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Los Niños De La Comunidad


Enviado por   •  13 de Marzo de 2015  •  9.155 Palabras (37 Páginas)  •  219 Visitas

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16. LOS NIÑOS DE LA COMUNIDAD: SU CONOCIMIENTO AMBIENTAL Y SU PERCEPCION SOBRE “NATURALEZA”

Laura Barraza y Ma. Paz Ceja-Adame

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, la problemática ambiental ha tomado un fuerte matiz en los temas de discusión social, político, económico y ambiental. Sin duda esta problemática ha sido acentuada por las prácticas de intervención que ha desarrollado el ser humano en el ambiente. Investigar para conocer lo que los seres humanos saben, piensan y sienten al respecto, y cuál es su preocupación por el ambiente, es fundamental para proponer programas educativos y políticas públicas que fomenten una participación ambiental ciudadana. Conocer cuáles son los miedos de las comunidades humanas y sus expectativas sobre el futuro, permitirá entender cómo esas imágenes acerca del futuro y sus acciones presentes influyen en la forma de pensar y de actuar de la gente hacia el futuro (Barraza, 1999).

Impulsar a la comunidad infantil a desarrollar acciones y actitudes positivas hacia el ambiente requiere de un trabajo continuo y permanente por parte de los padres en el hogar, de los maestros en las escuelas, de los líderes políticos, de los responsables de los medios de comunicación y de la sociedad misma. El proceso de participación comunitaria es complejo y requiere del esfuerzo de todos. En este estudio se analizará por un lado el conocimiento ambiental, considerando dos aspectos: cómo aprenden sobre temas ambientales (familiaridad y comprensión de conceptos), y cual es el nivel de conocimientos ambientales que tienen, y por otro lado, la percepción hacia la naturaleza que tienen los niños de una comunidad rural exitosa en su manejo forestal.

En México y particularmente en el campo, existe una deficiente calidad en la formación de las habilidades básicas del pensamiento y desarrollo del niño. Por lo general, la capacidad de observación, la capacidad de concentración y de atención, la capacidad creativa, la capacidad analítica para resolver problemas, sólo por mencionar algunos aspectos relevantes de la formación analítica, están ausentes en los programas de educación rural y muy distantes de la atención curricular. Por otro lado, la mitad de los niños de comunidades rurales abandonan la escuela antes de finalizar la educación primaria (Cesder, 1998). La deserción y la reprobación escolar en el campo a nivel primaria es muy alta. Cerca del 30% de la población indígena entre los 6 y los 14 años no asisten a la escuela. Esto en cierta medida, se debe a que los niños entre estas edades representan una mayor utilidad a sus padres en la preparación de las tierras para los cultivos y la escuela la perciben como un lugar en el que no existe un sentido de utilidad inmediata para los niños, para sus familias y para las comunidades.

La formación de conceptos representa un proceso complejo en el que intervienen varios factores: la cultura, el hogar, la escuela y el interés individual de cada ser humano. Para entender como es que el ser humano aprende y recuerda es necesario conocer como se almacena la información en la mente del individuo. El procesar información implica cuatro funciones básicas en la mente: el proceso sensorial, la atención, la memoria y la metacognición (estar conciente y entender nuestro propio proceso cognitivo). La formación de conceptos es más que la suma de ciertos vínculos asociados formados por la memoria, es más que un hábito mental; es un acto del pensamiento complejo y genuino, que no puede enseñarse por la mera instrucción, se requiere de un estado de maduración cognoscitivo adecuado al nivel y desarrollo evolutivo del ser humano (Carey y Spelke, 1994). De acuerdo con Bruner (1983), lo que es más importante en la enseñanza de conceptos es la utilización de otras formas más complejas de pensamiento. Por esto es importante definir una estrategia educativa que refuerce y fomente las habilidades básicas para el pensamiento lógico y abstracto del individuo. Es fundamental que en el ámbito de la educación formal se desarrollen políticas ambientales, así como métodos interactivos y formas de enseñanza novedosas, participativas y divertidas, con el fin de promover una conciencia ambiental y una responsabilidad social en la ciudadanía. La escuela debe concentrarse en el desarrollo de tres áreas principalmente: enseñanza práctica de conceptos, actividades dirigidas a la participación y el desarrollo de valores. Considerando estas áreas de desarrollo la escuela puede ayudar a los niños: 1) al ejercicio de un pensamiento crítico y al desarrollo de una imaginación creativa; 2) a la participación de una manera más profunda y activa y 3) a comprometerse de forma activa y participar en los problemas locales de la comunidad.

Partir del conocimiento sobre las percepciones de los niños hacia la naturaleza nos permitirá fortalecer los valores que tienen por su entorno natural y al mismo tiempo nos ayudará a desarrollar habilidades de comunicación y cooperación en su entorno social.

Desde temprana edad el niño establece contacto con la naturaleza. Su manera de ir descubriendo el mundo es a través de su interacción con su ambiente. El niño explora y confirma su conocimiento sobre el medio. Estas experiencias ayudan a que el niño reconozca e identifique el mundo que le rodea, además de fortalecer su desarrollo. Conforme los niños desarrollan la audición y la visión, empiezan a relacionarse funcionalmente para conocer y explorar el entorno próximo a su cuerpo y al ambiente que los rodea. Van desarrollando su habilidad de observación y percepción del mundo. El deseo de explorar el entorno no es exclusivo de la especie humana, en general, los mamíferos tienen crías que pasan una fase de exploración y reconocimiento del mundo (Kellert y Wilson, 1993). El niño siempre ha mantenido un interés por la naturaleza que ha estado relacionado a la intervención e interacción que el niño establece con ésta. La interacción comienza con la curiosidad, característica innata del ser humano que le ha permitido evolucionar. Existe una afiliación innata de los seres humanos hacia otros organismos vivos, a esto se le denomina "la biofilia". Esta afiliación tiene un componente genético y aprendido (Barraza, 1998).

Estudios sobre percepciones ambientales demuestran que niños pequeños desarrollan percepciones hacia la naturaleza (Barron, 1995; Keliher, 1997; Rickinson, 2001). Sin embargo, existe una tendencia en los niños pequeños de percibir a la naturaleza como una entidad natural, en la que hay elementos vivos, muy poca o casi inexistente intervención humana, además de concebirla como una entidad estática. Por otro lado, el estudio de Wals (1994) con adolescentes, sugiere

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