LA IMPORTANCIA DEL ATLETISMO EN LA FORMACIÓN MOTRIZ

   LA  IMPORTANCIA  DEL  ATLETISMO                  

  EN  LA  FORMACIÓN  MOTRIZ

        Un poco de historia...

        “El caminar, correr, saltar, lanzar, trepar, nadar..., son capacidades naturales que el hombre lleva realizando desde que se puso de pie definitivamente y convirtió el bipedismo, primero, en un medio de subsistencia eficaz y después, en una actitud específica y diferencial ante la vida. En la historia biológica del hombre como ser vivo, éste fue conquistando sus actuales capacidades, las cuales le sirvieron como sistema de relación con el medio que le envolvía; en esa interacción sistemática, surge el descubrimiento del correr, saltar, lanzar por placer, por necesidad biológica de movimiento, por competencia, por entrenamiento, etc. y es, en ese mismo momento, cuando nace el espíritu lúdico-deportivo.

        El atletismo, palabra de origen griego (Aethlos = esfuerzo), es una actividad que procede de la reglamentación y competencia de algunas de las capacidades específicas del hombre, lo que unido al espíritu deportivo que mencionábamos, se constituye en un conjunto de actividades lúdicas, practicadas desde épocas muy lejanas en los momentos de ocio y  por gran número de culturas que interpretaban perfectamente este tipo de prácticas según su propia  cosmovisión (celtas, griegos, culturas precolombinas, pueblos africanos,  etc. ).  Cuando en el siglo pasado se empieza a considerar, en Inglaterra,  la  agrupación  y la  reglamentación  de ciertas prácticas atléticas ancestrales con el nombre de Atletismo, éstas conformarán el núcleo base de un fenómeno social como serán los Juegos Olímpicos Modernos. (...)

        Volviendo a la naturaleza y recuperando la motricidad

        En nuestra época, el contacto del hombre con la máquina le ha deparado un poder impresionante como especie, pero ha asumido a éste, a una pobreza motriz acuciante. La máquina y su producto final, la tecnología, ha apartado al hombre de la naturaleza y por tanto de la práctica motriz espontánea y natural; y este hecho es, en parte, el que facilita la aparición del deporte como realidad social con el fin de restaurar parte de la motricidad perdida en nuestra carrera tecnológica y dar una salida al tiempo libre de las grandes masas de personas que viven constreñidas en los cada vez más urbanizados núcleos poblacionales.

        Las prácticas atléticas son, por su naturaleza y origen, idóneas para la restitución de parte de la motricidad perdida por el hombre, en su trascendental encuentro con ese elemento extra-corporal que va a revolucionar su existencia: la máquina. En esta línea, entendemos el Atletismo como una serie de actividades naturales primigenias que han sido realizadas permanentemente por el hombre a través de la interacción lógica y comprometedora entre él y la naturaleza, las cuales han sido adaptadas, reglamentadas, y en algunos casos transformadas con cierto artificio para la competición, la cual tiene por objeto, la superación a través de la disciplina y el esfuerzo personal, en perfecta congruencia con el viejo sentido de la palabra “aethlos”. En este contexto el hombre ha aportado el primero y más natural de los instrumentos técnicos que conocemos: su propio cuerpo, y la naturaleza correspondió con su omnipresente variedad. Es evidente que en esta profunda relación radica la originalidad del Atletismo.

        Para poder conseguir nuestros objetivos atléticos utilizamos la técnica, consistente en unos recursos motores que nos da la propia tecnología para lograr, en una especialidad, la máxima eficacia de acuerdo con las limitaciones reglamentarias. La mayor parte de las veces, la técnica más eficaz en las pruebas atléticas, no es otra que la recuperación de una serie de gestos naturales perdidos por la especie humana en su proceso de degradación motriz, y que le restan disponibilidad y eficacia en el desempeño de habilidades tan propias del hombre, como franquear obstáculos, lanzar objetos o simplemente correr”. (...)

        8.4.1 - EL ATLETISMO ESCOLAR

        “La educación física como sistema educativo que es, tiene una importante responsabilidad en la tarea de socializar a los individuos. Su papel es clave para dirigir a nuestros alumnos hacia el esfuerzo personal como valor social inalienable. Consideramos que el deporte educativo forma parte del concepto de educación física y en esa relación, damos al Atletismo un protagonismo especial en ese reto de nuestros tiempos. El gran objetivo del Atletismo, como práctica educativa, sería la utilización del cuerpo y sus técnicas corporales, con el objeto de lograr una correcta eficiencia y disponibilidad motriz en el diálogo entre el hombre y el medio; en base a este supuesto educativo, entendemos que las prácticas atléticas deben contribuir de forma decisiva a la recuperación de la riqueza motriz humana, a través de los gestos motores olvidados, y todo ello, en una línea  de necesaria ejercitación racional que nos conduzca a un proceso, en donde la práctica atlética puede y debe tener un papel corrector de las deficiencias apuntadas en el hombre moderno.

        El gran desafío que tiene planteado la enseñanza del Atletismo, es el amalgamar la técnica con la pedagogía. Anteriormente, trazábamos una semblanza de la técnica y valorábamos su doble papel: recuperar gestos naturales perdidos por el hombre y obtener la máxima eficacia motriz en la ejecución de las distintas especialidades.

        La pedagogía aplicada, intenta acercar a la realidad del alumno, los contenidos propios de una disciplina como ésta, mas preocupada por otra parte, en la búsqueda de sistemas de entrenamiento, técnicas sofisticadas y demás estudios científicos al servicio de la obtención del récord, que en el acercamiento propio y natural de sus actividades al niño, que es un ser esencialmente distinto del adulto, y no un hombre en pequeño, como durante largo tiempo se le ha considerado desde la óptica de la iniciación deportiva” .^[1]

CARACTERÍSTICAS  DE  LOS  NIÑOS  Y  NIÑAS  DE SEGUNDO CICLO

        Meinel ha llamado a esta edad “edad del aprendizaje”. Diem la ha denominado “La edad de la habilidad”. Para muchos es sin duda “la edad de oro de la Educación Física”.

        La intención es describir las características de los niños (tanto varones como mujeres) entre los 9 y 11 años aproximadamente, cuando atraviesan el denominado estadio prepuberal, que se caracteriza por ser uno de los de mejor equilibrio funcional.

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