La Energia
RoherGutierrez2 de Mayo de 2013
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INTRODUCCIÓN
La energía eléctrica es una forma de energía que está presente en la materia, que se origina por el movimiento de los electrones de algún material conductor. A pesar de que el conocimiento y dominio de la energía eléctrica son relativamente recientes, se encuentra en todas las facetas y actividades de cualquier sociedad desarrollada. Mientras que la tecnología es una actividad que utiliza los conocimientos generados por la ciencia aplicada para satisfacer las necesidades humanas mediante la producción de bienes y servicios. Esta responde a la demanda de bienes y productos industriales mediante procesos de fabricación de materiales específicos, pero siempre teniendo como denominador común la presencia, a menudo significativa de la electricidad.
La utilización de la energía eléctrica supuso un gran progreso en las respuestas de la tecnología a las necesidades humanas; un ejemplo lo constituyen los sistemas de iluminación, utilizados tanto en los cascos urbanos como en las viviendas rurales, en las empresas y en las vías públicas. Por otra parte, la aplicación de esta energía eléctrica a los sistemas de transporte, a las tareas domésticas, a los medios de comunicación (telégrafo, teléfono, computador), etc., ha implicado sin lugar a dudas un profundo cambio en la vida humana.
LA ENERGIA
Al mirar a nuestro alrededor se observa que las plantas crecen, los animales se trasladan y que las máquinas y herramientas realizan las más variadas tareas. Todas estas actividades tienen en común que precisan del concurso de la energía. La energía es una propiedad asociada a los objetos y sustancias y se manifiesta en las transformaciones que ocurren en la naturaleza. La energía se manifiesta en los cambios físicos, por ejemplo, al elevar un objeto, transportarlo, deformarlo o calentarlo. La energía está presente también en los cambios químicos, como al quemar un trozo de madera o en la descomposición de agua mediante la corriente eléctrica.
La energía eléctrica se produce por el movimiento de cargas eléctricas, específicamente electrones (cargas negativas que giran alrededor del núcleo de los átomos) a través de un cable conductor. Cada vez que se acciona un interruptor, se genera un movimiento de millones de electrones, los que circulan a través de un cable conductor metálico. Las cargas que se desplazan forman parte de los átomos que conforman el cable conductor, los electrones se mueven desde el enchufe al aparato eléctrico -ya sea lavadora, radio, televisión, etcétera- lo que produce un tránsito de energía entre estos dos puntos.
La energía eléctrica puede hacer funcionar distintos aparatos y se transforma en otras manifestaciones de ella. Por ejemplo, cuando la energía eléctrica llega a una enceradora, se transforma en energía mecánica, calórica y en algunos casos luminosa. Lo mismo se puede observar cuando funciona un secador de pelo o estufa.
Ética
El sector energético, y muy especialmente el mercado eléctrico nacional, ha estado sometido en los últimos meses a tensiones ajenas a su misión esencial: generar, trasportar y distribuir un producto básico para el bienestar y el desarrollo económico.
La energía eléctrica es el eslabón final de una cadena que comienza cuando el propio cliente enciende una luz. Esa decisión de consumo activa una ingente y complejísima maquinaria industrial, logística y económica que en la mayoría de las ocasiones trasciende las fronteras nacionales y llega hasta el mismo pie de pozos de carbón, petróleo o gas. De hecho, el origen inicial de la electricidad es la energía primaria, de la que España depende en un 80% del exterior, mientras que en el caso de Europa las importaciones de combustibles representan el 70% de las necesidades energéticas de los países.
A las tensiones del lado de la oferta se han sumado presiones por parte de la demanda, en fase de crecimiento acelerado como consecuencia del desarrollo de las economías emergentes de Asia. A menudo se olvida que entre China e India suman un tercio de la población mundial, ávida de acercarse a los parámetros de consumo de Occidente.
Ese anhelo se sobrepone a las preocupaciones medioambientales, cuyo déficit de atención se traduce en una mayor responsabilidad y exigencia para los países desarrollados. Europa sigue liderando el proceso de reducción de los gases de efecto invernadero, pese al desprecio mostrado hacia Kioto por algunos de los países más productores de CO2 y el consiguiente riesgo para las economías europeas.
Frente a la magnitud de estos retos, las empresas energéticas europeas tienen ante sí la enorme responsabilidad de comportarse con altura de miras, de tal suerte que el liderazgo de la vieja Europa se convierta en el adalid de la visión de un 'nuevo mundo' tan imprescindible como ineludible. Al fin y al cabo, se trata de aplicar una gestión ética a los recursos, las ideas y las personas.
