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Profesores En Isla De Pascua: ¿Estigma O Fragmentación Profesional?


Enviado por   •  4 de Julio de 2013  •  2.409 Palabras (10 Páginas)  •  613 Visitas

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Este artículo se apoya en los resultados de la investigación

'Escuela y Familia en

Isla de Pascua ¿sistemas compatibles?'

financiada por el Departamento Técnico

de Investigación de la Vicerrectoría de la Universidad de Chile (1994-1995). Se

intenta a partir de un breve análisis de los procesos de cambio e ideologización a

que se enfrenta la micro sociedad isleña, presentar la situación ambivalente del

profesor continental. Auténtico extranjero en ese espacio, quién deberá insertarse

en dos mundos antinómicos, en el mundo de la vida o de la cultura Rapa Nui y en

el formal de la organización escolar.

El Liceo 'Lorenzo Baeza Vega' de Isla de Pascua, el establecimiento educacional más importante de la

isla constituye el polo de interés, preocupación y crítica de la comunidad. Acoge alrededor de 800

estudiantes (un 30% de su población) y cuenta con un cuerpo docente de 35 profesores, la mayoría de

origen continental.

Estos profesionales se encuentran ejerciendo su acción en una sociedad multicultural en pleno impacto

fragmentador de la modernidad entre cambios rápidos y muchas veces caóticos.

La monolítica estructura extensa de la vieja familia isleña ha comenzado a desmoronarse. El largo hilo

de integrantes unidos por relaciones de parentesco a veces difusas, está siendo reemplazado por el

reducido grupo primario básico, padres e hijos. Procesos de nuclearización que la transforman en su

estructura, produciendo un debilitamiento de las relaciones de parentesco como mecanismo de

estabilización de los vínculos sociales y de la tradición. Empiezan por consiguiente, lentamente a perder

vigencia las relaciones de comunidad y solidaridad, erosionándose las relaciones de sentido que se

apoyaban en aquéllas.

La población se desplaza hacia ocupaciones nuevas (algunas transitorias) produciéndose, a consecuencia

de las innovaciones tecnológicas en continua aceleración, al igual que en otras sociedades, una

desarticulación de las actividades sociales de contexto y presencia. En otras palabras, las relaciones

sociales se despegan de sus contextos, al fomentar relaciones entre los ausentes. Hay influencias sociales

generadas a gran distancia geográfica, no sólo desde el continente (Chile) sino que desde Polinesia y

Europa principalmente.

La mujer, eje simbólico de la red familiar, entra de manera sostenida y creciente a formar parte del

campo laboral, con el consiguiente impacto en la asignación tradicional de su rol.

Cambian también los niveles de aspiraciones y expectativas de vida que se tornan más racionales. Hay

una búsqueda explícita de fines concretos que se traducen por ejemplo en las demandas que la familia

hace a la escuela como garante de dicha consecusión. Se observa además un desplazamiento hacia el

consumismo, y una imitación de pautas foráneas que emergen de la televisión, centro de la vida

cotidiana de esa pequeña comunidad.

Los efectos invasores de los mensajes televisivos no han sido estudiados aún.

No es posible ignorar que las personas no pueden evitar la interpretación de lo que ven, ni la influencia

de los símbolos, omnipresentes en esos heterogéneos mensajes, que muestran otros valores, ideas, otras

visiones de mundo, en el comportamiento social especialmente de las generaciones más jóvenes.

Esta nueva realidad que se está imponiendo casi ineluctablemente, origina un entramado de imágenes,

creencias, valores muy lejanos a la cultura tradicional, o a las constelaciones simbólicas predominantes.

Cabría preguntarse sobre la capacidad de los isleños para permanecer fieles a sus tradiciones históricas y

conservar en el tiempo su identidad cultural.

Más aún si se establece que la participación de la comunidad isleña en el nuevo universo de la

modernidad es diferencial y segmentada, lo que podría traducirse en transformaciones de dicha

identidad, producto de una disminuida valoración de los símbolos que antes perpetuaban las viejas

diferencias culturales transmitidas de generación en generación.

Se hace así perceptible un entrecruzamiento de lógicas diversas, las propiamente modernas: racionalidad

formal, burocratización, secularización y aquéllas propias del imaginario colectivo sedimentado en el

tiempo; memoria histórica ancestral condensada en los viejos mitos, la antigua cultura y una innegable

identificación cultural polinésica que los convierte en personas que se autoperciben como culturalmente

diferentes.

Es difícil pensar que estas nuevas circunstancias, los múltiples y complejos procesos de cambio e

ideologización a que se está viendo enfrentada esta microsociedad, no erosionen las viejas relaciones de

comunicación y solidaridad.

Tal vez desde la misma raíz de esos procesos, esté surgiendo en sus habitantes, especialmente en las

nuevas generaciones, una nueva manera de sentir y vivir en el mundo.

Lo que sí es evidente es que estos procesos junto a la explosión, acumulación y cambio de los

conocimientos, suponen elevar el nivel de competencias de la población, lo que convierte al Liceo en el

eje estratégico de las demandas sociales y a los profesores como los principales responsables de otorgar

una educación de calidad, adecuada a esa realidad y a sus exigencias.

Frente a esos desafíos, vale la pena preguntarse:

¿Quienes son realmente esos agentes de socialización, categoría social que porta y transmite a esa

pequeña comunidad, los universales de la cultura?.

¿Cómo se enfrentan a un grupo humano que ha desarrollado a través del tiempo, mecanismos de

adaptación a la deprivación económica y al aislamiento y cuya percepción respecto al sistema social

global es de evidente subordinación?.

¿Qué construcciones ideológicas y qué interpretaciones han elaborado desde su acción profesional en

ese micro espacio?.

Lo que sí es evidente es que el profesor continental es un auténtico extranjero en ese espacio, un

extranjero sociológico, que está en la comunidad, pero no es parte de ella. Forastero, de paso, con una

alta probabilidad de movilidad geográfica, es un desarraigado, un extranjero, que en su imprescindible

proceso de adaptación deberá insertarse en dos mundos antinómicos: el mundo de la vida o de la cultura

Rapa Nui y el mundo escolar formal de la organización burocrática.

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