Inv.termica
angel189015 de Abril de 2015
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Consecuencias de pulverizar bajo condiciones de inversión
Como ejemplo, un avión trabaja a una altura entre 2 a 5 m, según tipo de avión,
equipo aspersor y condición del viento. En una atmósfera normal el aire por
encima del avión está más frío que debajo de él, en consecuencia existe un
flujo descendente de aire, que junto con la aerodinámica del vuelo (“efecto
suelo”) hacen que la aspersión baje en dirección al cultivo. Por el contrario, bajo
condiciones de inversión, el asperjado queda flotando y las gotas continúan
evaporándose y se trasladan por leves brisas de dirección variable hasta que
alcanzan una zona turbulenta y caen; o cuando transformadas ya en un aerosol
-e independizadas del tipo de atmósfera- viajan largas distancias.
Cuantificación de la deriva
El tamaño de gota normal para bajos volúmenes varía entre 100-150µ, en
cambio para medios o altos volúmenes entre 200-350µ. Esto tiene implicancias
importantes, aún en una atmósfera turbulenta, en cuanto al tiempo de caída y
al ritmo de evaporación. Desde una altura de 3 m una gota de 100µ cae a una
velocidad de 35 cm/seg y tarda 8.6 segundos en alcanzar el suelo; desde 60
cm de altura una gota de 250µ cae a 80 cm/seg alcanzando el suelo en sólo
0.75 segundos. La gota pequeña tarda 11.4 veces más en caer, y tiene más
posibilidades de evaporar. Además, una gota de 150µ incrementa rápidamente
su superficie específica (superficie por unidad de volumen, responsable del
fenómeno de evaporación) cuando pasa a tener 100µ, mientras que la superficie
específica cuando la gota pasa de 250 a 200µ se incrementa muy poco. Se
deduce entonces que las gotas más pequeñas tardan más en caer y se
evaporan más rápido.
Datos comparativos de ensayos para un mismo tamaño de gota, asperjada con
avión bajo atmósfera normal e invertida, demuestran un incremento entre 7 y 8
veces la deriva: de 7.2 a 49.5 m de desplazamiento horizontal para gotas de
150µ; y 15.8 a 132 m para gotas de 100µ, respectivamente. Deducimos
también que las gotas más pequeñas derivan más, alejándose entre 50 y 130
m de la vertical de caída cuando hay inversión; mientras que bajo atmósfera
turbulenta el alejamiento es mucho menor, oscilando entre 7 y 16 m (Brooks,
FA, 1947; EPA-USA, 1976).
Los mismos autores ofrecen datos para una gota gruesa de 400µ, con valores
de deriva de 3 a 15 m, para condición normal e invertida respectivamente; por
lo cual deducimos que el fenómeno de inversión también afecta a los
tratamientos terrestres, incrementando 5 veces la deriva.
Causas de la deriva en aplicación aérea
Según Fritzs, BK (2003) las causas de deriva pueden dividirse en controlables
e incontrolables, pero evitables. Las primeras corresponden a la configuración y
calibración del equipo aspersor: longitud del botalón, tipo y orientación del
aspersor, presión de trabajo y tamaño de gota. Entre las evitables o
remediables figuran: la velocidad y dirección del viento, la baja humedad
relativa, la alta temperatura y la estabilidad atmosférica, que denominamos
inversión térmica. En esta categoría la única remediable con antievaporantes
es la baja humedad; el resto condicionan la posibilidad de realizar el trabajo.
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