Las empresas actúan como intermediarias entre esa fuerza natural y las necesidades del consumidor. Su intermediación debe producirse con las menores alteraciones posibles para el medio ambiente y con una perspectiva de futuro marcada por la sostenibilidad de la ecuación entre producción y consumo. La clave es la eficiencia en el uso de los recursos energéticos, cuyas reservas deben ser consideradas como finitas. La confianza en la capacidad tecnológica no debe solapar la convicción de que es necesario un ingente esfuerzo de investigación para descubrir y desarrollar nuevas fuentes de energía.
Ideas que no sólo encuentran su expresión en la tecnología, sino también en la alimentación de un nuevo discurso social que acerque la sensibilidad de productores y consumidores. La energía requiere modelos de gestión comprometidos con las personas, con su diversidad, con su pluralidad y sus expectativas.
Historia.
La historia de la electricidad se refiere al estudio y uso humano de la electricidad, al descubrimiento de sus leyes como fenómeno físico y a la invención de artefactos para su uso práctico. El fenómeno en sí, fuera de su relación con el observador humano, no tiene historia; y si se la considerase como parte de la historia natural, tendría tanta como el tiempo, el espacio, la materia y la energía. Como también se denomina electricidad a la rama de la ciencia que estudia el fenómeno y a la rama de la tecnología que lo aplica, la historia de la electricidad es la rama de la historia de la ciencia y de la historia de la tecnología que se ocupa de su surgimiento y evolución.
La electricidad evolucionó históricamente desde la simple percepción del fenómeno, a su tratamiento científico, que no se haría sistemático hasta el siglo XVIII. Se registraron a lo largo de la Edad Antigua y Media otras observaciones aisladas y simples especulaciones, así como intuiciones médicas (uso de peces eléctricos en enfermedades como la gota y el dolor de cabeza) referidas por autores como Plinio el Viejo y Escribonio Largo, u objetos arqueológicos de interpretación discutible, como la Batería de Bagdad, un objeto encontrado en Irak en 1938, fechado alrededor de 250 a. C., que se asemeja a una celda electroquímica. No se han encontrado documentos que evidencien su utilización, aunque hay otras descripciones anacrónicas de dispositivos eléctricos en muros egipcios y escritos antiguos.
Esas especulaciones y registros fragmentarios son el tratamiento casi exclusivo (con la notable excepción del uso del magnetismo para la brújula) que hay desde la Antigüedad hasta la Revolución científica del siglo XVII; aunque todavía entonces pasa a ser poco más que un espectáculo para exhibir en los salones. Las primeras aportaciones que pueden entenderse como aproximaciones sucesivas al fenómeno eléctrico fueron realizadas por investigadores sistemáticos como William Gilbert, Otto von Guericke, Du Fay, Pieter van Musschenbroek (botella de Leyden) o William Watson. Las observaciones sometidas a método científico empiezan a dar sus frutos con Luigi Galvani, Alessandro Volta, Charles-Augustin de Coulomb o Benjamín Franklin, proseguidas a comienzos del siglo XIX por André-Marie Ampere, Michael Faraday o Georg Ohm. Los nombres de estos pioneros terminaron bautizando las unidades hoy utilizadas en la medida de las distintas magnitudes del fenómeno. La comprensión final de la electricidad se logró recién con su unificación con el magnetismo en un único fenómeno electromagnético descrito por las ecuaciones de Maxwell (1861-1865).
Desarrollo tecnológico
Consecuencias del desarrollo tecnológico
Este milenio nos ha saturado con serios y preocupantes retos ocasionados, en parte, por los rápidos avances tecnológicos, la globalización que está afectando las economías de países vulnerables, la creciente "Brecha digital" y el desequilibrio socio-político. La obvia debilitación de las PYMES es otro agregado problema, pues estas son una fuerza equilibrante no solo en las economías sino en las políticas. Las micro-empresa se ven desfasadas y sus posibilidades se hacen cada vez menores siendo estas de gran importancia en el ámbito nacional.
La apresurada e inevitable evolución de la globalización es un factor que conmueve de manera adversa a muchos países debilitando las economías y esquemas sociales, estos no se encuentran prestos para enfrentar este gran reto, careciendo considerablemente de los recursos para poder competir fructuosamente en los mercados laborales. Por lo tanto, los países con mayor desarrollo tecnológico y socio-político naturalmente se benefician de este escenario.
Nos
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