OBJETO DE LA LOGICA
Enviado por LUZLENNY • 9 de Abril de 2014 • 6.118 Palabras (25 Páginas) • 253 Visitas
. El objeto de la lógica
Hasta aquí hemos venido considerando el posible objetivo de la lógica o, lo que es lo mismo, su finalidad. Conviene ahora que procedamos a determinar su objeto, es decir, la materia sobre la cual versan las consideraciones de la lógica. Algo de esto queda establecido en lo que se ha venido diciendo, pues sabemos que el arte lógica se refiere a algo que afecta a todo arte y toda ciencia, y que ello es justamente la razón en cuanto está ordenada a la verdad. De modo general puede afirmarse, por tanto, que la razón es el tema de la lógica.
Pero ahora se trata de precisar y profundizar esta vaga noción. Comencemos por unas consideraciones do carácter muy amplio. Todo arte o técnica se refiere a alguna actividad humana, para la cual establece normas directivas. Tales normas suponen la existencia de estas tres cosas : 1) la facultad o poder del cual emana la actividad que se trata de dirigir; 2) una finalidad, que se intenta lograr poniendo en juego ese poder activo; 3) la posibilidad de que este, aun cuando tenga capacidad para alcanzar aquel fin, sea defectible, es decir, que no llegue a veces a alcanzarlo, o que lo haga con dificultades que conviene anular. Ninguna de estas tres cosas es estudiada aisladamente por el arte o técnica que las supone, sino las tres, precisamente en su mutua relación.
De esta manera la lógica, por su parte, no ha de estudiar la razón o poder discursivo en sí mismo, sino que se interesará por la razón únicamente en la medida en que esta es un poder al que cabe fijar la finalidad de hacer ciencia. Tampoco ha de estudiar la lógica a la ciencia como algo aislado y sin conexión con la razón, sino que la tomará como algo elaborado por esta, como una cierta obra de la razón. Por último, tampoco es la lógica una simple meditación ineficaz de la posibilidad que la razón tiene de desviarse en la búsqueda de la verdad científica. La lógica cuenta con tal posibilidad; pero de lo que se trata es de evitar los riesgos consiguientes, o sea, de aproximar de una manera fácil y adecuada la razón a su obra científica.
Es claro, en suma, que si bien la razón puede desfigurar la verdad, le es hacedero y esencial "configurarla", lo cual, por cierto, es cosa muy distinta de crearla. Tal configuración es justamente lo que la razón pone, por su parte, en la ciencia. Lo demás viene de las cosas mismas. Naturalmente, el modo de reunir y ordenar las cosas en estructuras científicas (a lo cual se reduce, en definitiva, aquella configuración) no ha de ser arbitrario y caprichoso; antes bien, deberá estar fundamentado en el modo de ser natural de las cosas mismas. Mas no depende únicamente de estas, sino que es consecuencia también del peculiar modo de ser de la razón: según reza el adagio de la Escuela, que afirma que todo lo que se recibe es recibido según el modo del recipiente [5].
Conviene, pues, distinguir en toda ciencia, de una manera general, lo que la razón toma a las cosas y lo que ella, por su parte, añade. Y eso que añade no puede ser, a su vez, cosa alguna real, pues en tal caso la razón no configuraría la verdad, sino que ciertamente la desfiguraría, dándole un incremento que no posee de suyo. Lo que la razón pone en la ciencia no es más -según se dijo arriba- que la ordenación y encadenamiento de las cosas en el organismo científico.
Todas las ciencias se nos presentan, de este modo, como articulaciones o sistemas de verdades. Pero aunque toda ciencia ordene sus objetos, esto no significa que estudie la ordenación en sí misma. Lo que realmente estudia son los objetos o cosas que va enlazando en sistema. Ahora bien: no es imposible una disciplina que, en vez de estudiar las cosas mismas, se haga cargo del modo como las ordenamos en la ciencia. Tal disciplina no sería ya una ciencia como las otras, una ciencia de objetos o de cosas, sino una ciencia de las ciencias: un estudio cuyo tema sería la ordenación de los objetos en el sistema científico.
La lógica es precisamente ese estudio. La ciencia de la razón, de que hemos venido hablando, no pretende sustituir a ninguna otra ciencia. Su tema es la obra de la razón en el conocimiento: el artificio, que podernos llamar "lógico", por el que las cosas se organizan y articulan en estructuras científicas. Que ese artificio o dispositivo esté bien establecido, rectamente logrado, es, por cierto, la finalidad de la lógica considerada como arte o técnica de la razón. Pero es claro que esta finalidad no se puede cumplir más que teniendo el conocimiento de las leyes internas de aquel artificio: sabiendo cómo es, de qué factores y elementos se compone, cuáles sean las maneras de enlazar o reunir sus componentes. En una palabra, el arte de la razón requiere una ciencia del artificio lógico, la cual no estudiará los elementos reales de la ciencia (a saber, las cosas mismas), sino sus elementos racionales, es decir, los que la razón pone, fundándose en aquellos, para ordenarlos en forma de sistema.
La ciencia del artificio lógico, supuesta por el arte de la razón, no es la psicología. Esta se ocupa de la razón como algo real, siendo, por tanto, en este sentido, una ciencia como otra cualquiera de las que estudian objetos o cosas reales: y ya hemos dicho que lo que aquí interesa no es nada "real". sino la ordenación artificial que se da en toda ciencia, hasta en la propia psicología. Se llama psicologismo, en el dominio de las teorías sobre la lógica, a la manera de entender a esta, según la cual es la psicología la ciencia que fundamenta al arte de la razón [6]. Si todo arte ha de fundamentarse en una ciencia, la lógica-arte estaría sustentada, según esto, por la ciencia psicológica. En definitiva, la lógica quedaría reducida a la condición de un capítulo de la psicología: el dedicado al funcionamiento normal de la razón humana.
Es, desde luego, cierto que todo arte se basa en una ciencia. En este punto convienen psicologistas y antipsicologistas. Pero el arte lógica puede fundamentarse en una ciencia lógica, que no tiene por qué ser un capítulo de la psicología. Existe, efectivamente, un conocimiento teórico del artificio u ordenación estructural que en las ciencias revisten las cosas conocidas. Y el conocimiento especulativo de esta ordenación no se refiere, según dijimos, a ninguna cosa real, sino a los elementos ideales de que se compone el sistema científico. En tal sistema no entra, de hecho, la misma razón, ni tampoco ninguno de sus actos. No se puede decir que en un sistema científico sea parte integrante la propia razón, ni que los actos de esta se hallen físicamente integrados en él. Lo que la razón pone en la ciencia, que es un sistema ideal, no son más que factores
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