Las necesidades sexuales en el hombre y el animal
Enviado por josechao • 6 de Junio de 2012 • Trabajo • 3.779 Palabras (16 Páginas) • 768 Visitas
Las aberraciones sexuales
El hecho de la existencia de necesidades sexuales en el hombre y el animal es expresado en la
biología mediante el supuesto de una «pulsión sexual». En eso se procede por analogía con la
pulsión de nutrición: el hambre. El lenguaje popular carece de una designación equivalente a la
palabra «hambre»; la ciencia usa para ello «libido».
La opinión popular tiene representaciones bien precisas acerca de la naturaleza y las
propiedades de esta pulsión sexual. Faltaría en la infancia, advendría en la época de la pubertad
y en conexión con el proceso de maduración que sobreviene en ella, se exteriorizaría en las
manifestaciones de atracción irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro, y su meta sería la
unión sexual o, al menos, las acciones que apuntan en esa dirección. Pero tenemos pleno
fundamento para discernir en esas indicaciones un reflejo o copia muy infiel de la realidad; y si
las miramos más de cerca, las vemos plagadas de errores, imprecisiones y conclusiones
apresuradas.
Introduzcamos dos términos: llamamos objeto sexual a la persona de la que parte la atracción
sexual, y meta sexual a la acción hacia la cual esfuerza la pulsión. Si tal hacemos, la
experiencia espigada científicamente nos muestra la existencia de numerosas desviaciones
respecto de ambos, el objeto sexual y la meta sexual, desviaciones cuya relación con la norma
supuesta exige una indagación a fondo.
Desviaciones con respecto al objeto sexual.
La fábula poética de la partición del ser humano en dos mitades -macho y hembra- que aspiran
a reunirse de nuevo en el amor se corresponde a maravilla con la teoría popular de la pulsión
sexual. Por eso provoca gran sorpresa enterarse de que hay hombres cuyo objeto sexual no es la mujer, sino el hombre, y mujeres que no tienen por tal objeto al hombre,
sino a la mujer. A esas personas se las llama de sexo contrario o, mejor, invertidas; y al hecho
mismo, inversión. El número de esas personas es muy elevado, aunque es difícil averiguarlo
con certeza.
La inversión
Conducta de los Invertidos.
Las personas en cuestión se comportan de manera por entero diversa en diferentes respectos.
a. Pueden ser invertidos absolutos, vale decir, su objeto ,sexual tiene que ser de su mismo
sexo, mientras que el sexo opuesto nunca es para ellos objeto de añoranza sexual, sino que los
deja fríos y hasta les provoca repugnancia. Si se trata de hombres, esta repugnancia los
incapacita para ejecutar el acto sexual normal, o no extraen ningún goce al ejecutarlo.
b. Pueden ser invertidos anfígenos (hermafroditas psicosexuales), vale decir, su objeto sexual
puede pertenecer tanto a su mismo sexo como al otro; la inversión no tiene entonces el carácter
de la exclusividad.
c. Pueden ser invertidos ocasionales, vale decir, bajo ciertas condiciones exteriores, entre las
que descuellan la inaccesibilidad del objeto sexual normal y la imitación, pueden tomar como
objeto sexual a una persona del mismo sexo y sentir satisfacción en el acto sexual con ella.
Los invertidos muestran, además, una conducta diversa en su juicio acerca de la particularidad
de su pulsión sexual. Algunos toman la inversión como algo natural, tal como el normal
considera la orientación de su libido, y defienden con energía su igualdad de derechos respecto
de los normales; otros se sublevan contra el hecho de su inversión y la sienten como una
compulsión patológica.
Otras variaciones atañen a las relaciones temporales. El rasgo de la inversión data en el
individuo desde siempre, hasta donde llega su recuerdo, o se le hizo notable sólo en
determinada época, antes o después de la pubertad. Este carácter puede
conservarse durante toda la vida, o bien desaparecer en algún momento, o bien representar un
episodio en la vía hacia el desarrollo normal; y aun puede exteriorizarse sólo más tarde en la
vida, trascurrido un largo período de actividad sexual normal. También se ha observado una
fluctuación periódica entre el objeto normal y el invertido. Particular interés presentan los casos
en que la libido se altera en el sentido de la inversión después que se tuvo una experiencia
penosa con el objeto sexual normal.
En general, estas diversas series de variaciones coexisten con independencia unas de otras.
En el caso de la forma más extrema tal vez pueda suponerse regularmente que la inversión
existió desde una época muy temprana y que la persona se siente conforme con su
peculiaridad.
Muchos autores se negarían a reunir en una unidad los casos aquí enumerados y preferirían
destacar las diferencias entre estos grupos en vez de sus rasgos comunes, lo cual guarda
relación estrecha con la manera en que prefieren apreciar la inversión. Ahora bien, por
justificadas que estén las separaciones, no puede desconocerse que se descubren en número
abundante todos los grados intermedios, de suerte que el establecimiento de series se impone
en cierto modo por sí solo.
Concepción de la Inversión.
La primera apreciación de la inversión consistió en concebirla como un signo innato de
degeneración nerviosa, en armonía con el hecho (le que los observadores médicos tropezaron
por primera vez con ella en enfermos nerviosos o en personas que producían esa impresión.
Esta caracterización contiene dos notas que deben ser juzgadas independientemente: el
carácter innato y la degeneración.
Degeneración.
La degeneración está expuesta a las objeciones que se elevan, en general, contra el uso
indiscriminado de esa palabra. Se ha hecho costumbre imputar a la degeneración todo tipo de
manifestación patológica que no sea de origen estrictamente traumático o infeccioso. La
clasificación de los degenerados propuesta por Magnan hace que ni siquiera una actividad
nerviosa de óptima conformación general quede necesariamente excluida de la aplicación de
ese concepto. En tales circunstancias, cabe preguntarse qué utilidad y qué nuevo contenido
posee en general el juicio «degeneración». Parece más adecuado hablar de degeneración sólo
cuando: 1) coincidan varias desviaciones graves respecto de la norma; 2) la capacidad de
rendimiento y de supervivencia
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