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Instrumenacion Y Control


Enviado por   •  25 de Enero de 2015  •  3.633 Palabras (15 Páginas)  •  158 Visitas

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Introducción

Actualmente la formación docente, se caracteriza por capacitaciones específicas, erráticas y relativamente descontextualizadas, es decir, tienen poca conexión con las transformaciones de orden global y el impacto a corto y mediano plazo en las disposiciones locales. Las reformas educativas en México nos enfrentan con la innovación del pensamiento, como lo menciona Gimeno Sacristán (2002), al exponer que los cambios en el papel de la estructuración de la sociedad, el trabajo, la cultura y el sujeto, tienen importantes proyecciones para la educación; para el modo de concebirla, para la jerarquía de valores hacia lo que se cree ha de servir, para las prioridades de las políticas educativas, el entendimiento de la calidad educativa, el diseño de los currículos y los procedimientos de control de las instituciones.

El presente documento, esboza la importancia de la dimensión ética en la formación del profesorado, estructurado con un primer apartado sobre los desafíos de la época global, partiendo de la premisa que los valores éticos son, y serán, un reto a la formación académica, que vive la educación de la sociedad del conocimiento, vista con el carácter prometedor de la colaboración. En la segunda parte se aborda la autonomía, como pieza imprescindible de la formación docente, con el firme convencimiento de que siempre deben estar equiparadas autonomía y dimensión ética en el profesorado.

En un tercer aparado se conceptualiza el desarrollo ético en la formación docente, sin plasmar una definición acabada, sino más bien, se presenta un planteamiento para guiar hacia la reflexión; dejando siempre la inquietud de seguir profundizando en este tipo de contenidos. Sobre la trascendencia de la dimensión ética en el campo de la formación docente, sin menoscabo de la importancia que tiene para todos los actores del sistema educativo, más allá de unos contenidos temáticos disciplinares. Se tocan levemente también, las etapas del desarrollo moral, plasmadas por Kohlberg.

El cuarto apartado, de este ensayo, ubica el desarrollo ético, en el cambio de época que vive la sociedad: la globalización, ya que la era de la sociedad informacional por sí misma, nos presenta grandes necesidades de priorizar la dimensión ética. Finalmente se anotan algunas conclusiones o recomendaciones, con plena conciencia de que solo es una tentativa de abordar la formación docente y el desarrollo ético.

III. Desarrollo Ético en la Formación Docente

Abordar el tema de la formación del personal académico, nos conduce a buscar una nueva sensibilidad, surgida de la banalidad y el comentario nihilista en que están encerrados el arte, la política, el amor, el pensamiento, la ética y la religión. En toda acción educativa se expresa determinada concepción acerca de la naturaleza, el origen y el destino de los seres humanos; ya que las interrelaciones económicas, políticas, de seguridad, culturales y personales se han establecido entre personas, países y pueblos, desde los más cercanos hasta los más alejados lugares del planeta; en este contexto globalizado lo que sucede a unos repercute en los demás como si fueran células de un órgano o partes de un mismo cuerpo.

El objetivo de la formación académica como conjunto de procesos y programas, se orienta a favorecer y organizar competencias y motivaciones nuevas y adquiridas en un sistema disposicional reestructurado, que permite al sujeto desarrollar actividades docentes y enfrentar de manera competente, los problemas que se le presenten en el campo educativo.

La configuración del ethos profesional, como compás moral del docente, se configura de tres elementos vitales; primero la eticidad internalizada o sustancia ética, segundo, la motivación o manera en que la gente se siente invitada o incitada a reconocer sus obligaciones morales, y tercero, la relación consigo mismo, donde se distinguen los medios por los cuales el individuo, se transforma a sí mismo en sujeto ético y por otro el ciudadano que aspira a ser (Yurén, et. al, 2002).

La dimensión ética de la profesión académica, es mucho más que aprender nuevas habilidades y conductas, sin embargo al docente no se le puede cambiar de una manera radical, ya que implica modificar a la persona mediante un cambio significativo o duradero, pero inevitablemente lento, ya que el actuar docente de hoy está ligado con su vida, su biografía, con el tipo de persona que cada uno ha llegado a ser. Los sistemas de valores y las tendencias educativas dominantes que coinciden con los periodos de instrucción e ingreso a la profesión académica, son factores importantes en la formación del profesorado, en lo que se refiere a la dimensión moral (Fullan & Hargreaves, 2000).

El peso que tienen los contenidos educativos, como elemento organizador de la práctica docente es innegable, pero en la formación de personal académico, no pueden entenderse únicamente como los conocimientos o temáticas disciplinarias, sino que se observarán valores, actitudes y procedimientos, formando parte de lo que se enseña y por supuesto de lo que se aprehende. El educador actual necesita fijarse como meta que el estudiante piense moralmente por sí mismo, cuando su desarrollo lo permita, que se abra a contenidos nuevos y decida desde su autonomía qué quiere elegir, asentando así las bases de una dimensión ética abierta.

Los compromisos preestablecidos de ofrecer una educación que brinde elementos al estudiante, para enfrentar responsablemente su papel como adulto y mejorar su calidad de vida, no pueden soslayarse en el momento de cubrir la dimensión ética en la formación del profesor, por el contrario, demandan propiciar su desarrollo integral, a partir de sus necesidades e intereses como individuo y como miembro de una sociedad basada en el desarrollo sustentable y en valores acordes con la justicia, la identidad nacional y la soberanía. Sin olvidar que el ideal de ser humano, es hijo de su época y del lugar en que se sueña; de este modo hoy en día a la hora de educar en el desarrollo ético será, pues, educar en valores, más que en modelos de hombre.

Las tradiciones de la educación moral no muestran únicamente, modelos para que se reproduzcan, porque la reproducción, la copia y la mera imitación congelan la vida. Lo que importa, es avistar valores y aprender a saborearlos, sabiendo que por atractivos que resulten vistos en otros seres, se van a tener que crear los propios, ya que ningún humano puede actuar ni vivir por otro; pero requiere a ser con valores y en valores.

Las tradiciones que enuncia Cortina (1999), para el ser moral son:

• La base antropobiológica por la que somos inevitablemente seres morales (tradición zubiriana).

• La moralidad como un ineludible modo de estar "en forma"

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