Maquina De Newton
Enviado por fapehe • 25 de Junio de 2013 • 8.330 Palabras (34 Páginas) • 417 Visitas
EL PUNTO CRUCIAL
FRITJOF CAPRA
II
LOS DOS PARADIGMAS
2. La Máquina Del Mundo Newtoniano
Traducido por Gustavo E. Sánchez A, profesor, Departamento de humanidades,
Universidad Javeriana
La visión del mundo y del sistema de valores que subyacen en la base de nuestra cultura y
que deben reexaminarse cuidadosamente se formuló en su esquema esencial en los siglos
dieciséis y diecisiete., Entre 1500 y 1700 hubo un cambio dramático en la forma en que la
gente dibujaba el mundo y en la forma global de pensar. La nueva mentalidad y la nueva
percepción del cosmos dieron a la civilización occidental los aspectos que son
característicos de la era moderna. Se convirtieron en la base del paradigma que ha
dominado nuestra cultura durante los últimos trescientos años y ahora esta a punto de
cambiar.
Antes de 1500 la visión del mundo dominante en Europa, tanto como en la mayoría de las
otras civilizaciones, era orgánica. La gente vivía en comunidades pequeñas unidas y
experimentaban la naturaleza en términos de relaciones orgánicas, caracterizados por la
interdependencia de fenómenos espirituales y materiales y la subordinación de las
necesidades individuales a aquellas de la comunidad. El marco científico de esta visión
orgánica del mundo se basaba en dos autoridades: Aristóteles y la Iglesia. En el siglo trece
Tomás de Aquino combinó el completo sistema de Aristóteles de la naturaleza con la
teología y ética Cristianas y, al hacerlo, estableció el marco conceptual que permaneció
inmodificado a través de la Edad Media. La naturaleza de la ciencia medieval era muy
diferente de la ciencia contemporánea. Se basaba tanto en la razón como en la fe y su
objetivo principal era entender el significado y alcance de las cosas, más que su predicción
y control. Los científicos medievales, buscando el propósito escondido en varios
fenómenos naturales consideraron preguntas relacionadas a Dios, el alma humana y éticas
como de la mayor importancia.
La visión medieval cambió radicalmente en los siglos dieciséis y diecisiete. La noción de
un universo orgánico, viviente y espiritual, fue reemplazada por la de un mundo como una
máquina, y el mundo-máquina llego a ser la metáfora dominante de la era moderna. Este
desarrollo se produjo por cambios revolucionarios en física y astronomía, que culminaron
con los logros de Copérnico, Galileo y Newton. La ciencia del siglo diecisiete se basó en un
nuevo método de búsqueda, propugnado fuertemente por Francis Bacon que encerraba una
descripción matemática de la naturaleza y el método analítico de razonamiento concebido
por el genio de Descartes. Reconociendo el papel crucial de la ciencia en producir estos
cambios de largo alcance, los historiadores han llamado a los siglos dieciséis y diecisiete la
Edad de la Revolución Científica.
La revolución Científica comenzó con Nicolás Copérnico, quien reemplazó la visión
geocéntrica de Ptolomeo y la Biblia, que había sido el dogma aceptado por mas de mil
años. Después de Copérnico la tierra no era ya el centro del universo sino solamente uno de
los muchos planetas que circulan alrededor de una estrella menor en el extremo de la
galaxia, y el hombre perdió su orgullosa posición como la figura central de la creación de
Dios. Copérnico estaba consciente de que su visión ofendería profundamente la consciencia
religiosa de su tiempo; demoró su publicación hasta 1543, el año de su muerte, y aún
entonces presentó su visión heliocéntrica como una mera hipótesis.
Copérnico fue seguido por Johannes Kepler, un científico y místico que buscaba la armonía
de las esferas y fue capaz de, a través de trabajo tesonero con tablas astronómicas, formular
sus celebradas leyes empíricas del movimiento planetario, que dieron soporte al sistema
copernicano. Pero el cambio real en la opinión científica lo produjo Galileo Galilei, quien
ya era famoso por descubrir las leyes de la caída de los cuerpos cuando centró su atención
en la astronomía. Dirigiendo el recién inventado telescopio a los cielos y aplicando su
extraordinario don para la observación científica a los fenómenos celestes, Galileo fue
capaz de desacreditar la vieja cosmología mas allá de toda duda y establecer la hipótesis
copernicana como una teoría científica válida.
El papel de Galileo en la Revolución Científica va más allá de sus logros en astronomía
aunque estos son los más ampliamente conocidos debido a su enfrentamiento con la iglesia.
Galileo fue el primero en cambiar la investigación científica con el uso del lenguaje
matemático para formular las leyes naturales que descubrió, y por esto se le considera el
padre de la ciencia moderna. “Filosofía”, creía, “se escribe en el gran libro abierto siempre
ante nuestros ojos, pero que no podemos entender sino aprendemos primero el lenguaje y
caracteres en que está escrito. Este lenguaje es la matemática, y los caracteres son
triángulos, círculos y otra figuras geométricas.” 1 Los dos aspectos del trabajo pionero de
Galileo -su enfoque empírico y su uso de una descripción matemática de la naturaleza- se
convirtieron en los aspectos dominantes de la ciencia en el siglo diecisiete y permanecen
como criterios importantes de las teorías científicas hasta hoy en día.
Para que sea posible que los científicos describan la naturaleza matemáticamente, Galileo
postuló que debían restringirse a estudiar las propiedades esenciales de los cuerpos
materiales -formas, números y movimientos- que pueden medirse y cuantificarse. Otras
propiedades, como color, sonido, gusto u olor, eran meras proyecciones mentales subjetivas
que debían excluirse del dominio de la ciencia.2 La estrategia de Galileo de dirigir la
atención del científico a las propiedades cuantificables de la materia ha probado ser en
extremo exitosa en la ciencia moderna, pero también ha exigido un alto precio, como el
siquiatra R. D. Laing enfáticamente nos recuerda: “Quedan por fuera, vista, sonido, gusto,
tacto y olor y junto con ellos se van la estética, la sensibilidad ética, valores, cualidad,
forma; todos los sentimientos, motivos, intenciones, alma, conciencia, espíritu. La
experiencia como tal, queda desterrada del campo del discurso científico.”3
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