PRACTICAS INFORMALES DE ATENCIÓN A LA SALUD EN MÉXICO PREHISPÁNICO
Enviado por mercynna • 3 de Septiembre de 2012 • 2.165 Palabras (9 Páginas) • 5.472 Visitas
PRACTICAS INFORMALES DE ATENCIÓN A LA SALUD EN MÉXICO PREHISPÁNICO
Durante millones de años, la defensa esencial contra las enfermedades infecciosas fue el sistema inmunológico natural, y lo fue hasta mediados del siglo XX. Cuando se desarrollaron por primera vez los antibióticos.
Uno de los sustratos fundamentales de la salud es una dieta adecuada; el consumo de proteínas, sobre todo, se considera fundamental para que exista un sistema de defensas adecuado. La dieta azteca, era bastante buena. Las más recientes investigaciones sobre los mayas contradicen la hipótesis de que durante el Clásico Tardío hubo una mala alimentación en general; la estatura promedio de los mayas ha disminuido, sobre todo a partir de los últimos 500 años.
Un segundo requisito para una buena salud son servicios públicos adecuados, que incluyen agua potable, drenaje e higiene pública y personal. Teotihuacán, varias ciudades mayas y Tenochtitlán tuvieron agua potable y drenaje. Los habitantes de Tenochtitlán recolectaban la basura y lavaban sus calles diariamente, La higiene personal también era muy importante, como muestran las referencias a la higiene en el Códice Badiano y las recetas para jabón, desodorantes, dentífricos y productos para refrescar el aliento ahí mencionado. En Mesoamérica no hubo epidemias de enfermedades infecciosas asociadas al ganado, como la viruela y el sarampión, aunque se tiene información sobre epidemias de disentería, influenza y neumonía, reumatismo, artritis y tuberculosis. Una muestra de la salud en Mesoamérica es que su esperanza de vida fue de 37 ± 3 años, que sobrepasa el promedio de Francia en 1800, que era alrededor de 29 años.
1.1.1 LA ESTRUCTURA ECONÓMICA-SOCIAL Y SU RELACIÓN CON LA SALUD PÚBLICA
Estas civilizaciones compartieron rasgos socioeconómicos y culturales. Sus sociedades se caracterizaban por la marcada estratificación en nobles (funcionarios, militares, sacerdotes y grandes comerciantes) y macehuales o gente del pueblo (campesinos, artesanos, cargadores y esclavos).
La medicina azteca es la que tuvo mayor importancia en el México antiguo. La salud era el resultado de las fuerzas cósmicas con las que estaba constantemente en relación e intercambio dinámico. Para el pueblo náhuatl las enfermedades eran divididas en dos grupos; aquellas en las que se introduce al cuerpo del paciente algún objeto ajeno de malos espíritus errantes o por la violación de tabúes aztecas y en las que el enfermo pierde alguna de sus entidades anímicas en que los dioses juegan un gran papel, con acciones orientadas a preservar el orden existente.
Los indígenas, en términos generales, consideraban que las enfermedades eran castigos de los dioses o de los antepasados, provocados por actos de desobediencia, por ofensas o por no cumplir con los deberes religiosos. El médico, por lo tanto, tenía que descubrir quién era el que se sentía ofendido para tratar la dolencia acorde con ello.
Otros pueblos del México antiguo, cuya cultura no alcanzaba la complejidad de la azteca, atribuían a la hechicería las causas de la enfermedad, y creían que no sanarían a menos que así lo deseara la persona que les provocó el mal.
Entre los indígenas, el arte de la medicina se transmitía de padres a hijos y el aprendizaje empezaba, como ahora, cuando los niños eran muy jóvenes. La razón es que, tanto para la interpretación de los signos adivinatorios, como para la aplicación de sustancias curativas, el universo de conocimiento es muy amplio.
En el mundo indígena, los hombres y las mujeres eran considerados igualmente aptos para practicar la medicina; aunque en el caso de las mujeres, se creía que ellas podían hacer pleno uso de sus facultades cuando hubieran pasado la menopausia y por lo tanto, no llevaran consigo la “impureza” implícita de los partos y las menstruaciones.
Para los antiguos mexicanos el ser humano poseía tres espíritus o almas:
TONALLI: Es luz y día, está en la cabeza o en las coyunturas y puede abandonar el cuerpo.
TEYOLIA: Esta el corazón, es el alma que se enfría cuando la persona muere.
IHIYOTL: Se encontraba en el hígado y cuando muere la persona se escapa convertida en gas.
Los Aztecas-Mexicas tuvieron numerosas divinidades de la Salud y de la Enfermedad. Entre ellos: Tzapotlatena, Diosa de la Farmacia; Tonantzin, Diosa de la Tierra y ambas se encargaban de las plantas medicinales. Xipetotec, Patrono de los médicos y protector de la piel; Chalchiuhtlicue, Diosa de la fertilidad.
Los médicos se dividían de acuerdo a un punto de vista ideológico-mágico. Al médico-empírico se le llamaba TEPATL, que recurría a medicamentos y que abarca los campos de medicina interna, cirugía y psiquiatría, obstetricia y odontología. Y gracias a los sacrificios, un excelente conocimiento de la anatomía humana. Desarrollaron la traumatología (entablillado), utilizaban coagulantes y cicatrizantes para las heridas, y practicaban sangrías con cuchillos de obsidiana y drenaban abscesos.
Los grandes médicos chaman-hechiceros, llamados TICITL que utilizaban practicas de magia a los irascibles, epilépticos y mutilado, aprendían curación con ayuda de narcóticos, alucinógenos y ayunos prolongados, diagnosticaba enfermedades, a manipular objetos sagrados para atrapar y expulsar malos espíritus, rezos, conjuros y utilización de medicina natural, y recurría a rezos, ayunos y mortificaciones.
El Tepatl al igual que el Ticitl requerían del conocimiento de las plantas y hierbas medicinales y su preparación, que entre sus funciones eran las de purgantes, eméticos, diuréticos, sedantes, narcóticos, analgésicos, coagulantes, entre otras.
El Códice Florentino hace referencia a una planta llamada cihuapahtli. Sus acciones estimulantes de la contracción del musculo uterino fueron valoradas por los nahuas empleándola como facilitador del parto y como emenagogo y abortivo. El mismo códice nos ilustra los usos medicinales del maguey al cual hay que rallar y moler su penca antes de cocerse y colocarse como emplasto, en el tratamiento de heridas. Se han corroborado sus acciones cicatrizantes y desinfectantes. Los mexicas allí encuentran una fuente inagotable de practica, resultado del reparo cuidadoso y la reflexión sobre las propiedades de las innumerables plantas que crecen en sus dominios.
Vinculados a la natura y devotos del cultivo de las plantas, los mexicas denotan, aunque sea en forma rudimentaria, una disciplina sistematizada, taxonómicamente primitiva. Los grupos se conforman de acuerdo con los
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