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Mi acercamiento a los estudios de género


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2018  •  Ensayo  •  3.128 Palabras (13 Páginas)  •  113 Visitas

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I. Mujeres, el foco de los 1ros. estudios de género.

Esta clase optativa denominada "Aproximación a los estudios de género", me fue de mucho provecho y estuve contento de revisar autores nuevos con sus respectivos trabajos y demás textos, puesto que los tópicos y sucesos sociohistóricos que estuvieron tratándose, aún hoy son de gran interés para mi vida y mi profesión, ya que a través de los años en mi experiencia personal y como gestor intercultural ahora, puedo aseverar que algo por lo que he luchado y que he vivido de múltiples formas, es la tolerancia (o la intolerancia), el respeto a lo diferente, la empatía por el otro. Así que, me parece que fue una manera óptima de seguir con este aprendizaje sensible y continuar configurando mi chip para conducirme en un mundo realmente justo y equitativo.

A lo largo de muchos episodios en la historia de la humanidad, se han cometido centenares de actos injustos en contra de todas las mujeres y en contra de otros grupos vulnerables, tales como los más pobres, los de piel muy obscura, los homosexuales y las lesbianas, las y los indígenas, etc. Estas tristes épocas de represión, segregación y hostigamiento, se dieron por diversos factores sociales, entre ellos quizás, la racionalidad dirigida por la intensa religiosidad en las generaciones del pasado, a las relaciones de poder entre la sociedad y el estado o la iglesia, o por la ignorancia debido al nulo contacto previo con determinados perfiles o situaciones, entre otras razones.

Sin embargo, pese a que quiénes han sufrido por mucho tiempo los estragos de la violencia de género, han sido personas (seres humanos y no objetos ni cosas), más específicamente mujeres, y en décadas recientes la comunidad LGBTTT; la persistencia de hechos terribles alrededor de la injusticia y la estupidez (o el miedo), siguen apareciendo como una pandemia que nos carcome hasta nuestros días, y quién sabe hasta cuándo. ¿No objetos ni cosas? Osea que todo este tiempo, las personas hemos tratado con personas, entonces, ¿Por qué no hemos cambiado? En la vida diaria, nos topamos con momentos en los que somos nosotros mismos los que perpetuamos el machismo cultural en nuestros círculos más cercanos, es decir, en nuestra propia casa, y esto se manifiesta incluso en simples gestos, que llegan a compartirse entre varios miembros de la familia; acciones y hábitos (¿o vicios?), que propician la desigualdad de la mujer, como por ejemplo, levantarse de la mesa después de haber comido sin siquiera llevar el plato al fregadero para quitarle los residuos y dejarlo listo para el enjuague. Situaciones como esta, se repiten una y otra vez en el hogar de un gran porcentaje de los mexicanos, y en muchos países del mundo también, lo cual obviamente no significa que se conciba en un parámetro de normalidad, sin embargo, debemos aceptar que es un problema visible y real, y que llevamos lustros ignorándolo.

Entonces, la mujer, que por naturaleza es totalmente igual en capacidades y habilidades al hombre, se ha visto desafortunada por la tiranía del mismo, desde la antigüedad hasta la época que estamos viviendo, y es el sexo femenino el que ha tenido que lidiar y padecer agonías y malestares derivados de la paranoia colectiva de los hombres, claro, no de todos los hombres, ni de cualquiera pues, sino de unos hombres inadecuados y tal vez enfermos; de la mente y de poder, que no desearon ni pudieron reconocer la igualdad de las mujeres en la razón, en el coraje y el valor. Hombres que existen entre nosotros todavía, configurados en un entorno moderno, funcionando tan común como otros más, y ahora en años recientes, contagiando indirectamente a otras mujeres también, dando lugar a cierto machismo femenino que afecta socialmente de la misma manera que el problema tradicional, ya que se reproduce generación tras generación.

Además de todas aquellas implicaciones negativas que giran en torno a esta debilidad cultural, presente en todas las naciones desde tiempos muy remotos, igualmente se gestaron nuevas vertientes del problema en cuestión, ya que con el cambio estructural originado a partir de la industrialización en las sociedades de casi todo el planeta; las mujeres ya no sólo eran percibidas como un grupo de capacidades inferiores, sino que ahora también se le asignaba cierto papel en el desarrollo económico, osea que encima de todo, ahora cargaban con la responsabilidad también, de funcionar en el sistema productivo. Se dice, incluso en nuestros días, que la pobreza tiene cara de mujer, y así es, podemos encontrar varias estadísticas en revistas especializadas y blogs digitales de confianza, donde los porcentajes de mujeres y jovencitas millonarias o con éxito profesional en el mundo, sigue estando muy por debajo de la media respecto a los hombres, y este factor desgraciadamente se repite en todas las facetas sociales de la vida moderna (¿o post?); campos tales como la educación y la academia, la capacidad financiera, los honorarios profesionales, la seguridad médica y laboral, el respeto social, la libertad de expresión, la salud mental y fisiológica, etc. Por lo tanto, se confirma que esta injustica y desigualdad sufrida por las féminas, prevalece en la actualidad y evidentemente lastima en consideración unas de las áreas más sensibles de nuestra época capitalista y de consumo; la financiera, la económica, sobre todo la de los hogares más delicados en las zonas más pobres.

Alrededor de todo el mundo, estas dinámicas son parte de la vida diaria de otras sociedades y grupos étnicos, y poseen un trasfondo histórico similar, no sólo en México se ha mantenido constante esta realidad, sino que en cualquier paralelo podríamos documentar y conocer casos de violencia de género, sobre todo hacia el sexo femenino; un claro ejemplo de esta situación, se puede dilucidar entonces en territorios muy lejanos, como sucede en las regiones africanas, específicamente en el Sahel, donde son las mujeres quienes realizan la mayoría de las actividades en el hogar y en la vida social, tanto económicas como domésticas y culturales; la mujer es el pilar de sus comunidades y familias, pero aun así, padecen del mismo mal; la minusvaloración de sus actos y el rechazo de sus virtudes, es decir, no se les reconoce, a pesar de la gran necesidad que los miembros de estas localidades tienen de sus abuelas, sus curanderas, sus madres, sus amantes, sus hermanas.

 "Nosotras las mujeres Malienses trabajamos mucho, además del trabajo del hogar, nos dedicamos al comercio para mantener a nuestros hijos, es lo que más hace sufrir a las mujeres; no tenemos derechos y encima estamos obligadas a hacerles el trabajo a nuestros maridos, los hombres no se ocupan de nosotras, nos toca hacerlo todo a nosotras, hay muchas mujeres que deben dedicarse a labores muy bajas y eso no nos dignifica" - Ummu: mujer artista Maliense, divorciada 2 veces, con 4 hijos. ("Trabajar en África" - documental de New Atlantis/Mediapark, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=FOBhMnZyGdM)

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