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Floracion

luisariveraf19 de Enero de 2015

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INTRODUCCIÓN

La luz es uno de los tres factores más importantes que actúan sobre el crecimiento y desarrollo de las plantas, junto con el oxígeno, el CO2 y los minerales. Es un factor imprescindible para llevar adelante una serie de procesos fisiológicos en las plantas, siendo la fotosíntesis el más importante de todos. La mayor parte de la luz del sol que captan las plantas es transformada en calor y sólo una pequeña parte del espectro es esencial para su crecimiento.

En los rayos del sol se encuentra un amplio espectro con varios tipos de radiaciones: ultravioletas (0,6%), visibles fotosintéticas o luz fotosintéticamente activa PAR (37%), infrarroja corta (NIR) e infrarroja larga FR (ambas 62%). Las plantas usan la luz comprendida entre los 400-700 nm (conocida como radiación PAR, radiación fotosintéticamente activa, o luz de crecimiento), variando el efecto de la longitud de onda según las horas del día y los estadios de crecimiento de la planta. De igual manera, la luz actúa sobre la asimilación del carbono, la temperatura de las hojas y en el balance hídrico, en el crecimiento de los órganos y tejidos, principalmente en el desarrollo de los tallos, expansión de las hojas y en la curvatura de los tallos. Interviene también en la germinación y en la floración.

En tal sentido, otro de los procesos que están estrechamente relacionados a la luz es el fotoperiodo, que está determinado por la duración cotidiana del día y horas de la noche, considerada desde el punto de vista de sus efectos biológicos. Los efectos del fotoperiodo en las plantas son habitualmente intensos, las respuestas a la duración diaria de la luz de diversos fenómenos del crecimiento y desarrollo (germinación, estolonización, bulbación, elongación de tallos, floración, etc.) están ya claramente establecidas; sin embargo, estas respuestas son complejas y en la mayoría de los casos están asociadas a otros factores ambientales, como la temperatura, o propios de la planta, como su estado de desarrollo.

El fotoperiodo es uno de los factores ambientales más importantes en el control de su desarrollo y de su transición floral. Entre las especies sensibles al fotoperiodo pueden distinguirse plantas de día corto, en las que la floración se induce como consecuencia de la exposición de días cortos (menos de 12 horas de luz), y plantas de día largo en las que la floración se induce por exposición a días largos (más de 12 horas de luz). Mediante la utilización de fotoperiodos desplazados se ha demostrado que, tanto en plantas de días cortos como en plantas de día largo, es la longitud de la noche, y no la longitud del día, la que tiene un efecto inductivo; además, para que la noche tenga un efecto inductivo debe ser interrumpida.

En un sentido más amplio, aunque la floración venga determinada por el fotoperiodo, es preciso que este estímulo físico se transforme en estímulo químico, y eso es lo que hace la luz mediante la activación del fitocromo, que participa activamente en la regulación de la respuesta concreta. Además, los mecanismos internos como el fitocromo y los relojes biológicos, afectan sobre todo a los vegetales, siendo el fitocromo un pigmento receptor que controla diversos procesos biológicos, así como, la germinación de algunas semillas y el crecimiento.

De esta manera, puede concluirse que la forma Pfr del fitocromo, pero no la forma Pr, tiene un efecto inhibidor en la transición floral, tanto en plantas de día largo como en plantas de día corto. Experimentos más complejos en los que la irradiación con luz roja e infrarroja se realiza en distintos momentos del día, parece indicar que las plantas de día corto y las plantas de día largo tienen distintos requerimientos en el nivel del Pfr a lo largo del ciclo diurno, lo que explicaría sus diferentes respuestas al fotoperiodo (Vince-Prue, 1983).

Siguiendo el orden de ideas anteriormente expuesto, los efectos de la variación controlada del fotoperiodo serán estudiados en nuestro diseño experimental, para lo que, es necesario utilizar plantas que tengan estandarizados las condiciones mínimas, máximas y óptima para ser sometidas a una inducción fotoperiódica; es por esto, que se utilizará la Planta de Ají Dulce (Capsicum chinense), que pertenece a la familia Solanáceae, conocida por ser de origen de los trópicos americanos. En cuanto a su morfología, posee una raíz principal pivotante que alcanza de 0,7 a 1,2m; un tallo de contextura herbácea, su base tiende a formar raíces adventicias, con hojas simples lanceoladas y de largo pecíolo, en sus axilas se producen flores y tallos laterales. En el caso de la flor, resulta ser frágil, bisexual, blanca de 5 pétalos, preferentemente flor autógama, con un grado de alogamia que varía del 8 al 30 %, genera un fruto tipo baya, generalmente rojo o amarillo y con semillas: pocas, aplastadas, retorcidas, lisas.

