La Histori Universal
Enviado por abrahamvzqz • 23 de Mayo de 2015 • 1.515 Palabras (7 Páginas) • 178 Visitas
la posteridad; pero no todos puedea aspirar a ser un Boyle o un
Sydenham. Y en una época que produce luminarias tales como el gran Huygenius, el incomparable
Newton y otras de semejante magnitud,
resulta también bastante honoroso trabajar como simple obrero en la tarea de desbrozar un poco el
terreno y de limpiarlo de las escombros que entorpecen la marcha del saber, el cual, ciertamente, se
encontraría en el más alto estado del mundo si los desvelos de los hombres industriosos no hubieran
encontrado tanto tropiezo en el culto, pero frivolo, empleo de términos extraños, afectados o
inintelígibles que se han introducido en las ciencias y convertido en un arte al punto de que la
filosofía, que no es sino el conocimiento verdadero de las cosas, llegó a tenerse por indigna o no
idónea entre la gente de buena crianza y fue desterrada de todo trato útil. Hace tiempo que ciertas
formas de hablar, ambiguas y sin significado, y ciertos abusos del idioma, pasan por ser misterios de
la ciencia; y que ciertas palabras sudas o equivocas, sin ningún o con poco sentido, reclaman, por
prescripción, el derecho de ser tomados por sabiduria profunda o por alta especulación y no será fácil
persuadir a quienes los utilizan o les prestan atención, que eso no es sino el encubrimiento de su
ignorancia y un obstáculo para el verdadero saber. Prestar algún servicio al entendimiento humano
es, según creo, violar el santuario de la presunción y de la ignorancia. Y ya que son tan pocos los que
piensan que el uso de las palabras puede inducir a engaño o a ser engañados, y que el lenguaje de la
secta a que pertenecen tiene deficiencias que deberían ser examinadas o corregidas, espero que se me
perdone el haberme ocupado tan extensamente de este asunto en el tercer libro, pues pretendía
demostrar que ni lo inveterado del daño, ni el predominio por el uso, pueden servir de excusa a
quienes no se preocupara del sentido de sus propías palabras o no toleran el examen del significado
de sus expresiones.
He tenido noticias de que un breve epítome de este Tratado, ímpreso en 1688, fue condenado por
algunos, sin previa lectura, porque en sí se negaban las ideas innatas, de lo que deducían,
precipitadamente, que si no se suponían las ideas innatas poco quedaría ni de la noción ni de la
prueba del espíritu. Si alguno se ve tentado a hacer esa crítica al iniciar este tratado, le ruego que lo
lea en su totalidad, pues creo que entonces llegará a la conclusión de que remover cimientos falsos no
es causar un perjuicio, sino un servicio a la verdad, la cual nunca padece ni peligra tanto como
cuando se mezcla con la falsedad o se edifica sobre ella.
En la segunda edición, añadí lo siguiente: No me perdonaria el editor si no dijera algo acerca de esta
segunda edición que, por ser mas correcta, ha permitido subsanar los muchos errores que contiene la
primera. También quiero que se sepa que esta edición trae un capítulo nuevo sobre la Identidad, y
muchas adiciones y correcciones en otros lugares. A propósito de esto, tengo que informar al lector
que no todas tratan un asunto nuevo, sino que la mayoría o sirven para confirmar mejor algo ya
dicho, o bien son explicaciones para evitar que se equivoque el sentido de lo impreso anteriormente,
pero, en mi opinión, no implican cambios. La única excepción a esto la constituye los cambios que
introduje en el capítub XXI del libro segundo. Todo cuanto escribí allí sobre la Libertad y la Voluntad
me pareció que necesitaba una revisión lo más minuciosa posible, porque son problemas que han
preocupado en todos los tiempos a los hombres sabios del mundo haciéndoles plantearse muchas
cuestiones y dificultades y siendo causa de no poca perplejidad para la Etica y la Teología, esas ramas
del saber sobre cuyos dictados resulta tan necesario que los hombres tengan ideas claras. Después de
realizar una minuciosa inspección del funcionamiento de la mente de los hombres, y previo examen
más riguroso de los motivos v opiniones que la mueven, he encontrado justificación para alterar un
tanto el pensamiento que me habia formado acerca de aquello que causa la definitiva determinación
de la voluntad en todo acto voluntario. De este cambio en mis opiniones quiero hacer confesión al
mundo con la misma libertad y presteza con que antes publiqué lo que entonces me pareció aceptable,
pues considero que tengo más interés en renunciar a cualquier opinión propia o en abandonarla, que
en oponerme a la ajena cuando la verdad está en contra mia. Porque sólo busco la verdad, siempre
será para mí bien venida, cuando quiera y de donde quiera que venga. Pero pese a mi disposición
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