Reflexiones sobre Género y Ciencia – Evelyn Fox Keller

CIENCIA Y GÉNERO

Reflexiones sobre Género y Ciencia – Evelyn Fox Keller

A lo largo de la historia de la ciencia podemos reconocer a grandes científicos como Newton, Galileo Galilei, Darwim, Einstein... Estos hombres nos han permitido comprender algunas de las leyes por las que se rige la naturaleza. Pero, ¿solamente ése mérito se les atribuye a ellos? ¿es posible que tras esos grandes descubrimientos se hayan olvivado otros nombres que contribuyeron a su descubrimiento? Probablemente sí.

Ya lo decía Margaret Rossiter en El Efecto Martilda en la Ciencia : ``Todos esos perdedores son figuras marginales sin una posición sólida´´.  Algunos ejempos fácilmente nombrables son los de  Madame Marie Curie, Maria Goeppart Mayer, Dean Keith Simonton... No es coincidencia que la mayoría de los casos se traten de mujeres, pues en lo que se llamamos investigación científica, han tenido que estar en la sombra de sus colaboradores. No obstante, en lo que es la ciencia en sí, en el afán de querer entender cómo funciona la naturaleza, ¿en qué se diferencia un científico de una científica? ¿es que la ciencia entiende de género? Si el objetivo de ambos sexos es el mismo,¿qué es lo que significa llamar masculino a un aspecto de la expeciencia humana y a otro femenino? ¿por qué tiene que haber una voz cantante en lo que el entendimiento de la vida se refiere? Esto mismo es lo que Evelyn Fox trata en su libro Reflexiones sobre género y ciencia. El libro consiste en una colección de ensayos que la autora comenzó a escribir a mediados de la década de los setenta, cuando una pregunta alteró la jerarquía sobre la que se basaba su trabajo como investigadora en biofísica matemática: "¿En qué medida la naturaleza de la ciencia está enmarañada con la idea de lo masculino, y qué implicaciones tendría para la ciencia si esto fuera de otra manera?". Estos ensayos y el trabajo de Evelyn Fox Keller se enfocan en el estudio de las relaciones entre género y ciencia, y enfoca su análisis en las dinámicas de las fuerzas cognitivas, sociales y emocionales que crean y reproducen a los hombres, a las mujeres y a la ciencia en su sentido más estricto. Sin embargo, la autora se interesa en cómo tanto la mujer y el hombre han afectado en la contrucción de la ciencia que hoy en día conocemos.

La autora explica que sus dudas se deben a la conjunción de dos corrientes académicas más o menos separadas: por un lado, los estudios sociales sobre la ciencia, y por otro, la teoría feminista moderna. Como es bien sabido, la primera de estas corrientes propone que el avance científico no está determinado únicamente por el progresivo perfeccionamiento de la lógica interna de las teorías científicas, sino que otros factores que no necesariamente tienen que ver con evidencia empírica o necesidad teórica juegan un papel decisivo en el proceso. La segunda corriente aborda específicamente en relación con las ciencias naturales,y pretende remediar la ausencia de mujeres en la historia del pensamiento social y político.

En lo que al contenido del libro se refiere, Keller nos da una visión general de cómo se ha considerado el género en el contexto social y cómo ha repercutido en la ciencia con el paso de los tiempos. Ya en la antigua Grecia esta distinción genérica comenzó a hacerse paso con Platón, quien fue el primer escritor de la historia intelectual occidental que hiciera un uso explícito y sistemático del lenguaje de la sexualidad en el conocimiento. Más adelante, fue Bacon quien aportó el lenguaje con el que subsiguientes generaciones de científicos extrajeron una muy consistente metáfora de la dominación sexual legal en el ámbito de la investigación: la ciencia debe someter a la naturaleza. Desde este punto de vista, la naturaleza es mandada a obedecer y ser esclavizada y la ciencia tiene que ser agresiva a la vez que sensible, dominante, aunque sumisa, poderosa, aunque benigna, apropiándose a su vez, de cierta forma, a lo femenino. La ciencia volvió a dar un giro durante la Industrialización moderna en la Inglaterra del siglo XVII, y evolucionó en un contexto social y político particular en conjunción con una ideología de género. Además, las metáforas de género que se usaron en esa época son fundamentales, pues mediante ellas hicieron asocial el desorden social con el exceso sexual femenino. Las mujeres eran descritas como hienas, como las traidoras de la sabiduría, conductoras a todo vicio y ruina, culpables de todos los males, brujas en potencia que al igual que la naturaleza con la ciencia, su deber era ser sumisa y obediente al hombre. Estas etiquetas polarizaron lo femenino y lo masculino durante el capitalismo industrial para organizar la sociedad, dividiendo el trabajo y el hogar, favoreciendo en gran escala al papel del hombre en todos los ámbitos, incluido el científico. Y lo más sorprendente e irónico de ello, es que muchos estudios realizados durante 1950 y 1960, los nombres de mujeres científicas fueron omitidos y, por lo tanto, fueron directamente expulsadas de contribuciones científicas de la historia. Tal y como decía Rossiter en su artículo nombrado anteriormente, ``El hombre tiene la tendencia de prohibir a las mujeres recoger los frutos de su propio trabajo´´.

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