Nuevo Paradigma de la educacion.
Enviado por cristianpacheco • 3 de Abril de 2016 • Ensayo • 1.732 Palabras (7 Páginas) • 363 Visitas
NUEVO PARADIGMA PARA LA EDUCACIÓN
(22 y 23 DE JUNIO DE 2012)
Mg. Maribel Molina Correa
DEFINICIÓN DE UNA NUEVA EDUCACIÓN.
Es menester de la educación ante los convulsionados y meteóricos cambios que está sufriendo el mundo actual, vaticinar y adelantarse a las circunstancias de los contextos sociopolíticos y socioeconómicos que lo mueven, de tal manera que ésta pueda ubicarse en el eje central del motor de impulso, para transformar la sociedad en pos de un ser humano más humano.
Para tal fin se hace imprescindible resemantizar el concepto de profesor, alumno y educación para crear un nuevo paradigma que cobije al sistema existente.
Ante la crisis actual no por falta de teorías sino por la multiplicidad de las mismas, habría que ser cautelosos para la implementación de las mismas, pues estas responden a experiencias de contextos específicos, que en la mayoría de los casos, no se ajustan a nuestros escenarios del aprendizaje. Ha sido esa promiscuidad del uso indiscriminado de las teorías, métodos, modelos ó enfoques, los que sin duda alguna han hecho perecer los buenos pero des-direccionados intentos de proponer un sistema educativo ideal. En consecuencia seguimos viendo a los alumnos no como un aljibe profundo ávidos de conocimiento sin finalidad de llenarse, sino como una vasija pequeña de micro capacidades.
McLuhan al plantear “no sé quien descubrió el agua por primera vez, pero estoy seguro de que no fueron los peces”, esto nos dice que es la ceguera cotidianidad la que no nos permite la percepción de nuestros entornos como fuentes de aprendizaje, al igual que Paulo Freire al referirse a “la educación bancaria” advierte que la imposibilidad de aprender del alumno es una premisa insigne del educador.
En la controversia planteada por John Dewey “la memoria gran simuladora de la inteligencia” nos obliga a replantear los sistemas evaluativos que determinan los rangos de buenos y malos, es pues una evaluación buena aquella que es una acción de repetición de lo aprendido (lo recepciónado) o por el contrario es la aplicación de lo aprendido (lo decodificado) en contexto para la resolución problémica.
Freire P. (1974). La educación como práctica de la libertad. Buenos Aires: Siglo XXI”
En educación como práctica de la libertad plantea que ésta puede ser vía de cambio; camino de libertad para excluidos y oprimidos, herramienta por tanto de liberación. La educación verdadera, es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo. Se requiere de una educación que lleve al hombre a una nueva posición frente a los problemas de su tiempo y de su espacio, que intimide con ellos, de estudio en vez de mera, peligrosa y molesta repetición de fragmentos y afirmaciones desconectadas de sus condiciones de vida.
Debe permitir al educando experimentar el debate, el análisis de los problemas y que propicie condiciones de verdadera participación.
En una educación que impone preceptos, que dicta lecciones, que no cambia los métodos, que no propone la discusión y el debate no se aprende. Porque no se aprende a debatir si no por el contrario a repetir de manera sistemática y autómata. En este contexto se trabaja sobre el educando y no para y con el educando, se le impone un orden que él no refuta solo obedece, no le ofrecemos medios para pensar, porque al recibir las formulas dadas simplemente las guarda, no las incorpora solo las asimila para repetirlas de manera exacta e inequívoca. No será posible formar hombres que impulsen la democracia con una educación dictatorial.
La educación es un acto de conocimiento y un proceso de acción transformadora, se debe intentar una educación que sea capaz de colaborar con la organización reflexiva del pensamiento, que se identifique con las condiciones de la realidad. Para esto se requiere un método activo, dialogal, crítico y de espíritu crítico, una modificación del programa educacional.
La tarea de educar solo es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional, en la medida en que pierda el miedo a la libertad, en que pueda. Crear en el educando un proceso de recreación, de búsqueda de independencia y, a la vez, de solidaridad.
Freire, P. (2009). Pedagogía de la Esperanza. Séptima reimpresión. México: Siglo Veintiuno Editores.
Enseñar y aprender son momentos de un proceso mayor: El de conocer, que implica re-conocer. El educando se torna realmente educando cuando y en la medida en que conoce e identifica los contenidos, los objetos cognoscibles, y no en la medida en que el educando va depositando en él la descripción de los objetos, o de los contenidos.
El educando se reconoce conociendo los objetos, descubriendo que es capaz de conocer, asistiendo a la inmersión de los significados en cuyo proceso se va tornando también significador crítico. Más que ser educando por una razón cualquiera, el educando necesita volverse educando asumiéndose como sujeto cognoscente, y no como incidencia del discurso del educador.
Desde el punto de vista posmodernamente progresista enseñar no es simplemente transmitir conocimientos en torno al objeto o contenido, sino que implica que los educandos, “penetrando” en cierto sentido el discurso del profesor, se apropien de la significación profunda del contenido que se está enseñando. El profesor o la profesora solo enseñan en términos verdaderos en la medida en que se lo apropian, en lo que aprehenden.
Enseñar es así la forma que adopta el acto de conocimiento que el profesor o la profesora necesariamente realizan a fin de saber lo que enseña para provocar también en los alumnos su acto de conocimiento. Por eso enseñar es un acto creador, un acto critico y no mecánico.
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