Ensayo Sobre Los Gatos
Enviado por MarramiauCatz • 23 de Febrero de 2013 • 749 Palabras (3 Páginas) • 1.064 Visitas
Existen ciertas actividades que, por distintas convenciones sociales o hasta por costumbre, las personas evitan realizar o esquivan a toda costa. En mi caso particular -siendo yo quien redacto esta entrada del blog y me tomo la atribución de tomarme a mí mismo como ejemplo- no concibo realizar actividades de riesgo tales como hacer parapente, puenting u otras terminadas en -ing, además de aquellas que alteren mi imagen más allá de un corte de pelo o un cambio de ropa.
Pero existe un factor relevante que será el motivo del somero análisis de hoy: la curiosidad. El hombre común (más aún el Homo Grouponerus) tiene esta debilidad por experimentar cosas nuevas. Normalmente éstas actividades se circunscriben a aquellas análogas a las comúnmente realizadas, del estilo “hoy no comeré sushi, sino en este restaurante que acaba de salir en Groupon y parece ser bueno”. Sin embargo, hay ocasiones en las que la persona quiere ir un poco más allá y enfrentarse a sus propias reticencias. Aquí empieza el momento en el que uno se convierte en gato que no teme morir.
¿Los gatos se broncean?
Cabe aclarar que este subtítulo no es más que un recurso estilístico que describe mi situación (una vez más, soy un dictador de mis propios textos) y por eso me comparo con el gato curioso que decide comprar un groupon que ofrece un descuento sobre algo que jamás había pensado: broncearme en un Solarium (no es que los gatos compren en Groupon tampoco, aunque deberían). Entonces se preguntarán ¿Por qué Kño, grouponero recatado, se compró un Groupon para el Solarium del hotel Los Delfines? Podría ensayar mil respuestas con distintos niveles de argumentación… pero todas serían falsas. Francamente no lo sé. Me dio curiosidad. Quería saber cómo era todo ese asunto que más atañe al submundo metrosexual en el cual sólo se aventuran los de barba prolija e índices de grasa corporal menores a mi ratio de muertes en juegos de video.
Si dudaron de que esta sea una foto mía, sólo me queda decirles que no se quivocaron.
La documentación gráfica de la aventura decidí hacerla a posteriori, ya que los resultados son los que importan en este viaje grouponero, y esencialmente porque un mínimo nivel de decoro me impide exponerlos a manifestaciones cárnicas -más bien adiposas- que podrían afectar a los lectores de maneras inenarrables.
Ya en el Spa Oh Sole Mío, oculto en las entrañas del hotel, tuve una conversación ahogada por los vapores de eucalipto con la dependiente. Me saludó e instruyó en las preparaciones y pormenores de mi inverosímil aventura, habiéndose dado cuenta que era un neófito en estímulos melanínicos. Me indicó, además, que por mi tipo de piel de beduino traficante de alfombras, una sesión no sería suficiente, pero que el Groupon comprado incluía un 20% de descuento en la segunda sesión,
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