¿Qué causas originan el Alzheimer y quien es más propenso a adquirirlo?
Enviado por hanniatabares • 13 de Mayo de 2017 • Ensayo • 1.690 Palabras (7 Páginas) • 312 Visitas
¿Qué causas originan el Alzheimer y quien es más propenso a adquirirlo?
Como definición de este transtorno podríamos decir que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa donde se altera la estructura y función del sistema nervioso central, dando lugar a un tipo de demencia progresiva y crónica en edad media o avanzada.
La enfermedad del Alzheimer es incurable y terminal. En la mayoría de las personas afectadas por dicha enfermedad, los síntomas aparecen por primera vez después de los 60 años de edad, además es la causa más común de demencia en las personas mayores.
Este padecimiento se ha convertido en un problema social muy grave para millones de familias y para los sistemas nacionales de salud de todo el mundo. Es una causa importante de muerte en los países desarrollados, por detrás de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Sin embargo, lo que hace que esta demencia tenga un impacto tan fuerte en el sistema sanitario y en el conjunto de la sociedad es, sin duda alguna, su carácter irreversible, la falta de un tratamiento curativo y la carga que representa para las familias de los afectados.
La demencia, que no es parte de un envejecimiento normal, se caracteriza por una combinación de síntomas debidos a una enfermedad cerebral. Las condiciones que causan la demencia producen cambios en la capacidad mental, la personalidad y la conducta. Su manifestación es la pérdida de la memoria, acompañada de alteraciones progresivas en el lenguaje, con dificultad para saber qué decir y el olvido de nombres, así como la desorientación en el tiempo y el espacio. Se asocia asimismo con angustia, ansiedad, depresión, problemas de conducta social, control emocional y de pensamiento, comprensión, capacidad de aprendizaje, abstracción, juicio y razonamiento. Conforme avanza el padecimiento, se presenta una incapacidad para ejecutar las tareas aprendidas, lo cual repercute paulatinamente en el desempeño de actividades en la vida diaria.
Dicha enfermedad se clasifica en neurodegenerativas: que son las causadas por una enfermedad originada en el sistema nervioso central y las no degenerativas: que son consecuencia de enfermedades que no se deben a un problema. Existen también las denominadas pseudodemencias; entre las más frecuentes están las debidas a la depresión, al consumo de algún medicamento inapropiado y a diversas causas sistémicas, metabólicas, etc.
“Más de 50 enfermedades pueden causar un síndrome de demencia. La más común es el Alzheimer, de tipo degenerativo, que alcanza de 60 a 70% de los casos”. (Guzmán, 2013; S/P).
Por lo general, la enfermedad de Alzheimer comienza paulatinamente y sus primeros síntomas pueden atribuirse a la vejez o al olvido común. Suele tener una duración aproximada de 10-12 años, aunque de un paciente a otro puede variar. A medida que avanza la enfermedad, se van deteriorando las capacidades cognitivas, entre ellas la capacidad para tomar decisiones, llevar a cabo tareas cotidianas y pueden surgir modificaciones de la personalidad, así como conductas problemáticas.
Las personas con Alzheimer pueden no tener plena conciencia de estos cambios, por lo tanto, no buscan ayuda; son sus familiares o personas cercanas a ellos quienes lo hacen. También puede ocurrir que algunos enfermos y/o sus cuidadores nieguen o minimicen la gravedad del problema, lo que contribuye a que las primeras consultas se realicen hasta que aparecen y notan los cambios de comportamiento.
Existen tres etapas de Alzheimer: leve, moderado y avanzado. La primera se presenta a medida que la enfermedad va avanzando, los problemas pueden incluir perderse, dificultad para manejar dinero, repetir las preguntas, tomar más tiempo de lo normal para realizar tareas cotidianas y pequeños cambios en el estado de ánimo y personalidad de la persona que la padece; en la segunda etapa, el daño ocurre en las áreas del cerebro que controlan el lenguaje, el razonamiento, el proceso de actividades sensoriales y el pensamiento consciente. La pérdida de la memoria y la confusión aumentan y las personas comienzan a tener dificultad para reconocer a familiares y amigos. Es posible que tengan alucinaciones, delirio, paranoia y quizás se comporten impulsivamente; al llegar a la etapa final, los tejidos del cerebro se hinchan considerablemente y las personas que la padecen no pueden comunicarse y dependen totalmente de otras para su cuidado.
“Se calcula que el número de personas en esta condición se habrá duplicado para 2030 y será tres veces mayor en el 2050” (Guzmán, 2013; S/P). Tomando en cuenta estas estadísticas, se puede inferir que debido a la falta de atención hacia dicha enfermedad las cifras pueden ir aumentando inconsiderablemente, afectando la calidad de vida de quienes la padecen.
Si bien, la enfermedad de Alzheimer puede afectar a cualquiera, lo cierto es que la genética es un factor a tomar en cuenta. Es decir, la historia de Alzheimer es un antecedente importante. Desde luego, ello no significa que una persona, por el hecho de tener padres con la enfermedad, también la padecerá, aunque sí tiene mayor riesgo que de quienes no tienen esos antecedentes.
El diagnostico se realiza mediante una historia clínica a detalle, los médicos pueden hacer preguntas acerca de la salud en general, los problemas médicos, la capacidad para llevar a cabo las actividades diarias, los cambios en el comportamiento y la personalidad, ponerle al paciente pruebas de memoria, resolución de problemas, atención, conteo y lenguaje. Posteriormente es necesario llevar a cabo pruebas médicas al paciente, tales como análisis de sangre y orina, realizar escáneres cerebrales como la tomografía computarizada o la resonancia magnética con el fin de distinguir la enfermedad de Alzheimer de otros posibles padecimientos como un tumor. Por esta razón es recomendable que el diagnóstico sea hecho por un especialista como un geriatra, neurólogo, psiquiatra, entre otros. Sin embargo, es frecuente que el diagnóstico no sea aceptado fácilmente por los afectados, quienes suelen buscar una segunda opinión o simplemente pasarla por desapercibida, lo que provoca el desarrollo de dicha enfermedad.
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