La ecología, más que solo cuidado ambiental

La ecología, más que solo cuidado ambiental

«Sería una necedad pretender que el pueblo no pueda cometer errores políticos. Puede cometerlos, y graves. El pueblo lo sabe y paga las consecuencias; pero comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de autocracia, estos otros carecen de importancia”. John Calvin Coolidge. Actualmente para desarrollar una cultura ambiental que sea beneficiosa para todos, es necesario el desarrollo de una sociedad inclusiva y democrática que no solo tome en cuenta las opiniones y conveniencias de aquellos que poseen más poder y dinero, sino que vele por el bienestar común. Desde la colonización la sociedad patriarcal ha causado daños ambientales irreversibles, mediante la explotación y el abuso de minorías y de recursos naturales. Por otro lado, hoy en día la lógica del capital  asume el discurso ecológico  para obtener lucro o para espiritualizarlo y así vaciarlo. A lo anterior habría que agregar que cada vez se tiene menos espacios verdes, menos conocimiento sobre la naturaleza y que la niñez de ahora solo tiene vidas citadinas alejadas del contacto con el medio ambiente. Es por esto que es de interés explicar cómo estos aspectos afectan la formación de una ecología holística.

Bienestar ambiental, hábitats, sostenibilidad, entre otros han sido temas marginados en debates que tratan al cambio climático como únicamente un problema científico que requiere de soluciones provistas por la tecnología y la ciencia, sin substancialmente transformar ideologías y economías de dominación, explotación y colonialismo. Asuntos como el acoso escolar, crímenes de odio, igualdad y cuidado de la salud, no son tomados en cuenta en discusiones acerca del cambio climático. El feminismo aborda estas y otras inequidades estructurales en las crisis ambientales, y desenmascara el sobreconsumo primermundista relacionado con el género. Un enfoque ecológico y feminista es necesario para abordar los hilos antifeministas que acompañan a la respuesta científica al cambio climático: las retóricas vinculadas al control de la población, la erotofobia y la ecofobia, el sentimiento antiinmigrante y el aumento del militarismo. La teoría eco feminista incluye específicamente la opresión de las mujeres y la explotación del medio ambiente; y aboga por la síntesis de los principios feministas y ecológicos como base para organización política y para la creación de estilos de vida social y ecológicamente justos (Lahar, 2003).  Esto resume básicamente la ética feminista y sus objetivos.

Al día de hoy nos hemos acostumbrado tanto al capitalismo, que no nos damos cuenta de las consecuencias no solo sociales, pero también ambientales que conlleva. La cosa es que ya no se habla al respecto; es así que se requiere de mayor activismo, por parte de aquellos que tienen más voz, junto con el desarrollo de sistemas que en verdad sean sostenibles, no solo de palabra de políticos que buscan poder y votos. Necesitamos “asegurarnos de que las compañías queden subordinadas al control democrático y sean reguladas y responsables de sus actos” (Monibot, 2000), para contribuir a las luchas por los derechos humanos y la justicia por el medio ambiente. Todo esto mediante la ecología política, que  puede ser relevante a la hora de diseñar políticas, a analizar cómo ciertas actividades políticas y económicas afectan en el destino de culturas y de ecosistemas, asimismo a identificar la culpabilidad, en cierto grado, de instituciones poderosas que han permitido que esto suceda.

Actualmente existe una ausencia de urbanismo sostenible; muchos niños, sobre todo los de nivel socioeconómico alto, llegan tan solo a conocer simulaciones de lo que es la naturaleza y terminan por comprender lo que es ficticio, más no la realidad. Al manifestarse acerca de lo que creen que es el medio ambiente, es fácil percibir una especie de “estereotipo” de lo que es la relación con la naturaleza. Por lo que el enseñar una cultura amigable con el medio ambiente no se debe dar solo en instituciones educativas, sino en la sociedad en sí. Lastimosamente, la idea de que ciudades sostenibles, con infraestructura verde que buscan  que la salud humana y la de los sistemas biofísicos definan las políticas públicas, se ve afectada por el deseo de negocios por aumentar sus ganancias sin importarles la salud de sus posibles compradores, al igual que la comodidad de todos; por ejemplo, debido a la dependencia hacia los automóviles, se ignora el hecho de que ocupan demasiado espacio, espacio que podría utilizarse para áreas recreativas y verdes, provocan contaminación no solo ambiental sino auditiva, por lo que alrededor de “ 1100 millones de jóvenes están en riesgo de padecer pérdida de audición por su exposición al ruido en contextos recreativos” (OMS, 2017), esto muestra que el futuro, los jóvenes, ya están siendo afectados seriamente por el hecho de estar en una sociedad que no se preocupa por nuestra salud ni la de nuestro entorno.

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