Ensayo de ética y deontologia forense
Enviado por Jesús Aquima Bustamante • 27 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 5.998 Palabras (24 Páginas) • 1.590 Visitas
Desde siempre la profesión del abogado ha sido vista como de mala manera, quizás por la mala conducta que algunos malos profesionales, que a veces se olvidan de la misión de la carrera “la abogacía”
Es así entonces que surge una disciplina la cual se llama Deontología, que se encargará de estudiar la conducta de todas aquellas personas que estudiaron alguna carrera, vale decir estudia la conducta de los profesionales.
Antes de seguir es de imperante necesidad definir cuál es la misión y la visión del abogado en la actualidad, para así tener un concepto claro que nos ayude a elucidar en cierta manera cual debe ser el verdadero motivo del existir de estos profesionales; entonces tenemos que remitirnos al código de ética del abogado como una primera instancia y citar el siguiente párrafo “ la abogacía tiene por fin la defensa de los derechos de las personas y la consolidación del estado de derecho, la justicia y el orden social.
La probidad e integridad de la conducta del abogado, cualquiera fuere el ámbito en el que se desempeñe, es esencial para el adecuado funcionamiento del sistema de justicia, la vigencia del Estado de Derecho y la vida en sociedad. La transgresión de los principios éticos agravia el orden.
Por eso el abogado es un estructurador, creador, conocedor, aplicador e intérprete del Derecho o las reglas de convivencia social, un coordinador de la acción humana, y a su vez un servidor de la justicia. Podemos decir entonces en resumen que la misión del abogado será el constante mantenimiento de la paz social.
Ahora hablemos de la visón del abogado y pues considero que debería ser el perpetuo prevale cimiento de la justicia y el tener un actuar concorde a las normas morales que la sociedad le imponga
El Abogado…
Hablar del abogado es hablar en cierta manera de una persona con poder, pero un poder que su misma profesión le concede, pues dependerá del actuar del abogado, el que se vulneren o no derechos de su cliente o de terceros, especialmente el derecho a la libertad. Otro concepto un tanto frio seria que es una persona que posee un título universitario y la experiencia necesaria para ejercer su carrera, sin perjuicio de la obligación de colegiarse y someterse a la jurisdicción disciplinaria del colegio de abogados.
Cabe destacar entonces las diferentes labores o funciones en las que un profesional de la abogacía puede desempeñarse cabalmente y estas son:
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Entonces como ya hemos visto el profesional en abogacía tiene un gran y muy amplio campo laboral, es quizás el motivo preponderante para que aumente la pretora profesional de la abogacía.
La mala fama de la profesión
Ahora albergaremos un tema de gran relevancia pero a la vez que causa indignación entre muchos. Pues la verdad es que la profesión de abogado está muy mancillada, por las malas actuaciones de algunos profesionales que incurren en faltas procesales, o abusan de la desesperación del cliente. Entonces creo yo que es momento de preguntarse:
¿Existe la confianza en la profesión?
Al abordar este tema necesariamente tenemos que hablar de lo que es la vida privada, la vida política de los abogados, como también de la apariencia debida, la integridad y la probidad.
Pues empecemos con la apariencia debida; y es que los profesionales en derecho deben de guardar la apariencia debida en todo momento, de ello dependerá el respeto o quizás la valoración que la sociedad haga o ejerza hacia ellos, esto se logrará cuando el abogado muestre un comportamiento por así decirlo con limitaciones, pues él es un referente de justicia y en todo momento debe de cuidar lo que dice y hace.
La vida privada, es considerada para muchos un tema que es innecesario tocar cuando se habla de ética del abogado, pues como su nombre mismo lo dice “vida privada”, pero lo cierto se fragua en que si el abogado se comporta como cualquier civil en un fin de semana, pues la mala reputación de la profesión aumentará, pues simplemente porque la sociedad mira con diferentes ojos a un profesional comparado con un simple civil, y más aún por la esencia de la carrera.
La vida política en la cual puede estar inmerso un abogado no lo exime de las responsabilidades que sus colegas y él están obligados a tratar de cumplir.
Integridad y probidad, esto alude a la coherencia de la persona en sí; el profesional debe actuar en consecuencia con sus principios en todo momento para fortalecer la concepción de la abogacía como profesión orientada a la defensa de los derechos de las personas y la consolidación del estado.
El abogado del siglo xxi
Nos enfrentamos a nuevos retos, demandas y comportamientos sociales. En menos de 30 años como sociedad nos hemos desplazado de la era de los fax a, campos específicos del derecho poco explorados y aún en construcción como lo es el Derecho Informático. Vivimos en el centro de cambios vertiginosos donde la información avanza, se descomprime y se desactualiza casi al instante.
¿Qué se espera de los abogados del siglo XXI?
Lo dijo Charles Darwin de una manera magistral: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente sino la que mejor responde al cambio”. Para las sociedades contemporáneas, cambios que se producen a partir del reconocimiento pluricultural, donde las fronteras están representadas sólo en lo físico por murallas, pero no en concepciones ideológicas de razas, que condenan los movimientos armados, que exigen mayor transparencia y rendición de cuentas de sus gobiernos, donde la cultura de la legalidad ha pasado de ser una moda legislativa y política para ocupar un lugar privilegiado en la exigencia de los gobernados a sus gobernantes, que reprueba el maltrato a los animales y señala la indiferencia del gobierno a las causas más necesitadas de un pueblo. En esto constituye entre otras cosas el cambio paradigmático del nuevo engranaje social y la abogacía debe estar a la altura de estas demandas y ofrecer soluciones efectivas, modernas y trascendentes.
Es tiempo de cambiar la abogacía de formato por la abogacía moderna, donde no haya espacio para las malas prácticas, donde exista un compromiso genuino por la legalidad, y las causas justas, donde la base del éxito no esté determinada por la cantidad de casos ganados de cualquier manera.
El talento profesional y la creatividad de la abogacía deben ser utilizados para inventar y reinventar nuevos procesos que ofrezcan soluciones a las necesidades de la sociedad, finalmente, no debemos olvidar que nuestra profesión encuadra en el mercado de servicios, y no constituimos la excepción a la regla, debemos buscar la mejora continua y aportar valor agregado; allí quizás la gran diferencia entre un abogado de otro, pues dependerá del nivel de compromiso que cada uno tiene a la profesión para darle su propio VALOR AGREGADO, que se plasmaría en tener un buena relación abogado-cliente, estar la vanguardia de las diferentes actualizaciones en el derecho, ser sincero con el cliente, etc.
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