Cómo desciframos ese código? Imagine a un niño aprendiendo a hablar, ve a su alrededor
personas que se comunican y no entiende nada. De alguna forma su cerebro asimila que
siempre que se hace referencia a una persona concreta oye «mamá» que es distinto de «papá»
y sin ser capaz todavía de hablar empieza a comprender que cada palabra se refiere a algo
concreto. Los neurocientíficos somos el niño que intenta entender a los mayores (las
neuronas). Partimos con la desventaja de que no podemos oírlas pero ya la hemos solventado
con el desarrollo de tecnología que nos permite escuchar la voz de una neurona. Así que
hagamos el experimento. Coloquemos nuestros micrófonos a una neurona, por ejemplo de la
corteza visual, encargada de analizar las imágenes, es una técnica que puede parecer
compleja pero que los neurocientíficos realizamos de manera habitual, enseñémosle al sujeto
propietario de la neurona un objeto (¿qué tal una pelota?) y veamos qué dice la neurona en
ese código Morse particular: «..-- -- . - ..-- .....—».
¡EUREKA! Esa secuencia significa «pelota». Deberíamos, emocionados con nuestro
descubrimiento, mostrar más y más objetos para ver como los codifica la neurona. Así
tendríamos un diccionario castellano-neurona. Podemos luego aumentar la complejidad de las
imágenes, mezclar objetos, hacer que se muevan, para poco a poco ir descubriendo reglas en
el código (tiene que haberlas). Esto es más fácil de lo que pensábamos.
No tan rápido, a los científicos nos gusta comprobar las cosas dos veces, al menos, antes de
contarlas, así que vamos a repetir el experimento, coloquemos de nuevo la pelota y
escuchemos qué dice la neurona: «........---------------............».
No puede ser, la neurona nos está dando una señal distinta. Hagámoslo otra vez,
asegurándonos que es la misma pelota, que está en la misma posición: «..----------------».
No les voy a aburrir con todas las posibilidades. ¡Si presentamos 100 veces el mismo
estímulo al sujeto y registramos las 100 respuestas de la misma neurona obtendremos 100
respuestas distintas! Y sin embargo nosotros siempre
...