Ensayo sobre la ciencia y el Covid 19

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La pandemia  que nos está tragando ha creado, desde sus primeras manifestaciones, más preguntas que respuestas. Tal vez eso explique parte de la ira que creo que todos hemos experimentado, aunque en diversos grados y ciertamente con matices muy singulares. Preguntas básicas como: ¿Cuántas personas están infectadas, cuántas están muriendo y hay niños infectados? O si ya me golpeó, ¿me puede volver a pegar? ¿Existe un tratamiento eficaz? Encuentran respuestas aproximadas, variables y, a veces, incluso contradictorias. Agregue la cobertura intencional de números (o la sospecha de que sucedan), noticias falsas y la tentación de tergiversar los hechos para obtener una ventaja. El resultado es un caos de información en el que es difícil distinguir entre lo que es real y lo que no. Estamos bajo el ataque diario de noticias y comentarios de todo tipo. Si falta algo, escucha más ciencia.

La ciencia tiene un compromiso ineludible con la verdad, que requiere análisis y reflexión cuidadosa para el juicio. Para prosperar, la ciencia necesita creatividad e imaginación. Necesita espacio para ensayo y error. La ciencia puede ser una herramienta sofisticada en la justicia, ya que resuelve disputas sobre la base de la evidencia. Las dimensiones subversivas de la ciencia siempre me han fascinado de cierta manera. La ciencia (con argumentos, por supuesto) se enfrenta al desafío, que se convierte en una especie de subversión constructiva. No hay necesidad de temer una confrontación basada en evidencia. Recientemente hubo un foro virtual organizado por las Naciones Unidas sobre la ciencia de COVID.. La tecnología y la innovación son herramientas imprescindibles para superar la crisis sanitaria: ¿qué, si no, qué vacunas, fármacos y pruebas necesitamos? Los expertos nos han ilustrado. Han estudiado meticulosamente, si hay algo que la ciencia tiene para ofrecer frente a una pandemia, lo que nos ha dicho, lo que no nos puede decir y lo que nos puede decir en este momento. No tengo ninguna duda: la salida a la crisis sanitaria está en la ciencia.

 Vacunas:

 En teoría, una vacuna segura y eficaz sería nuestra mejor apuesta. Se estima que hay más de 150 proyectos en marcha en todo el mundo para desarrollar una vacuna contra el SARS-CoV-2. Algunos hicieron su ofrenda al público. Otros prefieren escabullirse. Estimo que solo hay unos diez estudios clínicos hasta la fecha. Se sabe que dos de ellos comenzaron a vacunar a voluntarios con consentimiento informado y bajo estricta supervisión médica. No hay una sola forma de hacer una vacuna, pero su objetivo es uno: crear inmunidad, proteger contra agentes dañinos. Los avances en biología molecular han sido asombrosos. Por lo general, lleva varios años desarrollar una vacuna. La carrera de hoy es incontrolable, con altibajos a seguir. Definitivamente habrá una vacuna en un tiempo récord.

Pero, ¿será realmente seguro? Uno de los principios éticos más poderosos de la medicina dice que lo primero que hay que hacer es no hacer daño. ¿Qué tan poco es? E incluso si se conoce algún daño potencial (siempre hay efectos secundarios no deseados), en la relación costo/beneficio, ¿se justifica la vacuna? El otro gran problema es la eficiencia. La inmunidad completa es una inmunidad parcial o permanente similar a la inmunidad temporal y, de ser así, ¿por cuánto tiempo? El desafío es cómo demostrarlo. Los modelos animales ayudan, pero no los solucionan. ¿Vacunar a los voluntarios y exponerlos deliberadamente al virus para probar si la vacuna funciona? Preguntas simples que te mantienen despierto por la noche. En cualquier caso, una salida en falso será costosa.

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