La Ciencia Política Va Hacia Adelante (por Meandros Tortuosos)Un Comentario A Giovanni Sartori De Josep M. Colomer
Enviado por grey_700 • 22 de Septiembre de 2011 • 1.808 Palabras (8 Páginas) • 1.347 Visitas
La ciencia política va hacia adelante
(por meandros tortuosos).
Un comentario a Giovanni Sartori *
Josep M. Colomer
Frente a la crítica del profesor Sartori a la ciencia política «americana» por centrarse excesivamente
en la cuantificación, el profesor Colomer sostiene la necesidad de un mayor progreso teórico para
que la ciencia política pueda desarrollarse como ciencia y también como conocimiento aplicado.
Palabras clave: pasado, presente y futuro de la ciencia política, utilidad de la disciplina, núcleo teórico,
método, investigación científica.
En sus reflexiones sobre «¿Hacia dónde va la Ciencia Política?», el profesor Sartori
señala agudamente algunas de las debilidades actuales de la disciplina: empiricismo
y escasa investigación aplicada. Pero, al atacar la ciencia política «americana»,
creo que se equivoca de enemigo y que la alternativa que sugiere no nos llevaría a
ningún sitio.
Me alegra mucho enterarme de que Sartori «siempre ha mantenido que nuestro
“modelo” es la economía». Yo también, y creo que no hay muchos más para escoger en
las ciencias sociales. Pero, desde luego, la economía no es un modelo para establecer
nuestra «propia identidad» de ciencia política como una «ciencia blanda», como dice
Sartori. La economía es una ciencia bastante dura y como tal hay que tomarla, si acaso,
Revista Española de Ciencia Política. Núm. 14, Abril 2006, pp. 41-45
* Este ensayo forma parte del simposio «¿Hacia dónde va la ciencia política?», del que se publicaron las contribuciones
de Giovanni Sartori y David Laitin en la RECP, núm. 12, abril 2005. Este ensayo junto con los
dos citados fueron publicados originalmente en Política y Gobierno, núm. 11, 2, 2004 y en PS: Political
Science & Politics, núm. 37, 4, 2004.
como modelo. Sartori tiene razón en señalar que la ciencia política ha desarrollado relativamente
poca investigación aplicada. Esta escasez se refleja en la oferta docente,
donde se puede observar un número relativamente bajo de programas en administración
y políticas públicas comparado con el de programas en ciencia política, en contraste,
por ejemplo, con el altísimo número de escuelas de negocios en relación con el de programas
de economía. Pero precisamente el ejemplo de la economía nos muestra que, en
las ciencias sociales, como en todas las ciencias, cabe investigación teórica e investigación
aplicada, pero que la segunda sin la primera no es ciencia ni contribuye a la acumulación
de conocimiento o al progreso intelectual, material o moral de los seres
humanos, sino que da, a lo sumo, algunas herramientas y habilidades basadas en la
experiencia de los practicantes (de los negocios o de las campañas electorales o de lo
que sea). La gran expansión de la economía aplicada en los últimos dos o tres decenios
ha sido posible por el alto grado de solidez alcanzado por la teoría económica tras una
larga trayectoria de acumulación de conocimientos. La ciencia política como disciplina
académica nació —como dice Sartori— mucho más tarde que la ciencia económica y,
lógicamente, se encuentra todavía en un estadio relativamente atrasado en el que la
investigación teórica sobre cuestiones muy básicas aún no resueltas tiende a dominar.
Ojalá la investigación teórica en ciencia política llegue a dar algún día resultados al
menos tan sólidos como los de la ciencia económica para guiar la expansión de la
investigación aplicada a una escala comparable.
Todos debemos un enorme agradecimiento a los fundadores de la ciencia política,
de los cuales Sartori menciona algunos (pero sólo unos cuantos). Sin ellos no estaríamos
aquí (es decir, investigando y enseñando, o escribiendo, publicando o leyendo este
ensayo). Pero, como todos los fundadores, los de la ciencia política establecieron solamente
algunos fundamentos de la disciplina, cuyo propio desarrollo requiere ir mucho
más allá. Como dice Sartori, su principal ocupación fue establecer unas cuantas «definiciones
» altamente relevantes para desarrollar el análisis, a lo cual yo añadiría algunas
«clasificaciones» (como las del propio Sartori, pongamos por caso, sobre los sistemas
de partidos) que desbrozaron inicialmente el camino para empezar a recopilar y ordenar
información. Sin embargo, el progreso de la ciencia requiere algo más. Por decirlo
con un esquema sencillo, cabe distinguir al menos cuatro niveles en el conocimiento de
cualquier objeto:
1) Definiciones y clasificaciones;
2) Mediciones cuantitativas;
3) Hipótesis causales;
4) Teoría explicativa.
Los padres fundadores, como reconoce Sartori, se movieron básicamente en el primer
nivel, el de las definiciones. Lo que sorprende a Sartori es que posteriormente la
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Revista Española de Ciencia Política. Núm. 14, Abril 2006, pp. 41-45
disciplina se haya desarrollado en el segundo nivel, el de las mediciones cuantitativas.
El «viejo sabio», como él mismo se califica, tiene toda la razón en notar que, en demasiadas
ocasiones, «la medición sustituye a las definiciones», lo cual la hace inútil y, a
veces, contraproducente. Es imposible no compartir su sentimiento de fastidio ante tantos
ejercicios estadísticos que únicamente pretenden modificar alguna de las variables
de un modelo de regresión previamente elaborado por otros autores, o darle una vuelta
más a los mismos datos, sin siquiera definir bien de qué estamos hablando ni tener en
cuenta la hipótesis o la teoría que podría sustentar el ejercicio ni la relevancia aplicada
de la cuestión. Centenares de estudiantes graduados y profesores ayudantes han sido y
son víctimas de «programas de investigación» que no consisten más que en ejercicios
estadísticos sin rumbo. Pero quizá sea esto un costo hasta cierto punto inevitable derivado
de la expansión de la información disponible, pues también los econometras han
caído muchas veces en lo mismo, y aunque lo conozco mucho menos, creo que el mal
ha afectado y afecta también a ciencias aún más «modélicas» como la física o la biología
experimental.
Ciertamente a la ciencia política realmente existente —es decir, a lo que hacemos
los politólogos— le falta aún mucho
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