La relación entre cine y ciencia

La relación entre cine y ciencia siempre ha estado teñida con un toque de controversia, sobre todo en lo que se refiere a la utilización de este género como herramienta eficaz para la divulgación del conocimiento. Salvo en muy determinadas excepciones, el cine se aleja a la hora de mostrar una ciencia acorde con la realidad, empleando normalmente una amplia gama de estereotipos que casi nada tienen que ver con lo cotidiano. Por lo tanto, esto nos haría reflexionar acerca de la necesidad de un rigor científico cuando estos temas se tratan en el cine, o incluso abrir un debate en el que se discuta si rigor y entretenimiento están reñidos en el mundo del filme.

Podemos hablar de si la relación entre ciencia y cine es incompatible. Este último se nutre de la realidad, y también debemos ser conscientes de que la ciencia necesita la imaginación para avanzar, el mundo cinematográfico se ha convertido en un vehículo de gran alcance para la ciencia. Ambos van de la mano, independientemente de que la ciencia esté bien o mal reflejada en las películas.PELICULAS QUE HA HECHO LA QUIMICA

“El cantor de jazz” que supone la aparición de la sonoridad; “El mago de Oz” con la introducción del color y “West Side Story” con la aparición del cinemascope. El home cinema; la tecnología digital, con películas pioneras como “Vidocq” y “La amenaza fantasma”; las técnicas informáticas que han hecho posible el cine de animación, como la novedosa “Tron” y las más recientes “Toy Story”, “HormigaZ” y “Final Fantasy” son otros de los numerosos ejemplos en los que se reflejan las innovaciones tecnológicas que se han visto rápidamente asimiladas por la industria cinematográfica. Todo ello, sin contar con los efectos especiales que constituyen, para muchos, una parte esencial del cine que ha logrado hacer la ciencia con aspectos esenciales logrados por la ciencia.

Aun así, el cine no es sólo un instrumento de transmisión del saber científico, ni siquiera un simple producto de la tecno ciencia, sino también un medio de expresión con reglas y lenguaje propios. Debido a esto, en gran cantidad de obras, vemos como a menudo se da esa imagen de la ciencia que no corresponde con la realidad.

La imagen popular de la ciencia, de los científicos y del entorno donde realizan su actividad se nutre de los mitos creados por la ficción, reflejo, a su vez, de las prevenciones y recelos que la actividad científica suscita. No debe extrañar, la existencia de una serie de clichés establecidos a los que guionistas y escritores poco escrupulosos recurren cuando desean incluir en sus creaciones científicos y laboratorios. La percepción por parte de la sociedad de la figura del científico y de su actividad debe más a los míticos Frankenstein, Moreau o Jekyll y a los actores que los han encarnado en el cine.

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