LAS PLANTAS Y LOS ZOMBIS

LAS PLANTAS Y LOS ZOMBIS

Había comenzado el cataclismo y ellos no se habían dado cuenta, Diego y Mirna no tenían ningún medio de comunicación, y su finca quedaba en medio de una gran espesa naturaleza lejos del pueblo y muy muy lejos de la carretera.

Hacían mercado para todo el mes y tenían una muy bella huerta detrás de su casa en la finca la cual le proporcionaba la mayoría de todos sus alimentos.

Diego acostado en su cama escucha un susurro lejano pero progresivo que venía del monte. Se levanto con el más sumo cuidado. Mirna dormía plácidamente camino hacia la ventana y abrió la cortina. La noche era clara el final del monte empezaba a escasos 50 metros de distancia. Diego oyó con cuidado, girando la cabeza para oír mejor el ruido crecía sobre el silencio acostumbrado del lugar.

De pronto una figura humana salió del espeso monte y de inmediato otra y otra y otra, un gentío se acercaba caminando a paso lento. Diego fue hasta la cama y despertó a Mirna.

-¿Qué quieres, que horas es? Dijo Mirna medio dormida

- levántate que se acercan una manada de gamines, borrachos o ladrones.

-¿manada de gamines? ¿Aquí? Pregunto Mirna ahora totalmente despierta con un gesto le dijo que callara, y juntos fueron hasta la ventana.

Al verlo ella se tapo la boca para no gritar y se devolvió asustada.

Esos no son gamines- dijo Mirna con un temblor en su voz. Diego siguió mirando por la ventana. Lo veía eran zombies no dejaban de salir del monte eran miles.

Bajo la cortina y fue hasta donde estaba Mirna, que en ese momento se agarraba la cabeza con las manos. La agarro por los hombros y le dijo en voz baja:

-Tenemos que irnos. Recoge la caja de la plata y cualquier bolso, yo voy a buscar la pistola

- si hay que irse, me quiero ir, ¿Qué tiene esa gente?

- ¡suhh, no sé. Busca la plata de la caja.

Algunos zombies llegaron hasta la casa comenzaron a emitir sonidos desagradables, gemidos, y los que estaban lejos volteaban hacia los gemidos y cambiaban su rumbo; todos se aproximaban a la casa.

Al querer huir por la parte de atrás se dieron cuenta que están rodeados.

Los zombies empezaron a destrozar puertas y ventanas, Mirna dejo escapar un grito. ¡Vamos al sótano¡ le dijo a diego. Bajaron la escalera desplegables y subieron.

Los zombies entraban en manadas y se chocaban y tumbaban cosas abriéndose paso en el interior de la casa.

En la oscuridad del sótano los dos quedaron en silencio. Abajo los zombies se aglomeraban cada vez más, hasta que apenas se movían de lo apretados que estaban.

Pasaron las horas, llego el día siguiente, y los zombies seguían en la casa. Finalizo ese día y empezaron otros más.

Sin agua ni comida, y sin poder salir de allí, al final los dos murieron casi al mismo tiempo.

Después de esto los zombies comenzaron a irse,

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