Perros Salvajes Nacen O Se Hacen
Enviado por JazminYaely • 12 de Junio de 2014 • 713 Palabras (3 Páginas) • 586 Visitas
No pasa mucho hasta que una especie de cui sabanero asoma sus bigotes e interrumpe uno de los largos bostezos de Punti. El perro se prepara para atacar, cierra el hocico y deja una pata en el aire, lista, para darle impulso a su embestida.
Enrique Zerda, Biólogo de la Universidad Nacional, describe a estos animales como perros que pierden el contacto con los humanos y regresan a su condición natural, conformando jaurías similares a las de los lobos, en los humedales de Bogotá.
Escapan dice el biólogo a una vida donde no tienen que soportar el maltrato de las personas, ni meter el hocico en la basura para conseguir comida.
Los nueve perros que habitan en el humedal de La Conejera de Suba junto a Punti, acostumbran cazar en grupo. Su menú son ratones, ratas y cuis propios de la Sabana de Bogotá. Las aves están fuera de su alcance.
Como en toda historia de vida salvaje, la jauría de la Conejera tiene un líder. En este caso, una hembra llamada Blanca que, como Punti, fue bautizada por los investigadores de Bioethos, un grupo de universitarios, que estudia el comportamiento de estos animales.
Su interés, por ahora, es analizar las consecuencias de la existencia de estos perros llamados ferales para los humedales de Bogotá. Básicamente: establecer si estos animales son dañinos para el ecosistema o si por el contrario ayudan a controlar la población de roedores.
Un fenómeno mundial Andrés García, líder de Bioethos cuenta que: otra cosa sucede en Chingaza, donde se sabe que los perros cazan venados. En realidad el fenómeno es mundial y en muchos países los perros son perseguidos porque matan al ganado y causan enormes pérdidas.
García ha estudiado perros ferales de otros humedales de la ciudad, como el de Córdoba, donde, según cuenta, habitan dos jaurías. Por el momento asegura no se sabe cuántos perros salvajes hay en Bogotá, pero todos los humedales son potenciales lugares para su asentamiento.
Mientras que sus compañeros aún se desperezan, Punti, que siempre les toma ventaja, espera el momento justo para actuar. Y no despega la mirada del roedor que vio salir de su guarida. En total, pasan 15 minutos antes de que el cui, que parece un blanco fácil, sea atacado.
Herido y derrotado Sin embargo, y a pesar del sigilo y la paciencia invertida por Punti, el roedor escapa sin mucho esfuerzo y se refugia en un arbusto de espinas.
Desesperado, y en un último esfuerzo por alimentarse, el perro intenta meter su hocico entre las intrincadas espinas hasta que se lastima y aúlla, para luego darse por vencido.
Punti le da una última mirada a su presa y se aleja del lugar para unirse a la jauría, que ya se prepara para cazar en grupo.
Aunque los cuis que habitan en los humedales
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