La ciencia sin conciencia se vuelve contra el hombre

La ciencia sin conciencia se vuelve contra el hombre

Existen múltiples instancias donde se ha podido observar la forma en que diversos avances científicos han ayudado al desarrollo del hombre en la tierra. Es claro que las diferentes ramas de la ciencia y el conocimiento pueden contribuir al bienestar del ser humano, sin embargo, cuando se trabaja sin conciencia sobre las repercusiones éticas y morales que puede tener algo, se entra en terreno muy peligroso. Tal es el caso del debate suscitado en torno al descubrimiento del genoma humano, y las implicaciones que tiene esto en la salud de la gente, y el futuro de la humanidad. Estos avances arrojan la posibilidad de sustituir un gen defectuoso por uno sano, o de diseñar nuevos fármacos para combatir enfermedades incurables. Sin embargo, también se puede caer en tentaciones como de eliminar embriones humanos por la posibilidad de “imperfecciones”, o riesgos de enfermedad. Por eso resulta vital someter el progreso técnico a la moral, o este puede volverse contra el hombre.

Según el Doctor César Benito Jiménez, Profesor de Genética Humana en la Universidad Complutense de Madrid, ya se conoce la cantidad exacta de genes que tienen los humanos. Esto significa que ya se puede estudiar las funciones de las millones de proteínas producidas por los miles de genes humanos, por lo que se podría comenzar la sustitución de genes defectuosos, con grandes beneficios para la raza humana. Es en estos genes donde están codificadas las diversas características de una persona. A propósito comentó en la IV Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida Juan Pablo II que “No es lícito realizar intervenciones sobre el genoma que no  estén orientados al bien de la persona”. Resulta clave recalcar que la máxima autoridad de la Iglesia Católica hacia referencia no sólo al ser humano como especie, sino a cada persona como ente individual, con todo lo que esto implica.

A lo largo de la historia se han podido observar instancias donde se atentaba en contra de la dignidad humana en nombre del desarrollo tecnológico y el avance científico. Tal es el caso, por ejemplo, de la experimentación en prisioneros judíos por parte de elementos del partido Nazi en la Segunda Guerra Mundial. Como menciona el catedrático español Javier Gafo, “El desarrollo tecnológico no es un valor en sí absoluto, en nombre del cual pueda legitimarse cualquier tipo de avance”. Son varios los casos donde las normas relativas a la modificación de identidad genética colisionan con la concepción de orden pública o de moral.

 Uno de los cromosomas que se puede manipular con implicaciones muy peligrosas,

es el de la agresividad. Exaltando esta característica en el ser humano, abre la posibilidad a grupos delictivos de emplear a personas así, con propósitos cuestionables. Otro ejemplo de una situación donde la modificación genética puede atentar contra la dignidad del humano, puede ser el de generar hombres infradotados para ponerlos al servicio de sus “productores”, en un caso de esclavitud moderna. Resulta de vital importancia comprender que todo hombre, desde la concepción, sin diferenciar entre raza, sexo, poder adquisitivo, salud o ninguna otra característica es hijo de Dios y no puede ser explotado por otro hombre.

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