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Foucault El movimiento de la Tierra


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2021  •  Resumen  •  1.372 Palabras (6 Páginas)  •  74 Visitas

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CAPITULO VII

Foucault

El movimiento de la Tierra

El capítulo comienza explicando un poco acerca de cómo era el tiempo de esa época y nos cuenta que desde Napoleón hasta el otro Napoleón todos los gobernantes mostraron una especial y efectiva sensibilidad hacia las ciencias y sus aplicaciones. Producto de aquella época revolucionaria fueron las grandes escuelas, en particular la Normal Superior, la de Minas y la Politécnica, e instituciones como la Oficina de Longitudes, dedicada a la astronomía, la geografía y la navegación, o el Conservatorio de Artes y Oficios, entre muchas otras. Todo ello favoreció el paso de la Francia aristocrática a la meritocrática. La eficacia de estas instituciones se reflejó pronto en un desarrollo científico y tecnológico sin par. Nuevos cementos hidráulicos hicieron posible la construcción de puentes y presas de gran envergadura; la electricidad comenzó a aplicarse a la telegrafía y a numerosos procesos industriales; las máquinas de vapor impulsaban fábricas, barcos y trenes; los daguerrotipos exigían cada vez menos tiempo de exposición; la cirugía empezó a contar con la anestesia y la asepsia; la química favorecía la agricultura y la nutrición. Realmente aquella época de la primera industrialización fue muy excitante.

Nos comenta que un personaje muy representativo de esa época fue Jean-Bertrand-Léon Foucault y, en buena medida, esta fue producto de su trabajo. Su experimento más bello y simple, y a la vez más espectacular y mediático, eclipsó su obra, a pesar de que en nuestro siglo XXI aún se utilizan varios de sus inventos.

En su juventud no fue muy buen estudiantes con los números, sin embargo, dejaba pasmados a todos con su habilidad manual. Sus maquetas de barcos, sus pequeñas máquinas de vapor y sus telégrafos mecánicos eran perfectos y funcionaban con una precisión pasmosa. Siendo malo en matemáticas y bueno en manualidades, la mejor elección para su futuro era, con toda lógica, hacerse cirujano. Con veinte años, en 1839, entró en la insigne Escuela de Medicina de París. Le fue muy bien hasta que vio sangrar a un enfermo. Cayó desmayado. Su animadversión a la sangre le hizo replantearse seriamente el asunto, pero como se había granjeado el aprecio de uno de sus profesores, Alfred Donné, gracias a su insistencia aceptó dedicarse a la microscopía médica. Por aquella época empezaban a hacer furor los daguerrotipos, que todavía eran imágenes impresas en placas de cobre emulsionadas con betún de Judea disuelto en aceite de lavanda. La intención de Foucault era obtener daguerrotipos de imágenes tomadas al microscopio para enseñanza y deleite de los estudiantes de medicina. Pero aquello era bastante inviable. Sus inventores, Nicéphore Niepce y Louis-Jacques Daguerre, cambiaron pronto el procedimiento recubriendo las placas de yoduro de plata, que, tras casi una hora de exposición al objeto, eran reveladas con vapores de mercurio. Aquello no solo era lento, sino también peligroso, porque los fotógrafos podían terminar más locos que un sombrerero. Esta comparación viene a cuento de que el término azogado se aplicaba en aquella época al que presentaba los síntomas de los sombrereros ya mayores, porque casi indefectiblemente todos mostraban un extraño comportamiento debido a los vapores de mercurio que utilizaban en sus manufacturas. Foucault estrechó su amistad con un ex compañero de colegio que también estudiaba medicina, pero al que le gustaba tan poco que, igual que él, quería dejar la carrera. Se llamaba Hippolyte Fizeau, y la colaboración entre ambos sería extraordinariamente fructífera, aunque a la larga terminaron distanciándose. Corría el año 1841. Fizeau fue el que metió a Foucault en la física, pero antes perfeccionaron de manera admirable el daguerrotipo. Fizeau descubrió que el bromo también sensibilizaba las placas y que con cloruro de oro la imagen que se obtenía era excelente. Foucault descubrió una técnica de deposición uniforme e inocua del vapor tóxico de mercurio. Entre los dos lograron daguerrotipos perfectos con exposiciones que variaban entre un segundo y dos minutos. Bajo la dirección de Donné, publicaron un atlas médico que incluía nada menos que ochenta daguerrotipos de fluidos corporales al microscopio, iniciándose así la microfotografía médica. Un año antes, el director del Observatorio de París y secretario de la Academia de Ciencias, el todopoderoso François Arago, les había encargado hacer daguerrotipos del Sol, y las imágenes que obtuvieron fueron formidables. Foucault y Fizeau, ya completamente dedicados a la física aplicada, iniciaron una fructífera etapa de colaboración: midieron interferencias de lo que ellos llamaban «rayos calóricos», que no eran otra cosa que radiación infrarroja; inventaron los primeros reguladores de los arcos eléctricos, mecanismos que mantenían constante la distancia entre los extremos de los electrodos conforme se iban gastando; consiguieron la transmisión de la hora por conexión eléctrica sincronizada de relojes, etc.

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