Las plantas de Ají Dulce (Capsicum chinense) tiene requerimientos de altitud que van entre los 0 y 1.000 msnm, la temperatura adecuada para su desarrollo es de 16 - 35 ºC, con un óptimo de 25-30 ºC diurno y 18 - 22ºC nocturno y soportan precipitaciones que se registran entre 600 a 1.200 mm. Esta especie vegetal es de Fotoperíodo corto. Exige suelos bien drenados, franco-arenosos, ricos en materia orgánica, tolera la salinidad del suelo o agua de riego, sin embargo, la calidad del fruto se ve afectada en la medida que aumenta la concentración de sales. La planta es muy susceptible al exceso de agua. Una de las características más resaltantes es que el pH es de 5,5 a 6,8.

En torno a los elementos señalados con anterioridad, la experimentación con el fotoperiodo puede realizarse variando la cantidad de luz a la cual se exponen a las plantas, es por esto, que se utilizará una cámara fotoinductiva en la que se aplicarán tres tratamientos de luz artificial fluorescente con duraciones de 6, 8 y 10 horas de luz, mientras que las horas de oscuridad serán de 18, 16 y 14. En este caso, la inducción fotoperiódica se hace con la intención de provocar la aparición de los primordios florales en la planta de Ají Dulce (Capsicum chinense), controlando sistemáticamente factores como temperatura, humedad relativa, edad de la planta suelo y pH del mismo.

ANTECEDENTES

Mundarain (2001), en su compendio: Fenología del Crecimiento y Desarrollo de las Plántulas de Ají Dulce (Capsicumchinense), señala que “Se obtuvieron resultados de producción de frutos y flores durante los 134 días después de la poda (ddp). Ambos tratamientos de poda retrasaron el período de máxima producción con respecto a plantas sin podar durante los primeros 64 ddp. Posteriormente tanto la dinámica de floración como de producción mantuvieron el mismo patrón en todos los tratamientos. Pese a un incremento en el peso de los frutos no significativo a mayor intensidad de poda, menores producciones fueron obtenidas con la mayor severidad de poda. Tanto el número de flores, frutos y producción total no variaron significativamente entre las plantas control y las podadas a 15 nudos”. (pág. 7)

http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0378-78182002000200005

Orellana, F; Escobar, J; Morales, A; Méndez, I; Cruz, R; Castellón, M. En su trabajo: Guía técnica cultivo de chile dulce. Señalan que “esta planta es de días cortos, es decir, la floración se realiza mejor y es más abundante en los días cortos (diciembre), siempre que la temperatura y los demás factores climáticos sean óptimos. No obstante, debido a la gran diversidad de cultivares existentes en la actualidad, las exigencias fotoperiódicas varían de 12 a 15 horas por día El chile dulce se desarrolla bien con temperaturas de 15 a 30° C; a temperaturas mayores la formación de frutos es mínima”. (pág. 11)

www.centa.gob.sv/docs/guias/hortalizas/Guia%20Chile.pdf

Pinto, M. Baquero C. (2005), en su compendio: Tecnología para la producción de ají chino en la costa Atlántica, señala que “el ají chino es una especie que se desarrolla en las condiciones de clima cálido y medio en la región Caribe, donde se cultiva a una altura de 20 hasta 1600 msnm, con temperatura y humedad relativa para su desarrollo que varían entre 18 y 28° C y de 70 a 90%, respectivamente. Tiene amplia adaptación a diferentes tipos de suelo, pero requiere de buen drenaje. En suelo arenoso la producción es aceptable cuando existe una adecuada disponibilidad de agua; los mayores rendimientos son obtenidos en suelos con texturas Franco-limosa y franco arenosa, con pH entre 6.0 y 6.5. Es importante tener en cuenta que el cultivo es exigente en nitrógeno y fósforo”. (pág. 16).

www.corpoica.org.co/bacdigital/contenidos/catalogo.asp?ca=42681

Mendoza, (2012). En su estudio sobre: Efecto del Fotoperiodo sobre la duración de la fase Vegetativa en tres Accesiones Chilenas de Quínoa (Chenopodium quinoawilld.). “El fotoperiodo es un factor importante en el desarrollo de la quínoa, en especial en la determinación de la iniciación floral, y por lo tanto, la fecha de antesis (Bertero et al., 1999b). De acuerdo con experimentos realizados con accesiones chilenas de quínoa por Tejeda (2009) y Galdames (2010) se ha demostrado que esta especie es sensible en mayor o menor grado al fotoperíodo en las fases de su desarrollo. La quínoa se ha clasificado como planta preferentemente de día corto cuantitativo para tiempo hasta floración (Bertero et al., 1999a), aunque por haberse adaptado a variados ambientes (Spehar y Barros Santos, 2005), la sensibilidad al fotoperíodo también presenta variaciones”.

Según Bertero (2003) la sensibilidad al fotoperíodo y a la temperatura

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