Levi Strauss, Elogio De La Antropologia
Enviado por Eduardo020674 • 12 de Abril de 2013 • 33.572 Palabras (135 Páginas) • 1.162 Visitas
CLAUDE LÉVI-STRAUSS
ELOGIO DE LA ANTROPOLOGÍA
Claude Lévi-Strauss
Elogio de la
Antropología
(Los números entre corchetes corresponden a la edición impresa. Se eliminaron las páginas en blanco.)
Colección El Hombre y su mundo
dirigida por
Oscar Del Barco
Traducción directa del francés
a cargo de Carlos Rafael Giordano
©by Ediciones Caldén, 1976
Buenos Aires
Queda hecho el depósito que marca la ley 11723
Printed in Argentina - Impreso en Argentina
ADVERTENCIA
Publicamos aquí el texto completo de la (lección inaugural dictada por Claude Lévi-Strauss en el Collége de France el 5 de enero de 1960 al hacerse cargo de la cátedra de Antropología Social. Hasta hace un tiempo constituía una rareza bibliográfica ya que fue publicada originalmente en el Annuaire del Collége, en un tiraje muy limitado y sin circulación comercial. En 1965 la reprodujo en su versión original la revista italiana de filosofía Aut Aut, en un número especial dedicado al antropólogo francés (nọ 88, julio de 1965, pp. 7-41), de donde la hemos traducido.
Estas páginas, como lo señala Paolo Caruso al presentarlas en Aut Aut, "constituyen una excelente introducción, densa de lomas y clara en la forma expositiva, al pensamiento de Lévi-Strauss y al método estructural en antropología. Diría más. Por su profundidad y riqueza, deben ser consideradas quizás entre las más importantes del pensamiento contemporáneo; y entre las más bellas, animadas como están por una participación emotiva auténtica, que sólo el 'estilo' literario del autor logra contener sin sofocar".
En Elogio de la antropología, título con el que publicamos la lección inaugural adoptando el criterio de Caruso, se podrá encontrar las razones de fondo que explican el renacimiento actual de la antropología. Las relaciones entre estructuralismo e historicismo; la crítica de la explicación en el campo de las ciencias físicas como distinta de la explicación en el campo de las ciencias humanas; el estudio de los signos y de los símbolos realizado sin abandonar la realidad; la naturaleza, el significado y la función de los modelos; la relación entre subjetivo y objetivo; el problema de la invariancia, que en antropología aparece como problema "de la universalidad de la naturaleza humana"; el drama de la oposición entre sociedad primitiva e irrupción de la historia; la función de este drama en el que para Lévi-Strauss [7] se revela la posibilidad de la permanencia, el germen de una visión no alienada de la sociedad y que obliga a la antropología "a ampliar progresivamente su objeto de estudio, hasta incluir la totalidad de las ciencias humanas": he aquí el conjunto de problemas analizados en estas breves pero deslumbrantes páginas del autor de El pensamiento salvaje. [8]
CLAUDE LÉVI-STRAUSS
ELOGIO DE LA ANTROPOLOGÍA
Señor Rector
Estimados colegas
Señoras, señores:
Hace poco más de un año, en 1958, el Collége de France quiso crear en su seno una cátedra de antropología social. Esta ciencia está demasiado atenta a las formas de pensamiento que llamamos supersticiosas, cuando las encontramos entre nosotros, como para que no se nos permita rendir un homenaje liminar a la superstición. Lo propio de los mitos, que ocupan un lugar muy importante en nuestra investigación, ¿no es acaso evocar un pasado abolido y aplicarlo como una trama sobre las dimensiones del presente, para descifrar allí un sentido donde coincidan las dos fases —la histórica y la estructural— que oponga al hombre su propia realidad? Séame permitido también, en esta ocasión donde todos los caracteres del mito se encuentran para mí reunidos, proceder a su examen, buscando discernir en algunos acontecimientos pasados, el sentido —y la lección— del honor que se me concede. La fecha misma de vuestra deliberación atestigua, estimados colegas —por el caprichoso retorno de la cifra 8, ya ilustrada por la aritmética de Pitágoras, el cuadro periódico de los cuerpos químicos y la ley de simetría de las medusas—, que la creación de una cátedra de antropología social, propuesta en 1958 renueva una tradición a la cual quien les habla, aunque lo deseara, no habría podido escapar.
Cincuenta años antes de vuestra decisión inicial, Sir James Frazer pronunció en la Universidad de Liverpool la lección inaugural de la primera cátedra en el mundo que fue llamada de antropología social. Cincuenta años atrás de esa fecha —acaba de cumplirse un siglo— nacían en 1858 dos hombres, Franz Boas y Emile Durkheim, de quienes diré que fueron si no los fundadores [11] al menos los maestros que edificaron, uno en América y otro en Francia, la antropología tal como la conocemos en la actualidad.
Es necesario que estos tres aniversarios, que estos tres nombres, sean evocados aquí. Los de Frazer y Boas me ofrecen la ocasión de testimoniar, aunque sea brevemente, todo lo que la antropología social debe al pensamiento anglo-americano y de lo que les debo personalmente, ya que mis primeros trabajos fueron concebidos y elaborados en estrecha vinculación con dicho pensamiento. Pero no debe sorprender que Durkheim ocupe un lugar preferencial en esta lección: él encarna lo esencial de lo que fue la contribución de Francia a la antropología social, aunque su centenario, celebrado con brillo en numerosos países extranjeros, haya pasado entre nosotros casi inadvertido, y no haya sido aún señalado por ninguna ceremonia oficial. ¿Cómo explicar esta injusticia hacia él, que es también una injusticia hacia nosotros mismos, sino como una consecuencia menor de este encarnizamiento que nos empuja a olvidar nuestra propia historia, a tenerla "en horreur" —según las palabras de Charles de Rémusat— sentimiento que expone hoy a la antropología social a perder a Durkheim, como ya perdió a Gobineau y a Demeunier?
Sin embargo, estimados colegas, algunos de entre ustedes, a quienes me unen recuerdos lejanos, no me desmentirán si recuerdo que alrededor de 1935, cuando nuestros amigos brasileños querían explicarnos las razones que los habían conducido a elegir misiones francesas para formar sus primeras universidades, citaban siempre dos nombres: primeramente el de Pasteur y después el de Durkheim.
Pero al dedicar a Durkheim, estas reflexiones lo hacemos también por otro motivo. Nadie más que Marcel Mauss hubiese sido sensible a un homenaje que se dirige a él al mismo tiempo que al maestro del cual fue alumno y más tarde continuador. De 1931 a 1932, Marcel Mauss ocupó en el Collége de France una cátedra consagrada al estudio de la sociedad, y
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